ENSEÑAR EL CAMINO, UNA RESPONSABILIDAD DE LOS PADRES DE FAMILIA
Por: P. José Silvio Botero G., C.Ss.R.
INTRODUCCIÓN
Cuando se trata de reflexionar sobre la misión de la familia en el mundo presente aparecen muchas sugerencias acerca de la tarea de la familia: en primer lugar, la Exhortación Apostólica Familiaris consortio del Papa Juan Pablo II (1.981) plantea una cuádruple misión a realizar: formar una comunidad de personas, prestar el servicio a la vida, participar en el desarrollo de la sociedad y la participación en la vida y misión de la iglesia.
Marciano Vidal, por su parte, sugiere una doble misión: personalización y socialización; hacer de los hijos personas genuinas, auténticas, capaces de integrarse en la comunidad humana y de convertirse en agentes de historia para bien de la humanidad.
A este elenco de tareas de la familia aún se pueden añadir otras más; entre ellas, la de mostrar el camino verdadero para el desarrollo de los hijos como personas de bien. No es fácil llevar acabo esta misión hoy, cuando la sociedad experimenta una serie de obstáculos: la corrupción, la secularización y la pérdida del sentido religioso, la crisis entre padres e hijos, el eclipse de la figura del padre, incluso también el eclipse de la figura de la madre., etc.
‘Mostrar el camino’ es una expresión frecuente en el argot popular: ‘cómo hago para llegar a…’, ‘indíqueme el camino para ir a la casa de fulano’, en una encrucijada de caminos preguntamos ‘cuál es el camino para ir a …’. La palabra ‘camino’ tiene relevancia especial en el campo de la educación, de la formación religiosa y, también cuando se trata de elegir el estado de vida, o la profesión…. Se oye hablar del ‘camino que lleva al infierno’, del ‘camino que lleva al cielo’, del ‘camino para amar de verdad’, del ‘camino para llegar a ser feliz’
1. EL CAMINO, UN TÉRMINO PRIVILEGIADO EN LOS EVANGELIOS
El término ‘camino’ y sus derivados verbales aparecen en La Concordancia Completa de la Biblia con una frecuencia sorprendente: más 200 veces aparece, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento; esta cifra revela la importancia de la palabra ‘camino’ en el plan Salvífico de Dios.
Un texto particularmente significativo lo encontramos en el Evangelio de S. Juan (14,3-7): “me voy a prepararos un lugar y volveré y os tomaré conmigo para que donde Yo esté, estéis también vosotros. Y a donde Yo voy sabéis el camino. Le dice Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?. Le dice Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la vida”. La Biblia de Jerusalén, en nota a estos versículos, escribe: “Jesús es el Camino en cuanto revela al Padre, nos da a conocer el Camino; Él mismo es el único acceso al Padre; viene del Padre y va al Padre”.
José Antonio Pagola en su libro El camino abierto por Jesús. Juan 4, refiriéndose a la perícopa ya mencionada, toma una sentencia del teólogo francés Joseph Moingt: “la gran revolución religiosa llevada a cabo por Jesús consiste en haber abierto a los hombres otra vía de acceso a Dios distinta de lo sagrado, la vía profana de la relación con el prójimo, la relación vivida como servicio al prójimo”.
La respuesta de Jesús al Apóstol Tomás propone tres pasos: 1. Descubrir a Jesús como camino; escuchar de Él la invitación a caminar, a avanzar siempre, a no detenernos nunca, a renovarnos constantemente; 2. Encontrar en Cristo la verdad. Descubrir desde Él a Dios en la raíz y en el término del amor que los seres humanos damos y acogemos. 3. Encontrar en Cristo la vida. En realidad, las personas creemos a Aquel que nos da la vida. Por eso, ser cristianos no es admirar un líder ni formular una confesión sobre Cristo. Es encontrarnos con un Cristo vivo y capaz de hacernos vivir.
Otro texto del Evangelio de S. Juan lo encontramos al comienzo (Juan 2, 35-42); narra el encuentro de los primeros discípulos con Jesús: Juan Bautista vio pasar a Jesús a cierta distancia y fijándose en Él dijo a dos de sus discípulos: ‘Ahí tienen al Cordero de Dios’. Sin duda que aquellos dos discípulos ya habían oído hablar del Mesías como el ’Cordero De Dios’; por esto siguieron enseguida a Jesús quien escuchando sus pisadas les preguntó: ‘¿Qué buscáis?. Y ellos a su vez, dijeron: ‘Rabbí, ¿dónde vives?. ‘Vengan y vean’, fue la respuesta del Maestro. Andrés, que era uno de estos dos discípulos, fue a llamar a su hermano Pedro y lo llevó a Jesús.
