XVIII Domingo del Tiempo Ordinario
Comentario dominical
31 de julio de 2022
Ciclo C: Lc. 12, 13-21
Por: P. Víctor Chacón Huertas, C.Ss.R. (Redentoristas de España)
Esa parece la propuesta de las lecturas de este domingo, pero antes de comentar su significado recuperemos algo de historia. Nuestros queridos monjes benedictinos –según creo recordar- conservaban en su regla primitiva un único voto, el principal, el más importante: “conversión de costumbres”. ¿y eso qué es? ¿qué implicaba? Pues implicaba estar siempre dispuesto a cambiar, a mudarse, a mejorar la propia vida; pero no en sentido egoísta y material sino espiritual, a mejorar la propia vida de santidad, a crecer ante Dios. Algo así parece la propuesta que veladamente nos va haciendo la Palabra de Dios de este domingo. En medio de las calores del estío y del aplatanamiento natural nos invita a desinstalarnos, apagar el aire acondicionado (quien lo tenga) y tomar en serio lo valioso de nuestra vida.
– Primero nos lo hace notar el Eclesiastés: “Todo es vanidad”. Y con esto nos invita a buscar lo realmente valioso de nuestra vida, y a darnos cuenta de que aquello en lo que tantas veces ponemos nuestra seguridad y confianza –la obra de nuestras manos- está vacío y no posee fuerza ni valor por sí mismo. Nada de este mundo te llenará del todo (te puede entretener sí, pero no dar sentido a tu vida), algo así parece sentenciar este libro sagrado. Has de buscar en otro lugar.
– San Pablo a los Colosenses da los siguientes pasos al pedirnos: “Buscad los bienes de allá arriba”, los que valen de verdad, los que no se encuentran tan fácil, no seáis tan flojos y perezosos, “lo bueno cuesta” apunta San Pablo. Todavía les insiste con más radicalidad: “Dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros”. Y quizás sea hora de descubrir eso que “de terreno” hay en nosotros, eso que nos encadena a esta tierra y que no nos permite avanzar ni crecer en la relación con Dios y con los hermanos. Y una genial intuición paulina: “Cristo es la síntesis de todo (lo valioso, bueno y verdadero) y está en todos”, con ello nos llama a hacer una mirada profunda de la realidad, una visión trascendente y acogedora de cada persona y de su situación. Mirarlo desde Cristo.
– Al igual que las plantas realizan la fotosíntesis, y con luz, dióxido de carbono y agua producen oxígeno y nutrientes para ellas; nosotros estamos llamados a realizar la “Cristosíntesis”, a cambiar en nuestra vida cuanto hay de terrenal, de egoísmo, de cerrazón a Dios y a los hermanos, y pasar a descubrir a Cristo en cada ser que vive, aspirar a “los bienes de ahí arriba” y gozar descubriendo aquello que Dios hace en mi vida. Abandonar toda ambición, dejar de “rezar a Dios para que me toque la lotería”, para que haga lo que yo quiero, y comenzar a rezarle ¡para que yo me disponga a hacer lo que él quiere! Hay un leve matiz entre estas dos oraciones. Un cristiano que no realiza la Cristosíntesis no oxigena la Iglesia sino que la contamina… redescubramos la importancia de vivir en estado de conversión, en actitud de permanente cambio.