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Por: P. José Silvio Botero G., C.Ss.R.

En un encuentro de parejas de esposos, en Bogotá (2.013), parejas de esposos de 2 años de casados, otras de 25 y otras  53, expusieron ante el resto su propia experiencia conyugal y familiar.  La pareja de 53 años de matrimonio comparó su experiencia de vida como esposos y padres de familia con los misterios del rosario; el relato causó hilaridad entre los presentes, pero también aceptación de la realidad en la comparación. 

La tradición cristiana al recitar el rosario en honor de la Santísima Virgen María recuerda los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos; a éstos  el Papa Juan Pablo II añadió los misterios luminosos. Sirva esta comparación para muchas parejas y familias examinen en qué momento se encuentran. 

Los misterios gozosos fueron los primeros a experimentar:  el enamoramiento de un comienzo, la boda matrimonial y la ’luna de miel’, el nacimiento de los hijos, el bautismo de cada uno de ellos, la primera comunión, el reencuentro feliz después de  una travesura de los hijos, el matrimonio de los hijos, etc. 

También llegan a su tiempo los misterios dolorosos; los misterios gozosos no van a durar mucho… A nadie se le ha prometido que tendrá ya en este mundo la felicidad eterna. Llegarán los sufrimientos y las penas: la pobreza,  el trabajo duro y difícil, la enfermedad, la muerte de un miembro de la familia, el descarrío de alguno de los hijos, la ausencia prolongada de alguno de ellos, etc. Habrá cruz, corona de espinas y camino del calvario. 

Jesús de Nazareth experimentó la alegría de su infancia, la cruz de su pasión y muerte, y al final probó la gloria de su resurrección. También las parejas de esposos prueban los misterios gloriosos: la celebración de las bodas de plata, de oro, de diamante; la jubilación con una pensión jugosa, la promoción profesional de sus hijos o de los nietos, una ancianidad feliz rodeados de hijos y nietos, el poder disfrutar de un merecido descanso, etc. 

Y ¿cuáles serán los misterios luminosos?.  Una experiencia acumulada  para compartir con sus descendientes y amigos; los ancianos recuerdan muchas historias interesantes para enseñar a sus nietos; los consejos de los abuelos son siempre tenidos en cuenta; los abuelos son admirados por hijos y nietos y su figura perdura en la mente de muchos; su ejemplo de vida es puesto como modelo para las generaciones futuras. 

Los esposos y padres de familia, al experimentar  los diversos misterios del rosario, propónganse decir mental o vocalmente aquella sentencia de María Sma. en el Misterio de la Anunciación y que estuvo también en la mente y en el corazón de Cristo durante toda su vida: “hágase tu voluntad, Señor”: en el momento de alegría, cuando la cruz se hace sentir, cuando el éxito nos visite, cuando la satisfacción de una vida bien vivida nos acompañe. 

Experimentar los misterios del rosario con acogida dócil de la voluntad de Dios será la mejor lección de su vida para los hijos, descendientes y amigos; será un estímulo vivo para todos los que los conocieron, que podrán decir: si nuestros padres y abuelos pudieron vivir ejemplarmente, ¿por qué nosotros (hijos y nietos) no podremos vivir como ellos y ser felices?.