Por: P. Rogério Gomes, Superior General
Queridos Cohermanos,
- En el día en que celebramos la fiesta de la dedicación de la Basílica del Santísimo Salvador, la primera iglesia consagrada públicamente, la “iglesia-madre de todas las iglesias de la Ciudad y del Orbe”, nosotros los redentoristas celebramos el 290º aniversario de la fundación de la Congregación del Santísimo Redentor, nuestra gran basílica.
- El origen de esta obra misionera, que celebramos, nació oficialmente en la frescura de la mañana y continúa hasta hoy encontrándose en el Espíritu: el Espíritu sobre Jesús en la sinagoga de Nazaret, que hizo que Alfonso realizara la Congregación, el mismo Espíritu presente en aquel improvisado cenáculo donde Alfonso de Liguori, Pedro Romano, Juan Bautista Di Donato, Vicente Mannarini y Silvestre Tósquez se reunieron para cantar la Misa del Espíritu Santo celebrada por Monseñor Falcoia y un Te Deum de acción de gracias al Señor que había enviado a aquellos apóstoles a anunciar el Evangelio a los más abandonados. Como toda obra de Dios se purifica y se prueba como el oro en el crisol, el entusiasmo de algunos se desvaneció y sólo quedaron Alfonso y el Hermano Vito Curzio.
- Alfonso tenía todas las posibilidades de ser un hombre completamente frustrado, ya que el trabajo que había comenzado aparentemente había fracasado. Sin embargo, Alfonso no se rindió. Superó las grandes crisis de su tiempo, los conflictos entre la Iglesia y el Reino de Nápoles, las corrientes teológicas que situaban a Dios lejos del ser humano y la división de la Congregación. Alfonso experimentó y vivió él mismo la crisis. Sin embargo, permaneció fiel hasta sus últimos días porque su querido Dios le sostenía y, en lo más profundo de su corazón, el Espíritu le confirmaba que la Congregación era obra de Dios.
- Celebrar estos 290 años es recordar, en el sentido más profundo, nuestras memorias de redención que se originan en un Dios que se encarna, se hace kenosis, y se confía a las personas y a sus debilidades para realizar su obra en el curso de la historia. ¿Cuáles son las memorias de la redención que cada uno de nosotros celebra hoy? ¿O están ya desdibujadas y empolvadas de tal manera que no las conocemos en nuestro ser de redentoristas? El redentorista que pierde la memoria de la redención olvida el rostro del Redentor y no es capaz de actualizar el carisma en la historia de hoy, de leer los signos de los tiempos y de escuchar el clamor de los abandonados presentes en las periferias geográficas y existenciales de este tiempo y poco a poco pierde el sentido de pertenencia a la Congregación.
- Las memorias de la redención nos enseñan que siempre hay un Dios fiel, que no nos rechaza a pesar de nuestras debilidades, incluso cuando no somos capaces de vivir la plenitud de nuestros votos. No nos abandona, porque no ha hecho un pacto con una ley, sino con una persona con su profundo misterio, su belleza y sus contradicciones. Fueron estas memorias las que alimentaron a Alfonso y no le hicieron renunciar a su proyecto, a pesar de los grandes retos y el abandono que experimentó.
- La Congregación posee actualmente una gran riqueza, sus 4632 cohermanos. 56 obispos, 3501 sacerdotes, 9 diáconos permanentes, 79 diáconos transitorios, 660 clérigos no ordenados y 327 hermanos. Son hombres que han consagrado su vida y están en los 85 países anunciando la redención de diversas maneras. Otros viven el dies impendere pro redemptis, después de mucho trabajo misionero, experimentando la cruz de la enfermedad. Así, la Congregación está viva. Hay un corazón que late y mucha sangre redentorista corriendo por las venas de la Congregación. No debemos desanimarnos cuando nos enfrentamos a un mundo tan difícil para el anuncio del Evangelio, cuando el número de vocaciones y los profesos disminuye y tantos se van. Empezando por Alfonso, nuestros santos, beatos, mártires y venerables, y tantos cohermanos que nos han precedido nos enseñan la resistencia, la resiliencia y la perseverancia ante los desafíos. Si estamos aquí, es gracias a tantos cohermanos que experimentaron el distacco y sembraron la semilla de la Congregación en diferentes partes del mundo. ¡A ellos nuestra agradecida memoria de la redención!
- No somos los dueños de la Congregación. Pertenece al Espíritu que sopla donde quiere. Las diversas reorganizaciones y reestructuraciones que ha sufrido la Congregación en estos 290 años nos hacen ver que la Congregación sigue su propio curso, independientemente de nuestra voluntad y resistencia. El Divino Ruah es capaz de entrar por las grietas de nuestro ser y, poco a poco, darnos otra visión de la historia que estamos construyendo corresponsablemente. El proceso de Reestructuración y Reconfiguración que vive la Congregación está siendo una lectura de los signos de los tiempos, suscitado en estos 30 años por el Espíritu en nuestros Capítulos Generales y Asambleas. Y si hay continuidad es porque este Espíritu quiere algo de nosotros. Cerrarse a Él significa dejar que la Congregación pierda su fuerza y muera lentamente. La práctica del distacco alfonsiano renovará nuestro espíritu y la Congregación.
- Gracias a todos los miembros de esta Comunidad San Alfonso que están aquí para realizar un servicio misionero y construir la historia de nuestro Instituto. Avancemos en esta misión, avancemos sin miedo y demos lo mejor de nosotros mismos, siguiendo el ejemplo de quienes nos han precedido en su profunda entrega al Redentor a través de su consagración. Hoy nos toca continuar esta hermosa labor misionera intuida por Alfonso, que siendo obra del Espíritu ha llegado hasta aquí y continuará hasta el día en que celebre su escatología en el Señor.
- La Congregación fue fundada con la presencia de María que siempre nos ayuda y acompaña. Ella es nuestra Madre General que nos acaricia, nos acompaña a la cruz y nos inspira en nuestra perseverancia. Todo lo mejor para todos nosotros, y que el Señor nos conceda otros 290 años, para que seamos Misioneros de la Esperanza tras las huellas del Redentor. ¡Amén!