En este relato están implícitos 4 verbos que conllevan la idea de camino: buscar – encontrar- seguir – anunciar. Estos 4 verbos nos sugieren un proceso dinámico: buscar a alguien con quien nos interesa establecer una relación de amistad y habiéndolo encontrado seguirlo que equivale a permanecer junto a él; y cuando estemos junto a él, daremos la buena noticia del hallazgo a otros.
Este es también el proceso que sigue quien busca a Cristo; Él se deja encontrar y, como los primeros discípulos lo seguiremos sin vacilar, como el apóstol Andrés iremos a buscar a otros para llevarlos hasta Jesús. Ricardo Cuadrado Tapia, en su libro Diccionario de valores dedica un espacio a reflexionar sobre la expresión ‘Seguir a Jesús’:
- “El seguimiento de Jesús no es primordialmente cuestión de ilustrados sino de enamorados.
- Seguir a Jesús es entrar en el proceso existencial de sus experiencias, actitudes y valores.
- Seguir a Jesús es contar con Aquel que hace posible lo imposible en la historia, y que nos compromete y envía a esta tarea.
- Seguir a Jesús es don y tarea, gracia y esfuerzo, contemplación y lucha.
- Seguir a Jesús es reproducir su destino conflictivo, ponerse en situación de debilidad, de persecución, exponerse a la marginación, en una ciudad donde todavía predomina el poder del pecado y estar dispuesto/a a cargar con las cruces que se derivan de compartir su vida y misión”.
2. LOS PADRES DE FAMILIA, LOS PRIMEROS INDICADORES DEL CAMINO…
¿Cuál camino?. Para una familia cristiana el camino a señalar es el que Cristo nos mostró con su vida, con sus Palabra: el camino para ir con Él al Padre. Nuestros padres nos han encaminado al encuentro de Cristo; precisamente, en el bautismo los padres de familia junto con el padrino y madrina hicieron sobre la frente del niño/a la señal de la cruz, lo marcaron con el signo del cristiano que no es otra cosa que el inicio del camino tras las huellas del Divino Maestro.
Después del Bautismo, vendrá la Confirmación en que el joven ya bautizado se compromete con Cristo a dar testimonio de Él con entusiasmo y valentía; en la Primera Comunión participará en el Banquete Eucarístico; el Sacramento de la Penitencia le hará comprender que Dios es misericordioso y entenderá que como Cristo, el cristiano debe perdonar también a quienes le hagan daño.
¿Cómo cumplirán los padres de familia esta misión de ‘indicar el camino’ para seguir a Jesús de Nazareth?. Sugerimos cuatro disposiciones a tener en cuenta:
- Con la Enseñanza. Los padres de familia son los ‘primeros maestros’ de sus hijos: les enseñan a hablar, a saludar, a dar las gracias, a pedir permiso, etc. Y sobre todo, como padres cristianos les darán a conocer a Cristo con la oración en familia, con la catequesis.
- Con el Testimonio. El ejemplo de los padres es la primera clave de la enseñanza. El proverbio popular dice: ‘las palabras vuelan, el ejemplo arrastra’. Los niños aprenden mejor por lo que ven de bueno que por los discursos que escuchan en familia.
- Con el Estímulo. En una sociedad autoritaria prevaleció el castigo y poco se cuidó de estimular positivamente; muchas veces se impuso el capricho, la autoridad ciega y no se tuvo en cuenta aplaudir las cosas buenas, felicitar, motivar… Estimular es animar al buen comportamiento con palabras amables, cariñosas, ofreciendo apoyo, prometiendo algún premio, etc.
- Con la corrección. La corrección por amor, no por venganza; si es necesario el castigo, hacerlo dando a conocer el bien que se debía hacer y señalando el mal o daño causado, en tal forma que el hijo reconozca la falta cometida; pedirle una reparación en la medida de la capacidad del hijo, que se comprometa a corregirse de buena gana.
Algo que a veces los padres y de familia y los educadores no tienen presente, es el proceso pedagógico que el niño/a desarrollan progresivamente a lo largo de la vida. Es una serie de cuatro etapas por las que van pasando desde la infancia, la pubertad, la juventud, la vida adulta:
- La ‘anomía’ o etapa desde el nacimiento hasta los cuatro años en que identifican el bien con el placer y el mal con el dolor; darles un dulce los alegra, quitarles un juguete los enoja.
