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Por: P. José Silvio Botero G., C.Ss.R.

Ser ateo es, a veces, una moda; es más cómodo ser ateo porque nadie me exige nada. Sin embargo, existe un requerimiento en el interior de cada uno que nos impulsa a comportarnos, al menos, racionalmente: es la conciencia ética que habla en cada uno de nosotros, que habla en todos y cada uno de los hombres. 

En el niño, aun antes de que se despierte en él la conciencia ética en forma clara, ya existe una cierta intuición religiosa innata. M. Cabada dedicó en su libro La Vigencia del amor un capítulo al tema del sentido religioso profundo del niño y lo tituló: ’Amor familiar y divinidad’. El amor en familia es la primaria representación del amor de Dios. El hijo venera en sus padres algo divino, no cognoscible en sus límites humanos; el niño percibe en cierto modo en sus padres a Dios en la imagen del papá y de  la mamá. 

“El amor paternal y maternal, escribe Cabada, es de este modo el que hace presente al naciente  ser humano lo santo, que de manera ejemplar es representado por sus padres. Los padres de familia deberán manifestar a sus hijos la cercanía de ellos  con Dios a través de la oración. Dialogar confiadamente, amistosamente, es señal de una relación íntima, profunda, pues esto es la oración.  

Todos sabemos el trauma del niño que no ha conocido una buena madre, que no ha tenido un buen papá; a los niños de la calle les cuesta mucho trabajo entender que Dios es Padre y un buen Padre, cuando el papá  es una persona anónima. Peor aún, cuando no ha disfrutado de una madre tierna. 

El hábito de la oración es algo que se va realizando progresivamente: primero junto a sus papás que son los ‘primeros predicadores de la fe’ en  la pequeña iglesia doméstica que es el hogar; luego participará con la comunidad eclesial, se preparará  a la recepción de los sacramentos, quizás podrá participar en ‘la infancia misionera’, en un grupo juvenil cristiano. De este modo este joven se habrá preparado para formar una ‘nueva pequeña iglesia doméstica’.    

Orar  es, pues, consecuencia lógica de la fe que nos participaron nuestros padres. Si crees sinceramente que Dios es tu Padre y que Cristo es tu mejor amigo, necesitarás comunicarte a diario con ellos en la oración. Orar es  sencillamente dejarse buscar y encontrar por Dios, es aprender a dejarse amar y realizar por Dios. Es una gran responsabilidad de los padres de familia como cristianos iniciar a sus hijos en el conocimiento de Dios, en saber amarlo y servirlo como buenos cristianos.