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Por: Carlos Daniel Franco Ramírez, Novicio C.Ss.R.

ESCLEROCARDÍA: LA ENFEREMEDAD TERMINAL DE LA HUMANIDAD

Síntomas de la esclerocardía

Una persona que padece de esclerocardía presenta varios síntomas que no son difíciles de identificar, aunque no se quieran reconocer. De esta misma manera, otras personas también pueden detectar al enfermo y hasta verse afectadas, pues la patología se va manifestando con el paso del tiempo cuando no se le trata. A continuación, se pueden identificar algunos de estos síntomas.

Teniendo en cuenta a Adrián Correnti[1], al identificar alguno de estos síntomas, se puede decir que una persona con esclerocardía pierde la sensibilidad ante el sufrimiento ajeno, no se identifica ni se compadece ante el dolor del otro; cuando alguien empieza a sufrir esta enfermedad, comienza a creer que ella es el centro del universo, solo le importan sus pensamientos, sentimientos y emociones; piensa que todo está a disposición de ella, mas nunca va a asumir una corresponsabilidad ni compromiso con los demás. Estas personas son incapaces de identificarse con lo que sucede a su alrededor, y si se dan cuenta, poco o nada les interesa; es un corazón marcado profundamente por la indiferencia.  

Del mismo modo, la persona con esclerocardía es sumamente egoísta; todo cuanto hace es para su propio provecho, solo piensa en su bienestar; si esta persona se siente y está bien, “todo está bien”. También, la persona con esclerocardía pierde el interés por lo que es eterno, y le lleva a poner toda su mirada en lo placentero y en lo momentáneo; a estas personas solo les importa el presente, las nuevas filosofías y tendencias que están de moda, solo vale el ser feliz aquí y ahora; no miden consecuencias. La persona con esclerocardía pierde el sentido del compromiso y de la fidelidad; no le importa abandonar procesos o afectar a otros emotiva y/o sentimentalmente.

Alguien que está infectado por este mal es una persona testaruda, terca y cerrada de corazón; así haya razones o circunstancias en contra, permanece en una actitud hermética, firme e inamovible. Una persona con esclerocardía es rígida, apegada fiel y enfermamente a la ley, “lo que es, es”, no existen para ellas puntos medios ni grises, son intransigentes. Recordemos que “detrás de la rigidez hay algo escondido, una doble vida. Los rígidos no son libres, son esclavos de la ley”[2] y los lleva a tomar una actitud inmisericorde, incapaz de compadecerse por algo o alguien; estas personas no comprenden ni aceptan razones ni argumentaciones. Así pues, esta enfermedad tiene efectos colaterales; no solo adormece el corazón, sino también el alma, la mente, el espíritu; paraliza todo el ser, a toda la persona en su totalidad.

La esclerocardía supone el endurecimiento del corazón, de la conciencia, lo que consiste en la incapacidad para dar respuesta a los valores y, otras veces, en la incapacidad de captarlos. Se trata de un corazón que no vibra con lo importante, sino sólo con un cierto rango de valores con exclusión de todos los demás y, sobre todo, con exclusión de las personas, del valor de las personas, e incluso de uno mismo como persona[3].

Por otra parte, una persona con esclerocardía puede tornarse injusta, excluyente y frívola. Muchos enfermos llegan a poner toda su confianza en los ídolos, especialmente en el dinero y el poder como mecanismo de realización y de bienestar que los pueden llevar a convertirse en opresores y verdugos de los demás. En otro de los casos, una persona con esclerocardía puede convertirse en una persona hipócrita, caer en el peligro de una terrible soberbia que, a pesar de tener su corazón embotado e inmisericorde lo lleve a creerse y hacerse tener por justo[4].

Teniendo en cuenta el anterior diagnóstico y algunos de los síntomas de una persona que padece o está empezando a sufrir esclerocardía, se debe estar atento a los primeros indicios de su gestación, la cual puede manifestarse de manera muy sutil y silenciosa, pero que puede terminar atrofiando todo el ser, causando graves daños con sus consecuencias. Por tanto, si no se trata este corazón embotado, herido y enfermo, se puede volver tan duro que puede dejar de funcionar y convertirse en algo inerte y a la vez dañino. Al respecto, el Papa Francisco en una de sus homilías expresó que: “cuando el corazón se vuelve endurecido, cuando el corazón se endurece, se olvida… Se olvida la gracia de la salvación, se olvida la gratuidad. El corazón duro lleva a disputas, lleva a guerras, lleva al egoísmo, lleva a la destrucción del hermano, porque no hay compasión”[5].


[1] Adrián CORRENTI, “Esclerocardía: Divorcio vs. Matrimonio“, Studylib.es, 04 de octubre del 2015. https://studylib.es/doc/4537616/esclerocardía–divorcio-vs.-matrimonio.

[2] Radio Vaticano, 2016, Aleteia. 24 de octubre del 2016. Último acceso: 11 de agosto de 2021. https://es.aleteia.org/2016/10/24/papa-francisco-la-rigidez-siempre-esconde-algo/

[3] Xosé Manuel DOMÍNGUEZ PRIETO, “Autoblapsis”, institutodafamilia.es, acceso el 11 de agosto del 2021, https://institutodafamilia.es/autoblapsis/

[4] Ibid.

[5] FRANCISCO, Homilía en Santa Marta (18 febrero 2020), en elmosaicoeducacion.com (2020). https://www.elmosaicoeducacion.com/2020/02/homilia-del-papa-francisco-en-santa_19.html