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IV Domingo de Cuaresma

Comentario social

14 de marzo de 2021

Por: P. Edward Julián Chacón Díaz, C.Ss.R.

Ciclo B: Jn 3, 14 – 21

Algunos en la escuela escuchamos el poema de “el gato bandido” del escritor colombiano Rafael Pombo, que contaba las aventuras de un felino desobediente, que después de ‘ires y venires’ desafortunados regresa a su casa arrepentido pidiendo el perdón de su mamá: las lecturas de la liturgia de este cuarto domingo de cuaresma o de ‘laetare’ (alegría) reflexionan de cierta manera esa relación entre la humanidad y Dios llena de contrastes: infidelidad y misericordia.

Y a pesar de la infidelidad expresada en el pecado del ser humano, éste se ve interpelado por la misericordia de Dios. De ahí que la tristeza, consecuencia de los desaciertos de nuestras acciones se ve transformada en la esperanza de la conversión, que se convierte para el creyente no solo en signo de liberación sino de alegría.

Sin embargo, la desobediencia y la infidelidad son dos antinomias que han afectado nuestra sociedad y en ocasiones ha tergiversado las opciones fundamentales de sus instituciones. Las aberraciones de ciertos dirigentes políticos tienen su contraste con lo expuesto en la primera lectura (Cfr. 1 Cro 36, 14-16.19-23).  La moral de una sociedad se ve reflejado en las acciones de sus gobernantes. Nos quejamos de la corrupción, de la injusticia, de la polarización y de otras contradicciones, pero no nos fijamos en nuestro proceder personal, que a veces puede tener complicidad con estas paradojas.

Es necesario como el salmista tener una memoria crítica mas no resentida de nuestra historia. La conversión personal y social comienza con la ‘revisión’ del ‘trigo y cizaña’ que hay en nuestro corazón. No es simplemente la añoranza de una ‘prosperidad’ pasada sino el compromiso de transformar nuestra sociedad desde la práctica de las buenas obras como lo expone san Pablo en la carta a los Efesios.

El gato del poema de Pombo, comprendió que era necesario volver a sus ‘raíces familiares’ para recuperar su identidad. El pueblo de Israel descubrió en el exilio una oportunidad de conversión. El cristiano en este tiempo de cuaresma tiene que retornar a su compromiso bautismal para recuperar la memoria del seguimiento de Jesucristo. Entonces, la gracia del Señor comunicada en los sacramentos y en la vida de Iglesia no es simplemente premio para los ‘buenos’ sino medicina para aquellos que quieren permanecer en el amor de Dios.

Para la comunidad del evangelio según San Juan el amor transforma todo: Así como la madre recibe al hijo desobediente, Dios perdona nuestros pecados siempre y cuando nosotros acojamos su misericordia en nuestro propósito de enmienda. La cruz es la mejor síntesis del amor divino, que a pesar de nuestras limitaciones nos motiva a transformar nuestra vida y la historia de nuestra sociedad.

Finalmente, Nicodemo comprendió que el encuentro con Jesucristo provoca una forma de ser, de vivir en la luz de su gracia, de distinguir actitudes y de salir de la oscuridad del pecado. Como cristianos estamos llamados a testimoniar que el crucificado nos ayuda a tomar conciencia de las injusticias, opresiones, odios, divisiones; de la dignidad humana y de nuestro destino eterno. Experimentar esa libertad y romper con lo negativo del pasado es nacer de nuevo.