JUEVES SANTO: MANDAMIENTO DEL AMOR, INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA Y LA ORDENACIÓN
Por: P. Jesús Alberto Franco G., C.Ss.R.
Lecturas bíblicas: Éxodo 12, 1-14; Primera Corintios 11, 23-26; Evangelio según san Juan 13, 1-15.
La celebración del Jueves Santo es, en la práctica, la celebración más importante para los cristianos (católicos, reformados y sectores evangélicos) porque en ella “nacen” dos hechos centrales para sus vidas: uno: la celebración de la Cena del Señor, la Eucaristía; dos: (en función del primero), la ordenación ministerial: sacerdotes, pastores, obispos… Estas dos realidades marcan y determinan la vida de millones de cristianos en el mundo. El mandamiento del amor, dado por Jesús a sus seguidores en la cena pascual, se ha convertido en un “tema de predicación” con poca influencia en las prácticas cristianas y en la vida diaria.
Una contextualización bíblica
Las Sagradas Escrituras cuentan las acciones realizadas por Dios en la historia concreta de la humanidad, y la forma como la humanidad ha comprendido y vivido su relación con Dios. El Dios bíblico se reveló y se dio a conocer liberando al pueblo de Israel que vivió esclavo y oprimido en Egipto. Dios realizó su liberación a través de personas del mismo pueblo: Moisés y los demás líderes. Ellos obedecieron a Dios y condujeron al pueblo, por el desierto, a la tierra de la libertad y la abundancia. Al llegar, vivieron de acuerdo con leyes dadas por Dios, que era la parte de la Alianza que el pueblo debía cumplir, para evitar repetir la opresión de Egipto. El resultado el establecimiento de una sociedad igualitaria, que será el punto de referencia para reconocer al pueblo de Dios. Uno de los mandatos era celebrar cada año la fiesta de la pascua, en memoria del paso de la esclavitud a la libertad.
El éxodo aconteció hacia al siglo XIII (más o menos 1.200 años) antes de Cristo -a. c., su historia empezó a escribirse hacia el siglo X a. c. y se terminó hacia el Siglo V a. c. Los primeros textos escritos son del Éxodo. El Antiguo Testamento AT está referido a este acontecimiento: el pentateuco, la historia deuteronomista y demás libros históricos cuentan la salida de Egipto, el paso por el desierto, la llegada y la vida en tierra de la Alianza, los salmos la cantan y la oran, los sapienciales sacan lecciones para la vida diaria, los profetas denuncian las infidelidades a la alianza y llaman a la conversión.
Con el paso del tiempo, el pueblo, especialmente los dirigentes políticos y religiosos, desobedecieron a Dios y convirtieron la tierra prometida en tierra de esclavitudes y opresiones. En el AT, hay diversas interpretaciones de la vida y la historia, unas más fieles a Dios y al pueblo y otras a los intereses de los dirigentes políticos y religiosos.
El pueblo comprendió que el Dios revelado en el Éxodo es diferente a los dioses de los pueblos vecinos, por eso “Creer no significa readmitir verdades abstractas, sino experimentar al Dios vivo que escucha y atiende al pueblo que clama libertad y vida”[1].
Los evangelios y el Nuevo Testamento, presentan a Jesús el Cristo como el nuevo Moisés, quien realizó el nuevo Éxodo y estableció la Pascua definitiva. Por esa razón celebraba la Pascua de Cristo en los mismos tiempos de la Pascua judía. La Pascua de Jesús tuvo profundas diferencias como expresión de su experiencia de Dios como el Padre que se preocupa por la vida digna de sus hijos e hijas, como el Dios creador que se revela y comunica en todas sus creaturas. La comprensión de Dios como el Padre que envía a Jesús a comunicar su amor a la humanidad, llevan a entender que la salvación empieza en este mundo y el culto cristiano ligado al cumplimiento del mandamiento del amor en todas las dimensiones de la vida y a cuestionar una religión centrada en culto y ritos vacíos. Las celebraciones deben relacionarse con el seguimiento de Jesucristo y la construcción del reino de Dios (paz, justicia, amor, equidad…) que anunció.
