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Por: P. José Silvio Botero G., C.Ss.R.

La expresión dentro de la Iglesia –El misterio pascual de Cristo–  es, prácticamente, de fecha reciente; históricamente la tradición eclesial, por motivo de una mentalidad de severidad y pesimismo, había subrayado casi unilateralmente la pasión y muerte de Cristo, dejando en la penumbra, al margen, la resurrección del Señor. Testigo de esta actitud, la presencia frecuente de la imagen de Cristo crucificado y muy escasa la imagen de Cristo resucitado.

A raíz del Concilio Vaticano II, la Iglesia comenzó a destacar el llamado ‘Misterio Pascual de Cristo’. La Constitución  conciliar Sacrosanctuam Concilium sobre la sagrada liturgia fue una de las primeras manifestaciones: “Dios obró en el pueblo de la antigua alianza y Jesucristo el Señor la realizó principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, muerte y resurrección de entre los muertos y por la gloriosa ascensión. Por este misterio, con su muerte destruyó nuestra muerte y con su resurrección restauró nuestra vida” (n. 5).  

Estos dos verbos – destruyó – restauró–  son fundamentales para comprender el ‘misterio pascual’. El Apóstol Pablo, sin recurrir a la expresión ‘misterio pascual’, lo tuvo muy presente: la Carta a los Romanos (6,1-12) hace referencia a ‘muerte y resurrección’ del hombre al igual que Cristo, y la Carta a los Efesios (5,8-15) con la imagen de ‘tinieblas y luz’ culmina su pensamiento con la exhortación a ser ‘hombre nuevo’, ‘vida nueva’.  

¿Cómo explicar a los hermanos nuestros, víctimas del secuestro, del destierro, del desalojo, de la marginación, del desempleo, tan frecuentes en nuestro medio ambiente, el Misterio Pascual de Cristo?. Para muchos de ellos esta situación es la pérdida de identidad social, el eclipse, la reducción a la nulidad, como sucede con la muerte.  

Para todos ellos habrá la posibilidad de resurrección, de vida nueva, de ver la luz al final del túnel?.  En el plan de Dios sobre los hombres siempre ha estado prevista la salvación que es vida nueva que es gozar de la Luz que es Cristo. Qué hace falta para que el misterio pascual de Cristo –pasión, muerte, resurrección– se opere en favor de nuestros hermanos -emigrantes, desalojados, desterrados, desempleados, etc?.  

Hace falta una toma de conciencia seria y efectiva de los derechos humanos. La Revolución Francesa en 1,789, la ONU en 1.948 proclamaron los ‘derechos del hombre’, la declaración de los derechos humanos. En qué medida se han hecho efectivos estos derechos y otras declaraciones posteriores?. Parecería que vamos contra-corriente.   

La celebración del Misterio Pascual de Cristo en deberá constituir una exhortación fervorosa, una motivación fuerte, un esfuerzo común, para lograr que los hermanos que experimentan situaciones inhumanas, críticas y difíciles, puedan probar en su existencia la vida nueva que nos trae Cristo con su muerte – resurrección y ascensión, y así puedan ver la luz al final del túnel.