XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Comentario dominical
4 de septiembre de 2022
Ciclo C: Lc. 15, 25-33
Por: P. Víctor Chacón Huertas, C.Ss.R. (Redentoristas de España)
– Necesitamos la luz de Dios. Bien puede ser ésa la conclusión que saquemos después de leer el libro de la Sabiduría. “¿Quién comprende lo que Dios quiere? Apenas conocemos las cosas terrenas y apenas encontramos lo que está a mano: ¿quién rastreará las cosas del cielo?”. Seguimos profundizando en la humildad que se nos sugería el domingo pasado como actitud fundamental creyente, reconocemos nuestra limitación y contamos con ella. Y ella nos hace contar con Dios y buscar la sabiduría, la luz, la verdad que sólo de él nos viene sin mancha. Nos conocemos y sabemos que por nuestra parte son muchos los (auto)engaños que caminan entreverados en nuestra conducta: búsqueda de aplauso, reconocimiento, aceptación, poder, autoafirmación… y tantas otras. Por eso mejor, hermano, apóyate en Dios, Él es pilar que nunca cede ni falla. Pídele su sabiduría y sobre todo ¡déjate guiar!
– Condiciones para ser discípulos. Lucas nos recuerda la radicalidad que implica creer en Jesús y seguirle. No valen medias tintas, supone realmente cambiar de criterios, de actitud… de vida en definitiva. Jesús es el único absoluto del discípulo. Todo lo demás ha de saber situarlo y valorarlo a la luz de la decisión por Jesús. Así hemos de entender el “posponer a la familia” que sugiere el evangelio de hoy. Cada cosa en su lugar.
– Cargar con la propia cruz es renunciar a una existencia cómoda, apacible, tranquila en la que yo y mis criterios somos el centro. Ser cristianos es vivir desinstalados y en continua conversión, en cierta manera –si me permitís la comparación- como los actuales teléfonos móviles: descargando continuas actualizaciones de sus aplicaciones. La fe igualmente debe ser vivida y predicada así, cuestionándome su idoneidad y validez para mi contexto, pues ¡he de dar luz! Y cómo alumbrar si no conozco la realidad, y cómo alumbrar si no me distingo en nada de lo que otros viven o piensan. Cargar con la cruz no es asumir sacrificios o mortificaciones por muy piadosas que éstas sean. Recordemos a Cristo camino del Calvario. Llevar la cruz es afrontar los conflictos, asumir el rechazo y la agresión para liberar a otros de semejante trago. La cruz es el criterio de autenticidad cristiana y nos habla de la verdadera y total disponibilidad que hemos de tener para seguir a Jesús y acercar su reino. La propia cruz, bien asumida y vivida, sabiendo que nada podemos y que es él quien nos capacita es el maravilloso milagro que nos hace brillar con la luz de Dios.