Mensaje de las lecturas bíblicas
Todos los jueves santo, las iglesias católica, reformadas y algunas evangélicas leen los pasajes bíblicos del Éxodo 12, 1-14, Primera Corintios 11, 23-26 y el evangelio de Juan 13, 1-15 (algunas suprimen la carta a los Corintios); esto expresa su importancia trascendental para los cristianos, más allá de las iglesias a las que pertenezcan. Esto me anima a aportar mi reflexión.
La comida del cordero pascua
El Éxodo dice que la Pascua es la celebración principal del pueblo: “este será el principal de los meses, el primer mes del año” porque es la celebración de la vida en la libertad en la tierra prometida, expresa la relación de Dios con el pueblo, y la relación que debe existir entre el pueblo. La Pascua es la conservación de la memoria del paso, de la salida de Egipto y la llegada a la tierra prometida, la memoria de la nueva realidad social y religiosa opuesta a la esclavitud y la opresión. El pueblo debe la pascua como comió su última comida al momento de salir: “carne asada al fuego con pan sin levadura (sin fermentar), y verduras amargas… ceñidos el cinturón, las sandalias en los pies, un bastón en la mano, rápidamente”, hay que salir a prisa de la opresión, es la Pascua, el paso del Señor” que lleva por el desierto a una vida nueva.
Con la memoria pascual se evita que la tierra de la libertad y la vida, se convierta en tierra de esclavitud y de muerte. Con la manera de comer el cordero pascual, el pueblo re-vivirá y actualizará el momento de salir de la esclavitud. “El ademán de comer el cordero de pie y de prisa señala la salida de la tierra de la opresión. Los panes sin levadura vienen a mostrar que la nueva sociedad no debe ni puede estar contaminada por el fermento de la sociedad opresora”[2]. La pascua debe celebrarse “de generación en generación como una ley perpetua”.
El lavatorio de los pies
Este texto del evangelio se lee cada año, ya lo sabemos de memoria, quizá por eso pasamos de largo aspectos profundos y centrales para la vida cristiana. Las diversas iglesias que el jueves santo leen este evangelio, consideran su mensaje fundamental. Voy a resaltan unos elementos que ayuden a desentrañar el significado del “lavatorio de los pies”; me apoyaré en el comentario de Juan Barreto y Juan Mateos[3], las frases en cursiva son citas textuales, las negrillas son frases del Evangelio, tomadas la versión Cantera-Iglesias[4].
“La fiesta de Pascua”. No se nombra ciudad y el lugar, Jesús celebra su pascua en todas partes. Juan no nombra a Jerusalén desde 12,12: “Jesús había roto definitivamente con Jerusalén y el templo, ciudadela del sistema opresor, tierra de la esclavitud”. Desde 12, 1 no habla de la “Pascua de los judíos”, llegó la Pascua de Jesús: “La Pascua de la liberación del hombre: va a permitir el éxodo de las tinieblas a la luz, va inaugurar la vida y la fiesta; será el último día, en que todo queda terminado”.
“Sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre”. Jesús salió del Padre, cumplió la misión para la cual fue enviado, había llegado la hora de volver al Padre, y lo hace con libertad y decisión: “no va a la muerte arrastrado por las circunstancias, es él quien da su vida”.
“habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. Durante su vida, Jesús mostró su amor a los seres humanos, pero su amor “va resplandecer en su muerte”, máxima expresión del amor: “nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13).
“Durante una cena”. No es la comida ritual de la “pascua de los judíos”, es una cena ordinaria, expresión de la ruptura con las celebraciones de la institucionalidad judía. “La cena pascual cristiana, la cena de su éxodo, será la de su cuerpo y su sangre, preparados en la cruz”.
