image_pdfimage_print

XVIII Domingo del Tiempo Ordinario

Comentario bíblico

31 de julio de 2022

Ciclo C: Lc. 12, 13-21

Por: P. Jesús María Ortiz Orozco, C.Ss.R.

Comentario bíblico

En los últimos domingos el evangelista Lucas nos ha presentado episodios de la vida y la enseñanza de Jesús de Nazaret. Recordemos la parábola del buen samaritano, la visita de Jesús a la casa de Marta y el discurso sobre la oración. Estos textos nos han invitado a actuar con misericordia, a escuchar al Maestro y a fortalecer, por medio de la oración, la confianza en el Padre.

Una de las características del evangelio según San Lucas es la opción por los pobres. Por eso, en este libro se encuentran varios relatos o discursos en los que Jesús confronta la abundancia de bienes materiales que tienen los ricos con la escasez de los recursos económico que afecta la vida de los pobres. El texto que nos ha correspondido meditar en este día es una evidencia de esta característica.

El pasaje de Lc 12,13-21 se puede dividir en tres partes: La primera (vv. 13-15) expone algunas palabras que hacen alusión a la riqueza como la herencia, bienes y posesiones. Estás se interpretan de modo negativo por la advertencia que hace Jesús: “¡Estén atentos! Cuídense de toda codicia” (Lc 12,15a).

La segunda parte (vv. 16-20) presenta la parábola narrada por Jesús. Su protagonista es un hombre rico que al obtener una gran cosecha se pregunta para sí mismo: “¿Qué haré?” (Lc 12,17a). Su respuesta no la aprueba Dios. Por eso, le dice: “¡Necio! Esta misma noche tendrás que entregar la vida” (Lc 12, 20a). La parábola termina con una pregunta por parte de Dios: “¿Para quién será todo lo que acumulaste?”.

En la última parte del relato (v. 21) aparece la aplicación parenética, afirmando que los bienes materiales tienen un valor si sirven para enriquecerse según el plan de Dios.

Del texto a la vida

La herencia: es el primer tema que encontramos. En muchas ocasiones la distribución de los bienes que han obtenido los padres se convierte en conflicto y división entre los hermanos, por causa de la codicia. Preguntémonos cómo se ha vivido esta realidad en nuestro entorno familiar.

Acumulación de bienes: obtener dinero en nuestros emprendimientos no es pecado. El problema moral está en la falta de solidaridad. José Antonio Pagola (2015) afirma:

Sorprendido por una cosecha que desborda sus expectativas, el rico propietario se ve obligado a reflexionar: “¿Qué haré?”. Habla consigo mismo. En su horizonte no aparece nadie más. No parece tener esposa, hijos, amigos ni vecinos. No piensa en los campesinos que trabajan sus tierras. Sólo se preocupa por su bienestar y su riqueza: mi cosecha, mis graneros, mis bienes mi vida…

Agranda sus graneros, pero no sabe ensanchar el horizonte de su vida. Acrecienta su riqueza, pero se empobrece a sí mismo. Acumula bienes, pero no conoce la amistad, el amor generoso, la alegría o la solidaridad. No sabe dar ni compartir, sólo acaparar (p. 197).

La pregunta de Dios: ¿Para quién será todo lo que estás acumulando? Si tu respuesta coincide con la conclusión del pasaje bíblico: “Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios” (Lc 12,21). Es necesario que inicies un proceso de conversión. San Pablo dice: Porque la raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe y se atormentaron con muchos dolores (1Tim 6,10).

Bibliografía

José Antonio Pagola (2015). El camino abierto por Jesús. Lucas. PPC