VI Domingo de Pascua
Comentario social
22 de mayo de 2022
Ciclo C: Jn 14, 23-29
Por: Edward Julián Chacón Díaz, C.Ss.R.
Para la mayoría de nosotros, la paz se entiende como la ausencia de conflicto. Anhelamos “paz y tranquilidad”. Jesús nos da el don de la paz pero no como el mundo da la paz. La paz de Cristo es ese estado de ser que existe cuando el cielo y la tierra (la voluntad de Dios y nuestra vida) se conectan en nuestros corazones. Entonces, ¿Qué quiere decir con las palabras del evangelio de hoy?
En línea a lo anterior el Papa Francisco, afirma en Fratelli Tutti 127: “la paz real y duradera sólo es posible «desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana”. Frente a las páginas oscuras de la historia, corremos el riesgo de anestesiarnos, de pensar que el pasado es tal y no se puede cambiar, que están distantes de nosotros, en el espacio o en el tiempo, que escapan a nuestra responsabilidad personal o simplemente cumplir un deber legal.
La primera lectura de la liturgia del VI domingo de Pascua (ciclo C) nos expone el riesgo del legalismo sin el respectivo discernimiento. “No imponer más cargas que lo indispensable” es la expresión que el núcleo de la vida moral llega a ser la responsabilidad y el coraje de ser responsable. El Padre Häring, escribía en su libro “La no violencia”, que el carácter de un cristiano no debe estar formado unilateralmente por la obediencia ciega, sino por la responsabilidad que sabe discernir, por la capacidad de responder con valentía a las percepciones de nuevos valores y nuevas necesidades y por la voluntad de asumir el riesgo.
Sin embargo, en Colombia y en víspera de una jornada electoral aun encontramos discursos divisorios que propone la paz a la manera del mundo y no conforme a lo que nos enseña el evangelio. El legalismo de la “mano dura” se ha convertido en la apología de una falsa justicia. Pero entonces, ¿cómo vivir la paz en un país tan dividido?:
- Amor redentor revelado en Jesucristo esencia del amor que disminuye el odio entre los enemigos.
- La acción del Espíritu Santo, que rechaza la violencia y sus estructuras, es camino de conciliación y justicia frente a un entorno volcado a la violencia absurda.
- Amor no violento como manifestación de compasión y perdón.
- Una actitud pacifista como derivación de la auténtica fe.
- Amor proselitista, curativo y reconciliador, como marca distintiva de la vida cristiana.
- Vivir la experiencia de la misericordia del Padre en un sentido de alteridad cuyo amor previene y perdona el pecado; a su vez debe motivar y mover a los hombres a prolongar ese miso amor, que confluyen en una auténtica capacidad pacificadora.
A manera de conclusión, la liturgia nos va acercando a la experiencia de Pentecostés. El protagonismo el Espíritu Santo en estos últimos días de pascua será creciente por lo que es necesario escuchar su voz en el corazón y en la conciencia. Si somos sordos al Espíritu Santo, seguimos dando vueltas en un círculo vicioso. Por lo tanto, si permitimos que Él tome la iniciativa, caminaremos bien y viviremos rectamente. Si le permitimos que nos mueva, nos moveremos bien. Si le permitimos que nos enseñe, entenderemos bien; y si permitimos que Él nos inspire, alcanzaremos nuestras metas y estaremos donde Cristo está hoy.