- La ‘heteronomía’, o la ley del superior (padre, madre de familia, educador) que va desde los cuatro hasta los ocho años; en esta etapa el niño/a identifican el bien con el premio, el mal con el castigo.
- La ‘socionomía’, etapa en la que el niño/a valoran la compañía y la amistad de amigos/as; esta etapa va de los ocho a los doce /catorce años; en ella identifican el bien con la alabanza, el mal con la censura, la crítica.
- La ‘autonomía’ que se inicia hacia los quince años es el momento en que el joven se siente libre, independiente, autónomo y exige se le reconozca y respete su libertad. Pero deberá reconocer que su autonomía no es absoluta; es relativa. Mientras sea hijo hay unos padres a quienes debe obediencia; si es estudiante deberá acatar directivos y profesores; si es obrero deberá respetar al patrón. La autonomía es relativa para todos: siempre hay una autoridad a la que debemos obedecer: Dios, jerarquía eclesiástica, gobernantes, patrones, padres de familia, directivos en la sociedad.
3. EL CAMINO DEBE CONDUCIR A LA REALIZACIÓN DE LA VOCACIÓN DEL HIJO
En tiempos pasados fueron los padres de familia quienes decidían el futuro de los hijos; generalmente el padre imponía a los hijos su propia vocación o profesión. Hoy, el relieve que se da a la persona humana conlleva el respeto a su dignidad, respeto a su conciencia bien formada, a la actividad y a la responsabilidad.
¿Qué es vocación?
Seguramente, la vocación es un término que habrá escuchado en más de una oportunidad, en los consejos de los padres o en las clases de orientación vocacional; pero saber qué es la vocación va más allá de los test y conversaciones con otras personas. ¿Por qué? Porque su significado tiene una íntima relación con tus intereses y aptitudes.
Para resolver la duda de qué significa la vocación, debes tomar en consideración esos dos conceptos (intereses y aptitudes), ya que te ayudarán a entender cuál es tu misión, es decir, el «llamado interior» que te dicta lo que deberías hacer profesionalmente. El término ‘vocación’ deriva del latín (vocare = llamar); Es la llamada interior que escuchamos indicándonos el camino de realización en nuestra existencia.
¿Qué es, en síntesis, la vocación?. La vocación es también considerada como el proceso que se desarrolla durante toda la vida, ya que se construye de forma permanente. Implica descubrir quién soy, cómo soy y hacia dónde quiero ir. Las respuestas a estos interrogantes marcarán la vocación y el camino a seguir por el individuo.
Muchas veces, la vocación queda en segundo plano por diversos factores externos, pero lo ideal es que aquello que elijas sea algo con lo que disfrutes día a día, sin importar aquellos obstáculos que se puedan cruzar en tu camino.
¿Cómo saber si tengo vocación?
William Henley escribió en 1888 el poema Invictus, en donde al final se lee: “soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”.
Más allá del aspecto poético y, un poco dramático, es cierto que hay que hacer lo posible para tomar aquellas decisiones que te lleven al futuro que desees. En ese plano hay que decir que si tienes la duda de ¿cómo saber si tengo vocación?, es importante que sepas que todos la tienen, sólo se necesitan de herramientas para saber cuál es y cómo llevarla a cabo.
Hay muchas vocaciones, muchas llamadas diversas a realizarse en la vida: la vocación al matrimonio, la vocación a formar familia, la vocación al celibato (como sacerdote, como religioso), la vocación del seglar en la iglesia, la vocación profesional en toda su variedad, etc.
Test vocacionales
Para poder responder a la duda de cómo saber cuál es mi vocación en la vida, es importante entender que no hay un sólo tipo de inteligencia, sino que existen diversos y todos son válidos.
Los test permiten que el alumno o alumna reflexione y entienda cuáles son sus aptitudes y sus debilidades, y en base a esto guiarse. Con respecto a los resultados, no son una respuesta estructurada que determina lo que debes elegir, sino que funciona como un consejo o recomendación en base a tus gustos y capacidades.
La vocación es fundamental al momento de elegir una carrera universitaria y, en un futuro, laboral. La idea es que disfrutes de aquello que haces más allá de los obstáculos e impedimentos propios de la vida. Por eso, es importante que a la hora de plantearse la duda de cómo saber cuál es la vocación en la vida, busques mecanismos para conocerte y además ser honesto/a tanto con las debilidades como con las aptitudes.
