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Por: Carlos Daniel Franco Ramírez, Novicio C.Ss.R.

Introducción

En el marco de la celebración del 289° aniversario de la fundación de la Congregación del Santísimo Redentor, es propicio y oportuno recordar cómo Dios a través del tiempo ha querido valerse de esta comunidad religiosa fundada por San Alfonso para instaurar su Reino en la tierra, mediante la predicación de la Divina Palabra a los más pobres y abandonados (cfr. Const.1).

A lo largo del tiempo, es evidente que cualquier Obra o Institución corre el grave peligro de desorientarse o dispersarse; muchos elementos importantes y significativos se suelen perder de vista e inclusive olvidarse; de allí la importancia de buscar siempre nuevas formas y maneras de revitalizarse en todo momento para poder continuar respondiendo a la misión asumida.

Por este motivo, después de 289 años es importante echar un vistazo al pasado, no para querer hacer lo mismo de los orígenes, ni mucho menos para quedarnos en fórmulas y métodos que de poco o nada sirven, sino que es importante volver al amor primero, para retomar fuerzas, volver nuestra mirada hacia la región montañosa de Scala para no perder el aroma de nuestro carisma fundacional. Algo así como cuando el Señor Jesús, después de su muerte y resurrección manda a sus apóstoles volver a Galilea. Hoy también Jesucristo y San Alfonso, nos piden a los Misioneros Redentoristas, volver a nuestra Galilea, volver al momento donde empezó esta aventura.

Galilea y Scala, lugar de la primera llamada

Es hermosos contemplar en el Evangelio el anuncio de la resurrección de Jesús (cfr. Mt 28,1-8; Mc 16,1-8; Lc 24,1-10; Jn 20,1-2); Jesús que ha vencido la muerte y que ahora está triunfante y glorioso; Jesús que se presenta a las mujeres, las invita a no tener miedo, y les manda a comunicar a sus discípulos que vayan a Galilea donde le podrían ver. Pero ¿por qué los manda volver a Galilea?

En tiempos de Jesús, Galilea no era lo mejor que existiera, pues muchos de los galileos eran menospreciados por los de Judea (cfr. Jn 1,46; 7,52), pero para Jesús y sus apóstoles Galilea era un lugar muy familiar, privilegiado; el lugar del amor primero, el lugar de la primera llamada (cfr. Mt 4,18-22), el sitio donde empezó esta gran aventura. El Papa Francisco en una de sus homilías manifestó que volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria. Releer todo: la predicación,  los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor1.

Así como para los apóstoles Galilea es tan importante por ser el lugar del encuentro y donde todo inició, también para cada uno de nosotros, Misioneros Redentoristas, hay una “Galilea” en el inicio del caminar con Jesús, existe una “Galilea” en los albores de la Congregación, el lugar donde Alfonso y sus compañeros deciden iniciar esta Obra de Dios para la salvación de las almas más desfavorecidas; este lugar de la primera llamada y del inicio de lo que hoy somos, fue Scala.

Scala tiene sabor de casa, también de sueños iniciales, de miedos, dudas, desacuerdos, de problemas y dificultades. Esas hermosas montañas fueron el lugar que vieron nacer a un sencillo Instituto; lugar que antes vieron llegar a un joven sacerdote que corta con su clase y su cultura para descender al “planeta” de los pobres, desprovistos de socorros espirituales2. Alfonso que va y se encuentra con gente muy sencilla que en su gran mayoría no sabían de Dios, y desde allí siente el celo encendido por la salvación de estas pobres personas. Estas montañas de Scala fueron testigo de un Alfonso que es evangelizado por lo pobres, un Alfonso que “se encarna para siempre en los desamparados de su tiempo”3.

Volver a Galilea es volver a las fuentes

A veces cuando se habla de “volver a las fuentes”, entre algunos congregados se percibe que hay cierta antipatía, quizás porque creen que esto implica un retroceso, o simplemente se llega a ver como algo insignificante; para muchos lamentablemente solo vale el hoy y lo que está. Pero en realidad, volver a nuestra Galilea hoy, es volver a las fuentes, “haciendo referencia a volver a los orígenes de algo para replantear la vida y renovar las fuerzas”4; es algo así como volver, respirar, contemplar, tomar impulso y regresar para continuar con la misión.

Los apóstoles regresan a Galilea, allí donde Jesús los había citado. Luego de que se les presenta, los envía a la misión (cfr. Mt 28,16-20; Mc, 16,14-20; Lc 24,36-51; Jn 20,21); ellos no van a Galilea para quedarse allí tranquilos y retomar simplemente sus antiguos trabajos; eso pensaban ellos, creían que todo había terminado, que el proyecto de Jesús había sido un fracaso, pero no. Jesús en Galilea les da las últimas instrucciones, y después de que llega el Espíritu prometido, dejando todo miedo y duda, van por todo el mundo proclamando la Buena Nueva de Jesucristo que vive eternamente, anunciando el Reino de Dios y dando la vida por el Evangelio.