“el diablo había metido en el corazón de Judas la Iscariote la idea de entregarlo”. El diablo o el enemigo es el contradictor de Jesús y está en los dirigentes judíos que quieren matarlo, “el principio de homicidio y mentira que inspira el circulo de poder: el dios-dinero entronizado en el templo”. El “Enemigo” de los discípulos, cristianos de ayer y de hoy, y de la acción del Espíritu que renueva todas las cosas es el interés propio (poder político, religioso, económico), es “la ambición y la codicia, que ha inducido ya a Judas a entregar a Jesús”, gesto que repiten muchos cristianos.
“Sabiendo que el Padre lo había puesto todo en sus manos, que había salido de Dios y a Dios volvía”. Jesús es consciente del momento peligroso que vive y asume la muerte como “su hora”. La cena de despedida como el momento, la hora de constituir la comunidad de discípulos, es “misión suya fundar la comunidad humana nueva”, el fruto de su identidad con el Padre y de la acción del Espíritu. Jesús “Quiere salvar al hombre y el deseo de darle vida lo lleva a entregarse”.
“Se levantó de la cena” (la mesa), en los versos 4 y 5 hay 8 verbos, una manera de llamar la atención, de fijar en la memoria ese momento y para decirles a los discípulos de todos los tiempos que no olviden estas acciones.
“dejó el manto”. Este gesto muestra “cómo el amor se traduce en acciones concretas de servicio”, y para servir, Jesús se despoja del manto. “Dejar el manto simboliza, por tanto, dar su vida; es la vida que él da por sus amigos”.
“cogiendo un paño (toalla) se lo ciñó”. “El paño es símbolo del servicio”, así Jesús expresa que es el servidor: lavando los pies, actitud que sus discípulos deben vivir y enseñar con la vida. Este es “el amor leal: prestar servicio al hombre hasta dar la vida como él”.
“empezó a lavarles los pies a los discípulos y a enjuagarlos con el paño”. En una cena, lavar los pies era acoger y valorar a los invitados, y era tarea propia de esclavos no judíos y mujeres. Jesús toma el lugar del esclavo y de la mujer, los seres humanos más insignificantes de su tiempo. Mencionar de nuevo el paño es reafirmar que Jesús es servidor como el Padre, una imagen de Dios que rompe con la tradicional: “Dios no actúa como soberano celeste, sino como servidor de los hombres”. A lavarles los pies, Jesús les da el estatus de señores a los discípulos, es un servicio que da libertad, crea igualdad y elimina los rangos. Es un gesto de amor que elimina toda dominación e impide ponerse por encima del ser humano, porque “Ponerse por encima del hombre es poner por encima de Dios”.
“Simón Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?”. Al lavar los pies Jesús no establece un orden entre los discípulos, todos son iguales, no hay preferencia. Cuando llega a donde Pedro, este no acepta que su Señor se convierta en servidor, eso no cabe en su manera de pensar.
“Jesús responde: Lo que yo hago no lo sabes ahora, pero lo comprenderás después”. El significado de la acción de Jesús sólo lo podrá comprender con la muerte. Ella expresa “el modo como él y su padre lo aman, no con palabras, sino con acciones”.
“Pedro le dice: No me lavarás los pies jamás”. Pedro no acepta el cambio profundo en las relaciones sociales que está realizando Jesús, esto va en contra de sus criterios, por eso rechaza este acto que subvierte el orden establecido. Además, “Defender el rango de otro es defender el propio”.
“Jesús le respondió: Si no te lavo, no tienes parte conmigo”. Si Pedro “no admite la igualdad, no puede estar con Jesús”, por esto es tan grave la negativa a aceptar la acción de Jesús.
“Simón Pedro le dice: Señor, no sólo mis pies, sino las manos y la cabeza”. Pedro se declara dispuesto a hacer lo que Jesús le pida, sin comprender su verdadero significado, y con su mentalidad antigua. “Piensa que el lavado es purificación”, está pensando con criterios judíos, en “clave de purificación tradicional”. No admite la acción de Jesús en clave de servicio.
