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Por: P. Marciano Vidal, C.Ss.R.

Fuente: Blog Academia Alfonsiana – Roma

Hemos solicitado a algunos renombrados teólogos moralistas de diversos orígenes, unidos por la amistad con la Academia Alfonsiana, que escribieran un comentario sobre el texto del papa Francisco, Fratelli tutti, nn. 256-262, sobre un tema de máxima actualidad: La injusticia de la guerra. Aquí presentamos la tercera contribución de la serie.

En Fratelli tutti (FT) hay dos temas de moral concreta que suponen un cambio radical en los planteamientos de la Teología Moral católica: la doble afirmación sobre la inmoralidad tanto de la pena de muerte como de la guerra (FT, nn. 255-270). La inmoralidad primera ya había sido adelantada en la corrección del Catecismo de la Iglesia Católica. Trataré de subrayar el significado de la inmoralidad de la guerra.

Encuadre

El pensamiento del papa Francisco se sitúa en la trayectoria marcada por determinados textos magisteriales y por una reflexión teológico-moral específica, inmediatamente precedentes.

Entre los textos magisteriales hay que destacar: 1) Esta afirmación del Vaticano II: la situación presente «nos obliga a examinar la guerra con mentalidad totalmente nueva» (Gaudium et Spes, n. 90). 2) El lamento de Juan XXIII: «Es irracional (alienum est a ratione) pensar que la guerra sea ya un instrumento apto para restablecer los derechos violados» (Pacem in Terris, n. 127).

Por lo que respecta a la reflexión teológico-moral es de subrayar el cambio de tradición teológico-moral que acerca de la guerra ha propuesto una potente corriente de pensamiento teológico-moral católico, sobre todo en el ámbito lingüístico italiano, cuyos exponentes máximos han sido E. Chiavacci (1926-2013) y L. Lorenzetti (1931-2018).

La doble afirmación central

Por una parte, el papa Francisco niega validez a la justificación histórica de la guerra justa, paradigma que «hoy ya no sostenemos» (FT, nota 242), así como a las «excusas supuestamente humanitarias, defensivas o preventivas» (FT, n. 258). Entran en esta afirmación todos los paradigmas pretendidamente justificativos de la guerra en cuanto medio de resarcir agravios.

Por otra parte, exige que sea aceptada la Autoridad Mundial como «punto de referencia obligatorio de justicia y un cauce de paz» (FT, n. 257). Para ello se precisa acatar la Carta de las Naciones Unidas, «verdadera norma jurídica fundamental» (Ibid.). Por nuestra parte añadimos que ello precisa: 1) la desaparición del Consejo de Seguridad de la ONU como órgano “legitimador” de la guerra; 2) en consecuencia, la desaparición del Instituto jurídico internacional de “guerra legitimada”.

Sobre las armas nucleares (también: químicas y bacteriológicas)

El concilio Vaticano II condenó el uso del arma nuclear, pero se abstuvo de condenar la posesión. Lo mismo hicieron, durante la etapa de la Guerra Fría, los episcopados de Alemania (18-IV-1983), de Estados Unidos de América (3-V-1983) y de Francia (8-XI-1983).

El papa Francisco ha tenido el coraje intelectual de condenar también la posesión del arma nuclear. En su discurso en el Memorial de la Paz en Hiroshima (24 de noviembre de 2019) pronunció estas palabras: «El uso de energía atómica con fines de guerra es inmoral, como asimismo es inmoral la posesión de las armas atómicas, como ya lo dije hace dos años».

En consecuencia, también ha pedido la reconversión de la industria armamentística en un servicio eficaz al desarrollo económico, secundando así la orientación propuesta por Pablo VI en la encíclica Populorum progressio (n. 51).

Termino esta breve presentación resaltando dos frases gráficas: «En nuestro mundo ya no hay solo “pedazos” de guerra en un país o en otro, sino que se vive una “guerra mundial a pedazos”, porque los destinos de los países están fuertemente conectados entre ellos en el escenario« (FT, n. 259); «Toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado» (FT, n. 261).