Por: Rafael Peres (Redentoristas de Brasil)
Adaptación: Comunicaciones Redentoristas de Colombia
Comenzamos la Semana Santa con un sentimiento encontrado: el dolor y el anhelo de aquellos que perdieron la vida como resultado del Covid-19, que aqueja a la humanidad. En este sentido, la pandemia, que lleva más de un año, nos motiva a reflexionar más profundamente sobre el mayor significado de esta semana para la fe de los cristianos: pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús.
Jesús, después de cenar con sus discípulos, va a Getsemaní a orar, pero de una manera diferente, porque sintió que el momento de su muerte estaba cerca. Hoy en día, ¿cuántas personas están angustiadas por tener familiares, amigos, conocidos hospitalizados, algunos esperando camas de la UCI? La enfermedad y la muerte de nuestros seres queridos genera sufrimiento. ¿Qué tan angustiante es ver a los padres orando por la vida de sus hijos y a sus hijos orando por la vida de sus padres, con la esperanza de regresar a casa?
La agonía y el momento de soledad de Jesús en la cruz, antes de su muerte, revelan a la humanidad de Cristo frente al dolor y el sufrimiento, pero también su divinidad que se manifiesta en el misterio de la cruz. Como Jesús hoy, vemos a hombres y mujeres sufriendo en las camas de los hospitales, en los pasillos de la sala de emergencias, en ambulancias, buscando lo esencial para la vida, el aire, la salud, la esperanza.
¿Cuántos padres no verán crecer a sus hijos? ¿Cuántos niños ya no pueden recibir el afecto de sus padres? ¿Cuántos amigos ya no podrán verse? ¿Cuántas amistades se han terminado? El número de muertes de Covid-19 es aterrador, y hoy vemos de nuevo la escena donde Jesús toma su último aliento; vemos esta escena en aquellos que sufren en los hospitales, en las calles, en las aceras y en sus casas, los que mueren en el silencio de una sociedad ruidosa y caótica.
Pero en medio de las tinieblas, siempre hay confianza, y como hijos e hijas de Dios, tenemos esperanza en la resurrección. La Pascua de Jesús es la puerta abierta por donde entra la esperanza de la vida eterna, y todos aquellos que hoy perdieron la vida como resultado de este virus disfrutan de la felicidad perpetua. Que nuestra Madre del Perpetuo Socorro y Cristo Redentor sean nuestros compañeros de camino en estos momentos de dificultad.