Por consiguiente, volver a nuestra Galilea, es continuar apostando y trabajando a la restructuración, implica aventurarnos como Alfonso en el mundo de los más necesitados, ser una Congregación que sube a la montaña de Scala, que es capaz de seguir yendo a donde hoy muchos no han ido, donde la Iglesia no ha podido proporcionar aún medios suficientes de salvación (cfr. Const. 3). Volver a nuestra Galilea es volver a nuestra Scala; ahora no son los cabreros, aquellos campesinos desprotegidos de todo auxilio espiritual, sino que hoy, estar en salida a la nueva Scala es ir en busca de los nuevos pobres y desfavorecidos, de muchos que no conocen a Jesucristo, y que, como bien lo señala Communicanda n° 4 del Padre Lasso de la Vega a la luz de la Conferencia de Puebla5, volver a nuestra Galilea es atender a los nuevos rostros concretos de los pobres que hoy claman redención.

Volver a nuestra Galilea hoy es beber de la frescura de nuestro carisma, hacerlo dialogar con el mundo, con la sociedad y sus nuevas estructuras a la luz de los signos de los tiempos (cfr. Const. 96); no podemos permitir que se vuelva un vino dañado, sino que tenemos que hacer que sea siempre un vino nuevo, un buen vino. Volver a Galilea es releer nuestros planes apostólicos y sus prioridades pastorales, es pensar desde qué campos misioneros podemos hacer presente a Cristo Redentor en medio de los más pobres. En este sentido es muy importante que tanto formandos como congregados tengamos a Jesucristo y a los pobres en el centro de nuestros corazones, como decía el P. Ulysses Da Silva6 en el retiro de inicio de noviciado que “Sin Jesucristo y sin los pobres no somos redentoristas”.

Por último, volver a nuestra Galilea también implica renovar nuestro juramento de perseverancia, saber que hoy en día la misión no es fácil, son otros tiempos y existen nuevos desafíos. Efectivamente, podrá haber desánimo y cansancio, y en medio de una perseverancia líquida en un mundo fragmentado7 hoy se hace necesario comprender que nuestra misión vale la pena, que nuestra misión sigue viva, es eficaz y necesaria para la Iglesia. Por eso iluminados por la vida de San Alfonso, de nuestros santos, beatos y de tantos sacerdotes y hermanos redentoristas, hay que apostar y darlo todo por la Abundante Redención hasta el fin de nuestra vida; vivir y mirar con optimismo, entusiasmo y alegría.

Conclusión

Feliz fiesta estimados cohermanos. Que Cristo Redentor, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, San Alfonso y todos nuestros hermanos que nos han precedido, nos ayuden a re- corazonar la voz de Dios, y seguir haciendo fecunda esta Misión; hoy más que nunca necesitamos volver a nuestra Galilea para revitalizarnos y podernos encontrar con el amor primero. No olvidemos que nosotros, Misioneros Redentoristas, como nuestro Santo Fundador, caminamos con Jesucristo, somos sus socios, cooperadores, ayudantes, sus amigos en la Obra de la Redención; no vamos detrás, sino que caminamos con Él; vamos en comunión con Cristo hasta el nivel de entregar nuestra vida y poderlo testimoniar.

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1 FRANCISCO, Homilía del Papa Francisco en Vigilia Pascual, 19 de abril de 2014, en vatican.va. Disponible en https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2014/documents/papa-francesco_20140419_omelia- veglia-pasquale.html

2 Rey-Mermet. El santo del siglo de las luces, Editorial el Perpetuo Socorro, Madrid, 1985, p. 278.

3 Ibid.

4 Valdés, Lucía. El carisma y mis votos, fuente de alegría para mi consagración, Monterrey, 2021, p. 2.

5 Cfr. P. Juan Manuel Lasso de la Vega, Evagelizare Pauperibus et a pauperibus evangelizari, Communicanda N.º 4, Roma, 30 de marzo de 1986, n.7.

6 Misionero Redentorista de la provincia de São Paulo en el Brasil. Ha sido provincial y consejero general en el mandato del P. Juan Manuel Lasso de la Vega.

7 Cfr. Gómez, Rogério. Perseverancia líquida en un mundo fragmentado, Roma, 2020. Disponible en https://www.cssr.news/spanish/2020/09/perseverancia-liquida-en-un-mundo-fragmentado/