VII Domingo de Pascua
Ascensión del Señor
Comentario homilético
16 de mayo de 2021
Por: P. Alberto Franco Giraldo, C.Ss.R.
Lecturas:
- Primera: Hechos de los Apóstoles 1, 1-11.
- Salmo 46,2-3.6-7.8-9.
- Segunda: carta de san Pablo a los Efesios 1,17-23.
- Evangelio: Marcos 16,15-20.
Una ubicación de la reflexión
En Antioquía llamaron por primera vez “cristianos” los apóstoles y discípulos porque siempre hablaban de Jesús el Cristo (Hch 11,26). El nombre de “cristiano” recuerda que la referencia y la orientación fundamental de quienes se así se reconoce debe ser el conocimiento de su vida, sus palabras y sus enseñanzas. Y el primer paso es conocer los evangelios. Es una contradicción que cristianos que se dicen muy convencidos y comprometidos con la fe, hagan afirmaciones contundentes, y a veces excluyentes, sobre temas y prácticas religiosas sin fundamentarlas en Jesús de Nazaret; sin basarse en el Dios que él nos reveló y en una lectura honesta de las Sagradas Escrituras. Considero una lectura a honesta la que hacemos preguntándonos: ¿Qué decía ese texto en su tiempo y qué me diría hoy? Con apertura para dejarnos cuestionar e iluminar por la Palabra de Dios. En contraposición considero lectura deshonesta a la que se hace solo para justificar mis ideas y posiciones religiosas.
La Ascensión del Señor, es la confirmación del Resucitado como el Hijo Amado de Dios Padre-Madre, como la imagen visible del Dios invisible. Es la confirmación que Él, quien bajó del cielo, se encarnó y se hizo ser humano, es el envidado del Padre, es la palabra de Dios hecha carne, quien no hizo alarde de su categoría de Dios y se hizo semejante en todo al ser humano menos en el pecado; y que reveló una imagen desconocida de Dios, profundamente transformadora de la relaciones humanas, sociales, religiosas y con la creación. Ese mismo Jesús que, en fidelidad a su comprensión de Dios, tuvo un comportamiento profundamente escandaloso para la gente religiosa de su tiempo porque no respetaba sus tradiciones religiosas. La manera de vivir y relacionarse Jesús consecuencia de su conocimiento de Dios, no cuadraba con la que tenían sus contemporáneos y por eso en vez de escucharlo, los descalificaron, lo desprestigiaron, lo persiguieron, lo condenaron a muerte y ejecutaron como un revolucionario político. Ahora, ese “ser humano desechado”, “asciende” al “lugar” de donde bajó, “vuelvo a mi padre y al padre de ustedes” y confirmando que ese hijo de carpintero, ese campesino predicador y andariego es el Hijo de Dios, y por eso sube, asciende al “lugar” de donde bajó; como el nuevo Moisés enviado para liberar al pueblo sufriente, oprimido y esclavizado. Con esta comprensión de la Ascensión, reflexionemos sobre las lecturas bíblicas:
Unos elementos de la Palabra de Dios escuchada
Lucas, al comenzar el libro de los Hechos de los Apóstoles, le hace un recuento a Teófilo de los elementos centrales de su evangelio y coloca la ascensión del Resucitado como la bisagra entre las dos obras, le dice que había escrito: “todo lo que Jesús hizo y enseñó, las instrucciones dadas a los apóstoles por medio del Espíritu Santo, las apariciones dando pruebas de que estaba vivo y hablándoles del reino de Dios; la expectativa de los discípulos de la restauración del reino de Israel dejándoles claro que no sabrán cuándo, pero que Espíritu Santo descenderá sobre ellos y les dará fuerza para ser testigos; que dicho todo esto lo vieron levantarse hasta que la una nube lo oculto de su vista; y que mientras los apóstoles miraban las nubes, unos ángeles les preguntaban qué hacían ahí plantados, mirando al cielo, porque Él volvería de la misma forma que lo habían visto marcharse”.
