UNA NUEVA FORMA DE ENSEÑAR
XVII Domingo del Tiempo Ordinario
Comentario dominical
25 de julio de 2021
Ciclo B: Jn 6, 1 – 15
Por: P. Luis Carlos Jaime Murillo, C.Ss.R. – Superior Provincial
El relato de la multiplicación de los panes y los peces es el único milagro de Jesús narrado seis veces por los cuatro evangelistas: dos en Marcos, dos en Mateo, una en Lucas y una en Juan, cada narrativa con detalles propios.
La liturgia de este domingo nos ofrece la versión del evangelista Juan en la que encontramos elementos comunes con los evangelios sinópticos y otras que son propias del autor del cuarto evangelio. En la presente reflexión quiero resaltar algunos aspectos relevantes del texto que se nos presenta para la meditación.
- Una nueva forma de enseñar. (Jn 6, 14). El relato nos muestra a Jesús subiendo a un monte y lo sigue mucha gente procedente de Galilea al lado del Mar de Tiberíades. La mención de un monte al cual sube Jesús es importante en el relato de Juan porque quiere presentar a Jesús al estilo de Moisés quien en el Sinaí recibió la Ley. De igual manera están con Él los discípulos quienes van a ver una nueva forma de enseñar por parte del maestro. La referencia a Galilea, la región norte de Palestina, es importante porque su población es campesina que dedicaba su vida al cultivo de la tierra y por pescadores quienes se ganaban la vida pescando de manera artesanal. Los oyentes de Jesús eran personas empobrecidas a causa de las políticas económicas del imperio Romano y de los dirigentes políticos de Israel. Los guías religiosos no mostraban el más mínimo interés en los pobres y necesitados. La Biblia indica que eran “amantes del dinero”, que “devoraban las casas de las viudas” y que estaban más preocupados por guardar sus tradiciones que por cuidar de los ancianos y desamparados (Lc 16,14, 20,47; Mt 15, 5). Cabe señalar que en la parábola de Jesús sobre el buen samaritano, un sacerdote y un levita vieron a un hombre herido, pero siguieron por el otro lado del camino en vez de detenerse a ayudarlo. (Lc 10,30-37).
- Cambio de mentalidad en los apóstoles (Jn 6, 5-9). En la época de Jesús quien tenía dinero podía comprar las cosas, y el resto de la población debía recurrir a la generosidad de la gente y en el peor de los casos, a morir de hambre. Jesús pone a prueba a Felipe, lo invita a ser recursivo, a cambiar su mentalidad y a no dejarse llevar del desánimo al ver la cantidad de gente y saber que solamente tienen unos panes de cebada y dos peces. Si cambia la manera de pensar, se realizará el milagro, y fue lo que efectivamente sucedió.
Estos son los detalles en relato del evangelista Juan que nos ayudan a entender qué aconteció:
- La presencia del muchacho. Quien hace la entrega es un muchacho quien no tiene ningún reparo en darlos para que se obre el prodigio por parte del Maestro. El chico no tiene ningún prejuicio para hacerlo y confía plenamente en lo que hará Jesús. Cabe recordar que los ancianos siempre se opusieron y persiguieron a Jesús y lo condenaron a muerte.
- Los panes de cebada. Era el pan de la gente pobre porque los ricos servían en sus mesas pan de trigo. Es un detalle que muchas veces pasa desapercibido cuando hacemos la lectura del texto: son los pobres quienes no tienen miedo de compartir con los demás todo lo que tienen. La donación que hacen los pobres no es una pérdida, sino ofrenda que ayuda a que los demás mitiguen sus necesidades.
- El simbolismo de los números. En la Biblia los números tienen un sentido simbólico, por ejemplo, el número siete (7) significa plenitud o el tiempo necesario para realizar una cosa. En nuestro relato nos encontramos que el muchacho tiene cinco (5) panes de cebada y dos (2) pescados, que sumando los dos elementos nos da un total de siete (7). Este detalle tampoco se puede dejar pasar por alto: Ellos tenían lo suficiente para cubrir las necesidades de los presentes y no hacía falta el dinero (200 denarios)[1] para comprar el pan. Cuando se comparte lo que se tiene alcanza para todos y sobra para los demás (Jn 6, 11). Luego el relato hace referencia a que con lo que sobró de los panes se llenaron doce (12) canastos. El número 12, para el Antiguo Testamento simboliza las tribus de Israel y para el Nuevo Testamento los apóstoles. Los seguidores de Jesús tienen que comenzar una nueva manera de vivir, en la que ninguno pace necesidad. Los seguidores de Jesús deben tener la capacidad de compartir todo lo que se tiene (cf. Hech 2,42)
- El protagonismo de Jesús. A diferencia de los relatos que nos presentan los evangelios sinópticos, Jesús es quien reparte los panes y los peces. Él es el Mesías salvador que satisface las necesidades de sus hermanos y los apóstoles tienen que aprender del maestro la manera de servir.
Los oyentes de hoy
La situación de pobreza en la que vive la mayoría de los colombianos no es diferente a la que se encontraban los paisanos de Jesús. La acumulación de los bienes en pocas manos ha llevado al empobrecimiento progresivo de la gente, mientras que una minoría los acapara. El relato de la multiplicación de los panes y los peces es una invitación a ser solidarios con los más desprotegidos y tomar la actitud valiente del muchacho que no se guardó nada para sí, sino que entregó todo lo que tenía. En muchos hogares no hay pan suficiente, y las personas tienen que recurrir a buscar alguna cosa en las bolsas de basura, lo que sobra de la abundancia de unos pocos. El mundo produce comida suficiente para todo el género humano, pero desafortunadamente se encuentra acumulada en manos de una minoría.
Jesús no fue populista ni buscó el poder valiéndose de la necesidad y de la pobreza de sus paisanos: “Sabiendo Jesús que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte” (6,15). En Colombia nos encontramos con personas que se autoproclaman líderes y se aprovechan de la necesidad de la gente para lucrarse y para aparecer como “mesías”, o como los únicos que pueden cambiar la situación de empobrecimiento.
Jesús no se dejó vencer de la tentación del poder que le daba el realizar signos a favor de la gente. Amó profundamente a los pobres y entregó la vida por ellos y no hizo promesas, sino que los invito a ser solidarios y a que tuvieran confianza en Él. La única propuesta que hizo fue: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13, 34)
La invitación que nos hace la liturgia de este domingo es a compartir lo que tenemos con quienes tienen menos. En nuestras casas hay cosas que no usamos y que prestarían un mejor servicio a otros. No olvidemos que acumular es un pecado que está destruyendo la sociedad. Todo aquello que nos sobra, se lo hemos robado a los pobres.
[1] Un denario equivalía a un salario mínimo legal.