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Por: P. José Silvio Botero G., C.Ss.R.

No es frecuente encontrar literatura sobre este tema tan importante y necesario. Ricardo Cuadrado T. en su libro Diccionario de  valores ofrece tres páginas con el título ‘Educarse en los valores’. Entre otros elementos recoge una sentencia del Papa Juan Pablo II: “en una sociedad secularizada, que ha perdido el sentido de lo sagrado y de la moralidad, hay una urgente necesidad de educar en los valores religiosos”.  

A esta sentencia, Cuadrado añade otras que valen la pena citar: 

  • “Se va perdiendo la capacidad de captar valores reales, porque nos hemos dejado llevar del consumismo como valor supremo o fundamental, y no por los valores superiores”. 
  • “Educarse en los valores es descubrir los valores que, en concreto, más te pueden personalizar, aunque no sean los de la mayoría”. 
  • “Valor es aquello que provoca interés, que merece la pena. Es aquello por lo que se puede gastar tiempo y hasta la misma vida”. 

    La persona humana sigue un proceso de discernimiento para descubrir los valores: 
  1. La promulgación de una ley es la propuesta de un valor concreto. 
  2. A la ley debidamente promulgada se responde con la obediencia. 
  3. La capacidad de apreciar y estimar el valor que la ley propone es un paso importante en este proceso. 
  4. No todos los valores tienen igual dignidad o importancia. Se debe saber jerarquizar los valores: vitales, económicos, intelectuales, estéticos, morales,  psíquicos, religiosos. 
  5. Finalmente, la persona culmina este proceso adoptando un determinado valor  como norma personal de conducta. 

    En esta tarea de educar en los valores hay unas instancias responsables: 
  • La familia deberá educar en los valores del control de los influjos psico-sociales: el sentido del ‘otro’ como diferente e integrante de mí mismo; el sentido crítico para afrontar el mundo cambiante; el sentido de coherencia y de equilibrio de derechos y deberes, el sentido del crecimiento personal 
  • La escuela también su competencia: cultivar los valores de la creatividad y de la interioridad, la igualdad fundamental del ser humano, el sentido de los límites y de las posibilidades, el sentido de pertenencia a  una cultura, a una sociedad.  
  • La iglesia deberá inculcar los valores de la trascendencia, de la fraternidad bautismal, el sentido de la gratuidad, el sentido de la caridad y del valor religioso. 

La sociedad  deberá preocuparse por educar en los valores de la paz, de la armonía e integración, de la cooperación, de los derechos humanos. 

No se puede ignorar que junto a los valores existen también los ‘contra-valores’. El ‘contra-valor’ es la imperfección que hace a un objeto, a una realidad o a una persona ser despreciable o devaluada por alguien en atención a un motivo. Solamente la persona humana puede descubrir los ‘valores’ y los ‘contra-valores’. 

La familia, al cumplir su misión de personalizar (formar personas auténticas) y socializar (integrar en la sociedad),  deberá tener muy presente el cultivo de los valores que hacen del niño, del adolescente, del joven,  una persona genuina, capaz de dar un buen testimonio con sus valores personales y de construir una sociedad mejor. 


R. Cuadrado pregunta: ‘dime qué valores mueven tu vida y te diré el nivel de tu personalidad y felicidad’.