Por: P. Cornelius Casey, C.Ss.R. (Provincia de Dublín – Irlanda)
Fuente: Diccionario de Espiritualidad Redentorista
Lenguaje alfonsiano
“Ojalá todos los lectores respondan con mayor devoción y afecto al tierno y excesivo amor que nuestro dulce Salvador ha querido mostrarnos en su pasión y en la institución del santísimo Sacramento” (Visitas al Santísimo Sacramento, Dedicación). San Alfonso usa un lenguaje ardiente y apasionado, porque está convencido de que la eucaristía es el momento del amor real entre Dios y quien participa en ella. Por el don de sí mismo que Dios nos hace en la eucaristía entramos en total comunión corporal con Él, a través de nuestra comunión en el cuerpo de Cristo, ‘nuestro dulcísimo Salvador’. La eucaristía es como el beso diario que Dios nos envía en forma de sacramento. En la fuerza de este abrazo se nos da sacramentalmente la completa y amorosa comunión con él y con toda la humanidad, especialmente con los más explotados, los pobres, los excluidos y los más abandonados. La entrega es encarnada y personal.
“Muchos en su lecho de muerte entregan a sus amigos, como legado y en señal de afecto, una prenda de vestir o un anillo. Mas tú, Jesús, al momento de abandonar este mundo, ¿cuál fue el detalle de amor que nos dejaste? No una prenda de vestir o un anillo, sino tu cuerpo, tu sangre, tu alma, tu divinidad, tu ser entero”
San Alfonso María de Liguori (Práctica del amor a Jesucristo, cap. 2, par. 1).
Maravillado por este amor, san Alfonso es ardiente y apasionado con una gratitud elocuente y profundamente sentida. El beso de amor es un beso de paz y de consuelo. Se nos asegura que podemos entrar, porque estamos en la presencia del cordero que ha quitado el pecado del mundo.
En la época de san Alfonso muchos decían: ‘Retírate hasta que seas digno’; las ‘disposiciones adecuadas’ deben darse primero. A Alfonso le molestaba esto: “¿… y cuáles son esas disposiciones adecuadas? Si por ello entienden que debemos ser dignos, ¿quién podría jamás ser admitido a acercarse a la sagrada comunión? Sólo Jesucristo podría dignamente recibir la eucaristía, pues solamente Dios podría dignamente recibir a Dios” (Dirección de almas que desean llevar vida espiritual más profunda, parágrafo 30). El temblor acerca de la indignidad va más allá de una revisión de la debilidad personal. Existe también la culpa en la que podemos incurrir por nuestra mera actitud como participantes en la historia humana con sus tristes historias de codicia, temor, violencia y explotación. Por consiguiente, Alfonso recuerda que la seguridad que se nos da en la eucaristía desciende también a todo lo demás: La eucaristía contiene cualquier otro don otorgado por el Señor: creación, redención, llamada a la gloria (Práctica del amor a Jesucristo, cap. 2, par. 3).

Memorial y anticipo
Las Plegarias eucarísticas proclaman las grandes proezas que Dios ha hecho, transformándonos gradualmente de la autodestrucción y culminando en el don de Jesús. El beso diario de Dios es un signo visible de este completo recorrido de la historia de la salvación, pasado, presente y futuro. “La eucaristía no sólo es la prenda del amor de Cristo. Es también la garantía de que Él quiere darnos el paraíso, o como la Iglesia dice: en ella se nos da la prenda de la gloria futura” (Práctica del amor a Jesucristo, cap. 2, par. 4). Celebrando la eucaristía proclamamos que pertenecemos al mundo del futuro y por puro don. El encuentro con el amor de Dios despierta, capacita y anima a una respuesta. Es la fuente de nuestra respuesta y siempre está presente en ella. El beso de paz no es simplemente un preludio. Durante todo el tiempo de nuestra respuesta, el beso permanece sosteniendo e inspirando creatividad. Esta intuición es fundamental cuando Alfonso habla del origen y significado de la llamada redentorista (como es también la clave para entender toda su teología de la gracia). La llamada redentorista no se origina como un ejercicio de planeación humana. No es algo así como proyecto para el mejoramiento del género humano. Su origen está en el ósculo de paz que nos llega en la eucaristía. La vita apostolica –y esto es lo que entendemos por vida redentorista– no es un determinado gran plan de acción concebido de antemano y luego desarrollado fase por fase hasta que quede satisfactoriamente realizado con éxito. La vita apostolica es fuente de gratitud continuamente refrescada y se manifiesta en toda clase de actividades constantemente renovadas.

Visitas al Santísimo
A Alfonso le encanta recomendar frecuentes visitas al santísimo Sacramento. Las ve como la prolongación del momento de amor real que ocurre entre Dios y quien participa en la eucaristía. La recomendación de visitas frecuentes al Santísimo es una preocupación en sus obras ascéticas; fue también un tema central en la predicación redentorista durante muchas generaciones y también un rasgo importante de la espiritualidad redentorista. Abogando por las visitas frecuentes, Alfonso usa a menudo el lenguaje de su época que habla de Jesús escondido bajo los velos sacramentales, encerrado en el sagrario como un prisionero, todo para enfatizar al máximo el sentido de su disponibilidad por nuestro bien: (“Amadísimo Jesús mío, escondido bajo los velos del sacramento, es por mi amor que permaneces noche y día encerrado en el sagrario”: Visitas, 6). En estilo similar Alfonso ha construido diálogos de oración que han ayudado a mucha gente. Sin embargo esta ‘teología del sagrario’ no puede oscurecer, como fácilmente podría hacerlo, el significado primario de la eucaristía. El signo del pan no es incidental; más bien es el signo que apunta a la verdad central: pan y vino son alimento y bebida, medio con el cual nos comunicamos, nos reunimos, nos hacemos más humanos. En la eucaristía se ahonda en este significado. Cuando nosotros comemos el pan eucarístico y bebemos la copa bendita, el verdadero pan que ha bajado del cielo se hace presente en medio de nosotros anunciando que nos pertenecemos unos a otros, que nos comunicamos entre nosotros y nos hacemos más humanos juntos, por cuanto nos comunicamos corporalmente con Él en su vida resucitada
Lo que era nuestro pan se ha convertido en pan del cielo. Ya no puede ser descrito como pan ordinario. Sería sacrílego verlo o tratarlo como un pan ordinario. Consecuentemente este pan eucarístico provoca siempre en nosotros una respuesta de oración.
Bibliografía
BRAVO, Antonio, Eucaristía y sacerdocio, Sígueme, Salamanca 2004.Catecismo de la Iglesia Católica, ‘Sacramento de la Eucaristía’ DURRWELL, François Xavier, La Eucaristía, sacramento pascual, Sígueme, Salamanca 2003.
LONDOÑO, Noel, “Jesucristo, revelación del amor de Dios Padre”, en Dimensiones de la Espiritualidad Redentorista, Espiritualidad Redentorista vol. 8, Scala, Bogotá 1997 (tres meditaciones sobre la eucaristía en san Alfonso: 141-165).
RADCLIFFE, Timothy, ¿Por qué hay que ir a la Iglesia?: El drama de la Eucaristía, Desclée, Bilbao 2009.