“Le responde Jesús: El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies”. No existían ritos de purificación en los pies, “el lavado de los pies pertenecía al área de servicio de las costumbres domesticas”. Es un gesto novedoso que a los discípulos les cuesta asumir. “No se trata de rito purificatorio, sino de servicio, y como tal hay que aceptarlo”.
“Y vosotros estáis limpios”. Los discípulos están limpios porque han aceptado las enseñanzas del Padre a través del Hijo, ellos “han salido ya del “mundo” injusto… el pecado que hace al hombre impuro”, ya no hay obstáculo que se interponga entre ellos y Dios. El obstáculo es el rechazo al Hijo y su mensaje, seguir las instituciones del mundo. Los discípulos han seguido a Jesús y son parte de su comunidad en la cual “la relación con Dios está asegurada, Dios está con ellos. No existen ya impurezas rituales o legales”.
“pero no todos”. Hay quienes están físicamente pero su corazón y su mente están en otro lugar, en el sistema que Jesús rechaza. Judas se “opone a Jesús, porque no comparte sus valores ni sus programas… aunque Jesús le ha lavado los pies, no está limpio”. Pero Jesús le lavó los pies a Judas igual que a los otros, más adelante va a tener un gesto especial: le va dar un bocado, buscando que el amor venza su resistencia.
“Cuando les lavó los pies, y cogió su manto y puso de nuevo a la mesa”. Jesús vuelve a la mesa y “no se quita el paño, señal de servicio, que culminará en su muerte, pero continuará para siempre“, y ocupa su “posición de hombre libre, con el paño puesto, muestra que el servicio prestado por amor no disminuye la libertad y la dignidad del hombre”.
“Les dijo: ¿Saben qué os he hecho?”. Con esta frase Jesús muestra “su intención de dar a su acción validez permanente para los suyos” y a la comunidad dejarle el “recuerdo de una acción que permanece y conserva en ella su vigencia”. Es el preludio del mensaje que va a dar.
“Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y decís bien pues lo soy”. Todos saben la diferencia que existe entre Jesús y los discípulos, pero “Jesús se las recuerda para hacerles comprender en qué consiste verdaderamente ser maestro y señor”. Entre ellos y en la comunidad cristiana no pueden existir rangos de superioridad, los dones y capacidades “no justifican superioridad alguna”. Jesús el Maestro y Señor que con sus acciones los “hace iguales y los trata como iguales”. Si hay funciones y diferencias deben estar al servicio del amor mutuo, no para romper las relaciones personales de igualdad. La grandeza “está en ser como el Padre, don total y gratuito de sí mismo”.
“Así que, si yo, El Señor y el Maestro os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros mutuamente”. Jesús el Mesías “no es un poderoso ni un dominador… su acción muestra que amar a los demás es el único significado de ser señor y maestro”. Jesús es Señor porque comunica el Espíritu, el amor del Padre “que hace nacer de Dios… Su señoría no suprime la libertad, sino que la exalta, dando la posibilidad de expresar plenamente con el amor la vida que se posee”.
“Os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis tal como yo os hice”. Los discípulos deben seguir el ejemplo de Jesús que se convierte “norma válida para todo el tiempo”. Con gestos y palabras, Jesús da su mandamiento “la ley fundamental de la nueva comunidad” que se expresa con la frase paralela: “cómo yo os he amado, también vosotros os améis unos a otros” (Jn 13,34).