Estos elementos los debe tener en cuenta todo cristiano: lo que Jesús hizo y enseño; la ayuda del Espíritu Santo para entender su mensaje; el reino de Dios como el mensaje central de su predicación; reino que se realiza en este mundo porque es paz, justicia, amor, respeto y cuidado de la obra de Dios (el ser humano y la creación) pero no se identifica con los poderes políticos, religioso o económico de este mundo; con la fuerza del Espírito Santo ser testigos de Jesús. Que el Hombre Jesús Nazaret es el hijo Dios y por eso “sube a los cielos”, de donde había bajada para encarnarse, para hacerse ser humano. Dos realidades inseparables en Él: la humana y la divina. Para evitar la tentación de una religión que “vive en las nubes” desentendiéndose de la tierra, los ángeles les dicen que no se queden mirando al cielo, qué Jesús está presente en la tierra. Esto es lo fundamental y novedoso el cristianismo: el Dios hecho carne e historia sigue presente en nuestra tierra como en el cielo.
En la carta a los Efesios, san Pablo pide a Jesucristo que dé a los cristianos “un espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, que ilumine su corazón para comprender la esperanza a la que está llamados, la gloria que da en herencia y la grandeza a la que están llamados”. En otras palabras, no hay que dar por hecho que conocemos a Jesús o que el conocimiento que tenemos de él es el verdadero, que necesitamos su luz en nuestro corazón para reconocer si la esperanza que decimos tener es la de Jesús o no. Igualmente, para darnos cuenta si nuestra comprensión de la “gloria” y la “grandeza” de ser cristiano está de acuerdo con el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo o no. “La gloria de Dios es que el hombre viva” decía san Ireneo, y san Oscar Romero decía: “la gloria de Dios es que el pobre viva”. La grandeza cristiana es el servicio: “el que quiera ser el primero sea el ultimo y el servidor de todos”. Mientras haya seres humanos que vivan indignamente, Dios no tiene gloria; mientras haya pobres que mueran de causas evitables su gloria y su grandeza no son plenas. Los cristianos, damos gloria a Dios y reconoceos su grandeza, ayudando para que su obra: los seres humanos y la creación, viva digna y respetuosamente.
Marcos finaliza su relato con Jesús resucitado “enviando a los discípulos a proclamar el Evangelio a toda creación, afirmando que su aceptación es la salvación, salvación que protege de los daños de demonios y venenos, lleva a sus discípulos a hablar de manera que todos los entiendan y sanar enfermedades. Cuando Jesús sube el cielo, los discípulos salen a predicar”. Lo repito de otra manera, la predicación del Evangelio hace realidad en la vida concreta de personas y comunidades la salvación que abarca todas las dimensiones de los seres humanos. Los términos griegos del Nuevo Testamento relacionados: sōdsō, «salvar», sōter, «salvador», y soteria «salvación», hacen referencia a “hacer sano, sanar, salvar, preservar, y, en cuanto a personas, salvar de la muerte o mantener con vida”[1]. Una “predicación” centrada en el mandato de Jesús lleva a las personas a vivir con respeto, dignidad, solidaridad, respeto y cuidado de la naturaleza, es decir, a “tener vida en abundancia”.
En medio de esta realidad global de profunda injusticia social, económica, ambiental que ha sido develada y agudizada por la pandemia del COVID 19; en medio de la crisis humana, ética, cultural y religiosa profundizada por la proliferación de mensajes de odio contra lo otro, lo diferente y lo distinto; en medio de mensajes generadores de miedo al que viene de otro lado, al que piensa distinto, al que no se adecúa a nuestra comprensión de la vida, de la religión, de la política, de la sexualidad, de la familia…; en medio de una época de desinformaciones y manipulaciones a gran escala y a grandes multitudes y en favor de pequeños grupos de poder económico global, una época de graves riesgos para la vida de millones de personas por hambre, falta de salud, manejo de la pandemia y cambio climático; en medio de la grave crisis colombiana “gestada” durante largos años por profundas injusticias sociales y económicas y puestas en evidencia con el paro nacional; en medio de estas realidades, cristianos y cristianas, por fidelidad al mandato de Jesús debemos leer, releer y actualizar su proyecto de vida presentado al comienzo del evangelio de san Lucas: “El Espíritu del Señor están sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticias a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4,18).
Este proyecto ofrece criterios y luces para que el creyente piense, hable, tome decisiones y actúe a nivel personal, social y religioso de cara a todas estas realidades que van en contra del querer de Dios. Es doloroso y a veces indignante, que un número significativo de lideresas y líderes religiosos “estén mirando a las nubes” sin reconocer que Dios está encarnado en las realidades que afectan a todos los seres humanos y la creación, que son su obra y que digan que ellos y ellas tienen toda la razón y toda la verdad sin tomarse un tiempito para ver la realidad real.
[1] https://www.biblia.work/diccionarios/salvacion-salvar-salvador/, consultado el 10 de mayo del 2021.