4. LA GRATITUD DEL HIJO
Hay dos palabras en nuestro léxico que tienen una cierta relación: gratuidad y gratitud. Ricardo Cuadrado Tapìa, en su libro Diccionario de valores, a propósito de ‘gratuidad’ escribe: “gratuidad es elevarse a una zona del espíritu, donde ya no existe la ley de ‘compra-venta’: dame y te daré. Las cosas necesarias de la vida, como pueden ser: Dios, el oxígeno, el agua, el amigo, la luz, el sol, la madre, son gratuitas”.
Y “la ‘gratitud’, escribe Cuadrado Tapia, nos impulsa a valorar justamente el favor que nos hacen y a corresponder, en la medida de nuestras fuerzas”. Y añade: “cuando damos las gracias, suben los niveles de paz y de equilibrio interior, y se refuerzan y revitalizan nuestros sentimientos más nobles.”
Gratuidad y gratitud se conjugan sabiamente en la familia: la gratuidad de nuestros padres, la gratitud de los hijos. La gratuidad de nuestros padres, expresión de la gratuidad de Dios, y la gratitud de los hijos para con nuestros padres que representan en la familia la gratuidad divina.
La gratuidad de nuestros padres y bienhechores, junto con la gratitud de los hijos se unen en un himno de alabanza a Dios, el Gran Bienhechor de la humanidad, que en la Persona de Cristo nos ha mostrado el camino hacia la perfección de la gratuidad y de la gratitud.
El camino de la vida para muchos está comenzando; para otros quizás va por la mitad; otros ya han llegado a la meta; el camino lo ha constituido una misión a realizar en la vida; la persona humana es esencialmente misión. Se nos ha dado un ser en proyecto y con muchas posibilidades. El desarrollar en plenitud todas esas posibilidades, como actor y autor de las mismas, es la gran misión, el camino a recorrer en la vida.
Jorge Duque Linares, al dedicar su libro Actitud positiva (Panamericana, Bogotá 2.000), en la dedicatoria escribió: “ A papá y a mamá, muchas gracias porque me educaron para el camino…”
CONCLUSIÓN
Concluyendo esta reflexión, con el pensamiento puesto en la gratuidad divina y en la gratitud que Él se merece, propongo como
Acción de Gracias al Señor que nos ha enseñado el camino para ir a Él, que nos ha acompañado a lo largo del recorrido y que con Él vamos hacia la Casa del Padre, propongo que cantemos la canción de Violeta Parra (Chile):
GRACIAS A LA VIDA…
Gracias a la vida que me ha dado tanto,
Me dio dos luceros que cuando los abro
Perfecto distingo el negro del blanco,
En el alto cielo su fondo estrellado,
En las multitudes el hombre que yo amo.
Gracias a la vida que me ha dado tanto,
Me ha dado el oído que en todo su ancho
Graba noche y día grillos y canarios.
Martillos, turbinas, ladridos, chubascos
Y la voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias a la vida que me ha dado tanto,
Me ha dado el sonido y el abecedario,
Con él las palabras que pienso y declaro:
Padre, amigo, hermano, y luz alumbrando
La ruta del alma del que estoy amando.
Gracias a la vida que me ha dado tanto,
Me ha ha dado la marcha de mis pies cansados,
Con ellos anduve ciudades y charcos,
Playas y desiertos, montañas y llanos
Y la casa tuya, tu calle y tu patio.
Gracias a la vida que me ha dado tanto,
Me dio el corazón que agita su marco
Cuando miro el fruto del cerebro humano,
Cuando miro el bueno tan lejos del malo,
Cuando miro el fondo de tus ojos claros.
Gracias a la vida que me ha dado tanto,
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto,
Así yo distingo dicha de quebranto,
Los dos manantiales que forman mi canto
Y el canto de todos, que es mi propio canto.
BIBLIOGRAFÍA
- William H. Sloan (Compilador), Concordancia completa de la Santa Biblia, CLIE, Barcelona 1.988, pp. 139-141: ‘Camino’.
- José Antonio Pagola, El Camino abierto por Jesús. Juan 4, PPC, Madrid 2.013, pp. 183 – 190.
- Ricardo Cuadrado Tapia, Diccionario de valores. Para una cultura de la vida en los jóvenes de hoy, Edit. Monte Carmelo, Burgos 2.004.
- Directores F. Compagnoni, G. Piana, S. Privitera, M. Vidal, Nuevo Diccionario de Teología Moral, San Pablo, Madrid 1.992, pp. 1.921-1.936.