La cena del Señor en las primeras comunidades cristianas
En la primera carta a los Corintios, san Pablo (11,23-16) cuenta que transmitió la tradición que recibió del Señor y que realizan las primeras comunidades cristianas: hacer memoria de la Cena del Señor Jesús con sus discípulos antes de la entrega. En esa cena Jesús tomó el pan pronunció la acción de gracias y lo partió, diciendo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. Al final de la cena hizo lo mismo con la copa diciendo: “Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre. Cada vez que la beban háganlo en memoria mía”. En adelante los cristianos cada que “coman este pan y beban esta copa”, deben hacer presente con su vida y sus palabras a Jesús el Cristo.
Antes de hablar de esta tradición, Pablo advierte a la comunidad de Corintio que la forma como están celebrando la Cena del Señor les trae más perjuicio que beneficio (v17), porque hay divisiones al interior (v18); y así cuando se reúnen no comen la cena del Señor (v20) porque cada uno se adelanta a comer su propia cena y mientras uno pasa hambre otro se emborracha (v21). Pablo les hace unos cuestionamientos: ¿No tienen sus casas para comer y beber? ¿O es que desprecian la asamblea de Dios y quieren avergonzar a los que nada poseen? Y les dice que no puede alabarlos (v22).
Luego del relato de la tradición, Pablo le recuerda a la comunidad que comer el pan y beber la copa indignamente es pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor (v27), que cada uno debe examinarse antes de comer el pan y beber el cáliz (v28), porque quién lo hace indignamente, come y bebe su propia condenación (v29). Afirma que por esto hay enfermos y débiles en la comunidad (v30), e invita a examinarse para no ser juzgados (v31) y si el Señor juzga es para la corrección y evitar ser condenados con el mundo (32). Y sugiere que cuando se reúnan para comer, se esperen unos a otros (v33) y si uno tiene hambre que coma en su casa, para no ser condenados (v34), a la comunidad se va a compartir.
Es muy importante ponerle cuidado a la Palabra de Dios para ver el significado del pecado contra el Cuerpo y la Sangre del Señor. Hay grupos y corrientes cristianas usan la Biblia para “legitimar” sus doctrinas y acciones, que van contra la renovación de la Iglesia, y una de ellas es lo referente al Cuerpo y la Sangre del Señor, a la manera de comulgar, a los pecados contra la Eucaristía.
Una conclusión
“Cada celebración de la Cena del Señor, de la Eucaristía es el recuerdo permanente de la liberación, que constituye a su vez el aliento de la acción liberadora”[5]. Es la actualización de la Pascua de Jesús, con todas las repercusiones personales, sociales y eclesiales. Es dejar a Dios ejercer su señorío, “que es el de Jesús, como una fuerza que desde el interior del hombre lo lleva a su expansión. No acapara sino que desarrolla. Es un principio de vida que transforma haciendo semejantes a él. Es también meta de semejanza, que abre un horizonte cada vez mayor”[6].
A Jesús lo matan porque su mensaje, su manera de comer y la nueva celebración del Éxodo y de la Pascua, tiene profundas repercusiones sociales, religiosas y económicas. Es una propuesta de transformación profunda y no podía permitir que siguiera adelante. Los dirigentes manipularon al pueblo para que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús en la cruz, y así lavarse las manos, manteniendo intactos sus intereses por encima de la vida humana y del planeta, por encima de la voluntad de Dios, aunque maten Jesús para defender la religión y la fe en dios.
Este es el trasfondo de la Cena Pascual, de la Cena de Señor, de la memoria cristiana, que con frecuencia olvidamos.
[1] Ivo STORNORO- Euclides MARTINS, Cómo leer el libro del Éxodo. Un camino hacia la libertad, San Pablo, Bogotá, 2004 p. 16.
[2] Ivo., p. 45
[3] Juan Barreto – Juan Mateos, Evangelio de Juan. Análisis lingüístico y comentario exegético, Ed. Cristiandad, Madrid, 1979, pp. 582-602.
[4] F. Cantera –M. Iglesias, Sagrada Biblia. Versión crítica sobre los textos hebreo, arameo y griego, BAC, Madrid, 2000.
[5] Ivo. P 46.
[6] Barreto., p. 598.