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Por: Novicios, Jhonny William Vargas Vargas, Viceprovincia de Caracas

Juan Luis Rivera Arellano, Provincia de México

Durante el mes de mayo, hemos venido dedicando espacios para la oración y pedir la intercesión de nuestra Madre la Virgen María, es un tiempo que nuestra Iglesia le dedica a recordar sus virtudes y acción durante su vida terrenal. Recientemente, en uno de sus encuentros del Papa Francisco con los jóvenes nos ha invitado a ser como María, “la influencer de Dios[1]. Pero antes de ver las virtudes que tuvo ella para influir, es preciso contextualizar, puesto que en la última década se ha venido escuchando suficiente este término, y nos precisa que es una persona con capacidad para influir sobre otras, principalmente a través de las redes sociales[2]

Ahora bien, “la joven de Nazaret no salía en las “redes sociales” de la época, no era una influencer, pero sin quererlo ni buscarlo se volvió la mujer que más influenció en la historia[3], tanto es así, que encontramos en las Sagradas Escrituras ejemplos claros de su acción palpable en su vida, por ejemplo, la visita que le realizó a su prima Isabel, que fue un claro ejemplo de cómo su presencia era percibida no solo por su prima, sino por el niño que llevaba en el vientre. Además, puede resaltarse que este hecho no queda solamente en una simple visita, sino que María se coloca en servicio.  Otro ejemplo lo encontramos en las bodas de Caná, que fue otro espacio en el que su palabra fue resaltante, tanto para los encargados de ese evento, como para su hijo; pues su preocupación por llevar siempre lo mejor para que las personas se sintieran ayudadas, es un reflejo claro de su vida y su bondad para con la humanidad.

     Ante lo mencionado, es importante resaltar la obra de María como mujer de su pueblo, de su cultura, de un contexto político y religioso, donde es claro el hermetismo ideológico y machista, donde valía más una mujer por el hecho de ser madre que el de ser esposa, hija o simplemente mujer. Sin embargo, María es la mujer innovadora, la joven que re dirige el rumbo de la historia con un Fiat, un sí, que marca un parteaguas histórico, ideológico y así mismo, teológico; pues María es la chica que cuestiona, que razona, que medita y contempla para después ponerse en acción; claramente, con una gran encomienda, traer al mundo al Redentor, al hombre más influyente de toda la historia y que aun después de más de dos mil años, sigue haciendo lío en la vida, realidades y contextos de muchas personas.

     Ante estas premisas, es importante plantearnos la idea de María como revolucionaria, citando propiamente la Sagrada escritura, pues en Lc. 1. 28-38, aparece el encuentro de la virgen de Nazaret con el mensajero divino. Este encuentro, es el que rompe la historia, pues es revelado el anuncio y la promesa que Hizo el Dios de Israel con su pueblo desde antiguo y que esperaba la llegada del Emmanuel, el Dios con nosotros, el Mesías. Por tanto, en este diálogo de María con el ángel, encontramos la ruptura total de ideologías culturales, donde no estaba permitido a una mujer estar a solas con un hombre, donde no se permitía cuestionar y menos si era un mensaje divino y, precisamente esto hace la joven María, habla con Gabriel y le cuestiona ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? (Lc. 1,34) y la única respuesta es clara, ella es la elegida, es la predestinada para asumir esta gran misión, ser la Madre de Dios.

     No obstante, hablar de predestinación es ser conscientes de lo que ello implica, pues muchas veces se confunde con la predeterminación que es opuesta a la primera. Al hablar de predestinación, se hace énfasis en el libre albedrío, en la toma de decisiones en libertad y plena voluntad. Ante esto, podemos decir que María es la joven que libremente dijo “SI” al proyecto divino, asumiendo con ello la diversidad de realidades e implicaciones que esta respuesta conllevaba. Por tal razón la chica de Nazaret es una mujer innovadora, arriesgada y aventurera, que se sumerge en la inmensidad de la fe y confianza en su Creador y Señor, que se atreve a romper estereotipos culturales y da un salto valiente a ser portadora de buena noticia para la humanidad.

