APERTURA Y COHERENCIA
XXVI Domingo del Tiempo Ordinario
Comentario dominical
26 de septiembre de 2021
Ciclo B: Mc. 9, 38-43. 45. 47-48
Por: P. Edward Julián Chacón Díaz, C.Ss.R.
La lectura primera tomada del libro de los Números (11,16-17. 25-29), Josué quisiera monopolizar el espíritu del Señor, lo mismo intentará hacer Juan en el evangelio. No es ese el parecer de Moisés ni tampoco el de Jesús. Sus respectivas intervenciones son una exhortación a la tolerancia y a la magnanimidad. La exclusión sectaria, la mirada recelosa, la pretensión monopolizadora son actitudes extrañas al espíritu del Señor. Dios no tiene límites en su actuar, todo bien tiene siempre su origen en él.
Por su parte Santiago (5, 1-6) advierte contra la opresión y las injusticias de todo tipo contra los débiles, los pobres y aquellos que Dios ha elegido libremente. Esto es especialmente, contra aquellos que no pertenecen a nuestro grupo o clase. No debemos limitar el verdadero espíritu de Dios obrando en ellos. Más bien, debemos ayudarlos a avanzar y a crecer física y espiritualmente. La dimensión social del mensaje de Santiago es evidente. Es posible que en estos pasajes de la carta esté reflejada la situación concreta de la comunidad de Jerusalén, en la que abundaban los necesitados. Pero en la comunidad hay también ricos que no parecen prestar demasiada atención a los pobres, y por ello son denunciados.
En el Evangelio dominical (Mc. 9, 38-43. 45. 47-48), tiene dos secciones: la primera se refiere, al uso del Nombre de Jesús (vv.38-40), la segunda, acerca del escándalo propio y ajeno (vv.42-50) que hemos evitar en todo momento. Inicialmente el discípulo Juan le pregunta a Jesús acerca de un exorcista desconocido que estaba expulsando demonios en el nombre de Jesús. La pregunta de Juan podría haber sido motivada por celos. Anteriormente, en el Evangelio de Marcos, Jesús sanó a un niño a quien los discípulos no habían podido sanar. Los discípulos observaron que el exorcista desconocido invocó el nombre de Jesús y tuvo éxito en sus esfuerzos de curación. Este sanador desconocido reconoció el poder del nombre de Jesús, sin embargo, no era un seguidor de Jesús. En su respuesta a sus discípulos, Jesús reconoce que los hechos de fe pueden preceder a las palabras de fe.
La segunda sección (vv.42- 47), se abre y cierra con una sentencia muy positiva (vv. 41. 50), para luego continuar con una serie de sentencias amenazadoras contra el escándalo, que bien entendidas, poseen un carácter preventivo (vv. 42-50). Si bien, el bondadoso gesto de dar de beber es humilde en sí, su significado crece si consideramos que el agua en esa cultura era un bien preciado, porque muy escaso. Lo que cuenta es la motivación, hacerlo por el Mesías, por ser de Jesús (v.41); se sugiere el precioso carácter interior de este gesto de vida y bondad del corazón del hombre de fe.
El escándalo, sin embargo, es sembrador de muerte, lo mismo, que ser ocasión de pecado (vv. 41.42.45.47). La severidad del discurso por parte de Jesús habla de la gravedad del asunto. Quien limita o bloquea el camino de fe de los pequeños, miembros de la comunidad, hombres y mujeres sencillos, que han comenzado un camino espiritual de fe, recibe palabras muy duras de parte de Jesús. La gravedad de la pena, aplicada al culpable, habla de la gravedad del escándalo. Los ejemplos de la mano, símbolo de la acción, el pie, del movimiento y el ojo, ventana del mundo interior, y el “más te vale”, viene a significar, la vida eterna, la comunión con Dios es un bien incomparable, bien supremo: es mejor obtenerlo, aunque estemos mutilados o privados de alguno de esos bienes corporales, antes que permanecer sanos e ir a la perdición eterna. Bien entendido, se refiere a que si la mano, el pie y el ojo pecan, es porque están siendo regidos, por una razón y voluntad enfermas. Hay que ir a las causas profundas, de nada vale serviría privarse de estos miembros, hay que intervenir en la raíz del problema. La conversión es de todo el ser humano, comenzando por la voluntad, la mentalidad y el corazón. La mención de la sal, se refiere a saber darle gusto, sentido sabiduría a la propia existencia cristiana y eclesial.
Finalmente, Moisés corrigió debidamente a Josué; Jesús catequizó rectamente a Juan; Santiago, como es costumbre en él, denuncia con vigor y valentía el comportamiento equivocado de los ricos, que se han hecho ricos injustamente. Lo social es quizá lo más tangible, lo más palpable para averiguar la rectitud o la falsedad del comportamiento humano. No todo se debe reducir a lo social; pero es un indicador orientativo. Las dos mentalidades se manifiestan en una multitud de expresiones; en lo social esta señal es unívoca, sin paliativos.