Comentario dominical – Domingo XXI del Tiempo Ordinario
27 de agosto de 2023
Ciclo A: Mateo 16, 13 – 20
Por: Seminarista Dixon D. Álvarez C.Ss.R.
Existen dos preguntas que nos pueden ayudar a reflexionar en torno a este relato del Evangelio según san Mateo propuesto para este domingo, a saber: ¿conozco quién es Jesús? ¿puedo identificarlo a mi alrededor?
Algunos capítulos atrás del texto evangélico que hoy se contempla (cf. Mt 11, 2-19), Jesús ya había respondido a la pregunta, ¿quién dice la gente que es el hijo del hombre? En ese momento, explicó que Juan el bautista era el preparador del camino, pero el que había de venir les estaba hablando, compartiendo y enseñando. Es decir, que el Señor quiere afianzar en sus discípulos esta enseñanza ya mencionada capítulos atrás, para despejar toda inquietud o duda de si él era el enviado o debían esperar otro. (cf. Mt 11, 2-6). Por eso las dos preguntas: ¿quién dice la gente que es el hijo del hombre? Luego de esta pregunta realiza otra aún más comprometedora, y ustedes ¿quién dicen que soy yo?
Las personas buscaban al hijo del hombre en Juan el bautista o incluso en los profetas, todavía no habían entendido lo que el mismo Juan decía: “yo los bautizo con agua para invitarlos a que se vuelvan a Dios; pero el que viene después de mí los bautizará con el Espíritu santo y con fuego, no soy digno de desatarle las sandalias” (Mt 3, 11). Desde luego, no tenían todavía el contacto tan frecuente con Jesús, es por eso que la respuesta de los discípulos a la pregunta sobre ¿quién dice la gente que es Él? no podía ser otra que Juan o los profetas. La gente aun no conocía quien era el hijo del Hombre; Jesús, seguían esperando “al que ha de venir”.
Muchos de nosotros creemos saber quién es Jesús, y somos capaces de identificarlo inmediatamente en el templo al mirar una imagen de su crucifixión, e incluso, tenemos la capacidad de enseñarlo a otros y hasta sentimos la autoridad para criticar las otras percepciones que se tienen del Señor. El mismo Simón Pedro toma la palabra, precisamente para dar un concepto de Jesús: “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios” (Mt 16, 16). Tiene la seguridad de conocer al Señor, por sus encuentros con Él.
Ahora bien, ¿y yo? ¿verdaderamente conozco al Señor Jesús? ¿Qué vivencia espiritual poseo con el Redentor? La pregunta que hace Jesús es cuestionante: “¿quién dicen que soy yo?” y más allá de encuestar a todos los que nos rodean sobre que conocen de Jesús, la pregunta nos puede servir más a nosotros mismos, ¿Qué digo yo de Cristo? ¿puedo hablar más de 5 minutos consecutivos del Señor? Responder a estas interrogantes está más allá de los libros o de las opiniones externas, debemos buscar un encuentro profundo con el Señor. Poder responder a quién es Él, radica principalmente en hablar con Él, esto es esencial.
Muy seguramente nos podemos preguntar: ¿Cómo? Pues, San Alfonso María de Liguori, propone algunos medios para poder encontrarnos con el Señor: La visita a Jesús Sacramentado cada vez que podamos, la vivencia eucarística, la contemplación de Jesús crucificado o en el pesebre, el sacramento de la reconciliación, su Santísima Madre la Virgen María, etc. Todos estos medios nos ayudarán a poseer un encuentro con el Señor Jesús, encuentro tan poderoso, que seremos capaces de hablar de Él a todos con seguridad y amor.
Nos dice san Alfonso: “He de visitar frecuentemente a Jesús Sacramentado, mi Salvador, porque allí Jesús, me enseña la humildad, la obediencia, el amor, en una palabra: el espíritu de sacrificio, que tanto nos falta para el fiel cumplimiento de nuestros deberes de estado.”
Otro medio privilegiado de encuentro con el Señor está en la Iglesia, en el encuentro de la asamblea unida que celebra y vive al Redentor, desde esta se puede ver la presencia de Dios en el mundo, no tengamos miedo de acudir a la Iglesia para encontramos con Él, en ella no puede derrotarnos el mal, esta recomendación es dada por el mismo Señor: “el poder del infierno no la derrotará” (Mt 16, 18).
Partiendo de este encuentro, podemos reconocerlo inmediatamente en nuestro caminar. Si de algo está seguro Jesús, es que las personas seguían esperando al mesías, y no veían en su presencia humana (Dios Hijo) y en su asamblea (Iglesia) al Dios trino. Pues Jesús está en medio de nosotros, en la Iglesia, en nuestras familias, en los migrantes, en los pobres, en quienes nos necesitan. No esperamos al que ha de venir, lo tenemos presente en cada uno de los que nos rodean, porque todo lo que hacemos por nuestros hermanos, lo hacemos por Él (cf. Mt 25, 31 – 46).
En este domingo, la invitación radica en buscar al Señor Jesús, encontrarme con Él, acudir a la oración, tan olvidada y muchas veces subestimada, dejar que sea Él que de las respuestas que tanto busco, reconciliarme tanto con Jesús, como con mis hermanos, pedir perdón, aportar en la solución de conflictos que tengan personas cercanas a mí, pero especialmente, problemas que yo tenga con otros, y que impiden que pueda ver a Jesús en sus rostros. Hermanos, no esperemos al que ha de venir, ni lo confundamos con otros, Jesús está a tu alrededor, desesperado por que le busques y le reconozcas.
Textos consultados:
- Poittevin Charpentier – El evangelio según san Mateo – cuadernos bíblicos 2.
- Evangelio según Mateo. Comentario exegético – espiritual – Mario Galizzi.
Visitas al Santísimo Sacramento y a María Santísima – San Alfonso M. de Liguori