     Por tal razón, en María puede observarse la figura de la misionera en salida, que da el primer paso para emprender un camino evangelizador diferente, que nos invita y motiva a todos los consagrados a salir de nuestra zona de confort y vivir a cabalidad las realidades que nos presenta nuestro mundo, en pocas palabras, ha llegado “el momento de usar los espacios para la propuesta, la formación y la información…  pues, uno puede y debe ser o mostrarse como consagrado en la red”[4] pero no sólo los consagrados, sino todos los que llevamos el título de cristianos y que hemos asumido en nuestra vida la acción vivificante del Espíritu Santo, que nos impulsa a que cada paso o acción que realicemos en las plataformas sea para el anuncio real y vivencial de la Palabra de Dios. Esta era virtual, no debe ahogarnos o asfixiarnos en nuestras estructuras, al contrario, debe enseñarnos a salir adelante y buscar las herramientas necesarias para edificarnos como seres humanos en busca de la actualización del misterio salvífico.

     Ahora bien, en estos momentos donde todos quieren ser influyentes en una sociedad cada vez más individualizada, secularista, hedonista y materialista, debemos confrontarnos y pensar que tipo de influencer queremos ser. Hoy más que nunca necesitamos voces valientes y proféticas que anuncien esperanza y amor, que griten en el sexto continente, en estos nuevos areópagos, que no todo está perdido, que los sueños y metas, que la justicia y la paz son posibles, que aún puede existir un mundo mejor, que Cristo está vivo. María es claro ejemplo de una influencer comprometida con un Reino sin fronteras e ideologías; María de Nazaret es la joven que apuesta por una vida inundada de Dios y llena de sentido, que deja de lado las apariencias y es la mujer transparente asociada a proyecto del influencer de Dios, Cristo Jesús.

     En suma, podemos afirmar que un influencer con espiritualidad mariana siempre debe ser:

1. Caritativo: que en cada palabra y obra que realice, sea para edificar y construir y no para destruir; buscando siempre un propósito firme de salvaguardar la dignidad de las personas y siempre en pro de los más débiles y frágiles.

2. Amoroso: que sus movimientos y miradas reflejen la vida amante de una madre que siempre les atiende y está pendiente de llevar sus súplicas al Padre. Esto, evitando manifestar y realizar acciones que promuevan el odio y discriminación, sino aquellas que busquen la unidad y la paz, pero sobre todo la reconciliación.

3. Personas sociables: no deben ser influencer ensimismados, pues la Virgen María no se quedó en su hogar pensando y viendo por ella misma. Ella sale y comparte el anuncio de las maravillas que ha recibido de parte de Dios (Lc.1,49).

4.  Conocedores de la palabra de Dios: Esto implica no ser solo estudiosos, sino cumplidores fieles de sus mandatos, de sus acciones; cómo hablar de algo que no hemos experimentado en nuestra vida, se trata de conectar intelecto con experiencia de fe.

5. Creativos: tener iniciativa y audacia para transmitir por medio de imágenes, videos, notas, podcast, etc. Buena Noticia, haciendo actual el mensaje salvífico de la palabra de Dios. Nunca debemos quedarnos en la banca, al contrario, entrar al campo de juego de la tecnología que nos refuerce y ayude a otros a tener un pleno conocimiento de Dios.      Solo con valentía, coraje, compromiso y pasión podremos aceptar las gracias que


[1] Discurso de la vigilia en la JMJ 2019, 26 de enero de 2019

[2] RAE Recuperado de: https://www.rae.es/observatorio-de-palabras/influencer

[3] Discurso de la vigilia en la JMJ 2019, 26 de enero de 2019

[4] Alday Jesús María, Conectados. Vida consagrada y cultura digital. Publicaciones Claretianas. Madrid. 2011. pag. 75.