Por: Comunicaciones Redentoristas
Alfonso de Liguori no es solo el autor de la ‘Teología Moral’ también es el ‘abogado de la conciencia’, el defensor de los pobres. El proceso que tuvo que pasar para construir su obra, comienza desde el estudio de las leyes cuando era abogado, posteriormente la formación en el Seminario, donde según él; el primer autor que leyó fue Francisco Genet con su obra ‘Moral de Grenoble’, representante de los probabilistas. Pero el contacto con los pobres y marginados de la sociedad de la época, fue creando poco a poco en el pensamiento alfonsiano un sistema moral, que no cayera en los errores teológicos de la época: el relajado y soñoliento laxismo; el rígido y estricto Jansenismo.
El temor de los pobres a acercarse al sacramento de la reconciliación fue uno de los motivos, que ayudó a este santo a emprender la tarea de consolidar bases para la buena práctica de la confesión y la conciencia, advirtiendo que el rigorismo expuesto en el jansenismo, era exigente y no motivaba la conversión sino la condenación de los seres humanos. Aunque el laxismo promovía todo lo contrario a lo anterior. Alfonso, inicialmente recurrió al pensamiento jesuita, en especial al alemán Hermann Busenbaum, sobre quien hizo hincapié en la primera edición de la Theologia Moralis.
Sin duda, uno de sus grandes aportes, es la propuesta del equiprobabilismo, que, según algunos teólogos, es el justo medio entre el probabilismo y las propuestas laxas.
Alfonso fue un genio en su tiempo, el pedagogo de la misericordia, enseñó a colegas y superiores, a intelectuales y místicos; la comprensión más clara de los hechos y palabras de Jesús de Nazaret, quien señala a Dios como “Abba”, es decir padre y no como un juez implacable y severo como lo pintaban los rigoristas. La Teología Moral es fruto de años de estudio, de más de diez horas diarias; especialmente su experiencia pastoral entre los marginados de los campos del reino de Nápoles.
Ciertos puntos básicos de la moral Alfonsiana son los siguientes: El juicio de conciencia y la práctica de la confesión centrados en estos aspectos:
• No atribuir a un comportamiento pecado mortal sin evidente razón.
• Aceptar la ignorancia inculpable para evitar el pecado formal.
• No tachar laxas opiniones que no aparecen claramente como improbables.
• Aceptar la opinión del penitente si tiene apoyo objetivo suficiente, sobre todo si va acompañado de rectitud subjetiva.
La gran novedad es, que Alfonso se puso en el lugar del penitente y el confesor, rompiendo todo esquema rigorista. La benignidad pastoral como propuesta ética es fundamental en la práctica de la reconciliación, en la formación de la conciencia y en la madurez de la vida cristiana. Con sus obras varios confesores cambiaron su mentalidad, practicaron la pedagogía de la misericordia en los confesionarios que eran acogidos generalmente por fieles de bajos recursos económicos