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XIX Domingo del Tiempo Ordinario

Comentario bíblico

8 de agosto de 2021

Ciclo B: Jn 6, 41-51

Por: P. Luis Alberto Roballo Lozano, C.Ss.R.

Evangelio de San Juan 6, 41-51[1]

41Los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo», 42y decían: «¿No es este Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?». 43Jesús les dijo: «Dejen de criticar. 44Nadie puede venir a mí si el Padre que me envió no lo trae, y yo lo resucitaré en el último día. 45Está escrito en los profetas: Todos serán enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y acepta su enseñanza viene a mí. 46Esto no quiere decir que alguien haya visto al Padre. Solo ha visto al Padre el que procede de Dios. 47Les aseguro que el que cree tiene vida eterna».

El que coma de este pan vivirá eternamente. 48«Yo soy el pan de la vida. 49Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron. 50Este es el pan que baja del cielo; el que come de él no muere».

51«Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente; y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

El Evangelio de Juan presenta de una manera muy densa acontecimientos y palabras de Jesús, en una secuencia notablemente diferente a como lo hacen los tres Evangelistas Sinópticos. Sin perdernos en visiones generales en este pasaje necesitamos una ubicación textual y una nota litúrgica sobre el empleo del texto.

El Capítulo 6 mezcla el relato de la multiplicación de los panes y del pescado con el discurso del Pan de vida. El relato es muy breve y lleno de detalles y simbolismos (vv. 1-13). El relato de la multiplicación es seguido por unas secciones narrativas acerca de la marcha de Jesús sobre el agua y la gente que lo busca y lo sigue (vv. 14-26). El discurso del Pan de vida es muy largo (vv. 26-58). Siguen unos breves dramatizados sobre la fe y la increencia (vv. 59-66) y se concluye con la confesión de Pedro y el cuestionamiento de Jesús (vv. 67-71).

Litúrgicamente el pasaje es dividido en secciones que se leen en celebraciones diversas y esto nos hace perder la unidad y secuencia del relato por una parte y por otra no percibir lo que significa la expresión “Pan de vida” tratada de una manera muy variada como una exposición en secuencia.

Aconsejamos tomar el texto bíblico y leer todo el capítulo 6 de Juan y luego sí centrarnos en los límites de esta exposición sobre los vv. 41-51.

En esta exposición nos referimos a los versículos y presentamos unas breves notas:  

  1. Los judíos criticaban (vv. 41-42). Son claros y comprensibles los motivos para criticar. La respuesta de  Jesús es acorde con todo el cuarto evangelio como  revelación de Dios y de sus obras en la persona de Cristo. Un teólogo y poeta lo captó muy bien: «Te debemos un himno, Cristo, Salvador sin pecado y creemos que siendo Dios antes de los siglos y naciendo de la Virgen, sigues siendo el que eras. Solo tú conoces el milagro de tu encarnación, porque nosotros que no sabemos cómo se forma la criatura en una mujer sin concurso de marido, ¿cómo vamos, Salvador, a comprenderlo con nuestro entendimiento humano? Por eso, te debemos una alabanza, porque eres el Dios del universo y eres el pan celeste de la inmortalidad»[2].
  2. Posibilidad de encontrarse con Dios (v. 43). Quienes nos ocupamos en cuestiones religiosas fácilmente damos por descontado que Dios actúa en nosotros y hasta nos permitimos hacerle el programa de su intervención. Ningún hombre, en su estado débil e indefenso, puede venir a Cristo sin Él. Como no podemos hacer ninguna acción natural sin la concurrencia de la providencia común, tampoco podemos hacer ninguna acción moralmente buena sin la influencia de la gracia especial, en la que el nuevo hombre vive, se mueve y tiene su ser. El autor de ella es el Padre que envió a Cristo y lo envió a una misión fructuosa[3].
  1. Dios es nuestro entrenador (vv. 45-46), quien nos encamina, quien nos modela y diseña y todos los que lo escuchamos aceptamos su enseñanza. En la formación religiosa de los últimos decenios se ha insistido en el discipulado como actitud básica para seguir a Jesús. Basta y sobra una palabra, ya anunciada por los profetas y que resume todo el universo de la enseñanza y del aprendizaje. Dios nos enseña y nosotros aprendemos de Él, somos sus aprendices. En su escuela siempre habrá tanto por aprender. Pero será siempre nuestra enseñanza. El texto griego usa dos palabras de la misma raíz: “didaktos”, el que está empeñado en aprender y “didaskalía”, que es el contenido y programa de aprendizaje. Ambas palabras sintetizan el modo en que el hombre elabora y transmite todo su conocimiento y cómo toda la creación, se organiza como obra del Creador[4].
  1. El que cree tiene vida eterna (v. 47). El lugar adecuado de nuestro texto sería el c. 13, dentro del relato de la última cena. El evangelista lo traslada aquí, por la semejanza con la materia, para hacer un discurso completo sobre el pan. Desde el comienzo el Cuarto Evangelio insiste en la fe como respuesta a la presencia de Cristo. En los siguientes versículos se insistirá en comer la carne y beber la sangre pero ya desde el comienzo se hacen explícitas la condición de tener fe y la consecuencia de tener vida eterna[5].
  1. El que coma de este pan vivirá eternamente (vv.48-50). Lo explica muy bien un amigo en una obra sobre la Eucaristía: “Cuando las turbas le piden a Jesús un signo como el de Moisés al darles el maná, Jesus les exhorta a no buscar el pan que fenece, sino el que se mantiene para la vida eterna. Jesús relativiza lo que hizo Moisés, al manifestar, incluso, que no les ha dado nada especial, mientras que el Padre es quien les da el pan bajado del cielo, ese pan que es el propio Jesús”[6].
  1. El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo (v. 51). La expresión “Pro mundi vita” procede de este versículo y ha sido utilizada en el lema de muchos Congresos Eucarísticos Internacionales y los Sumos Pontífices con frecuencia han empleado este riquísimo texto en sus Mensajes. Del 5 al 12 de septiembre nos disponemos a participar en el Congreso Eucarístico Internacional No. 52 en Budapest, Hungría, donde se celebrará  la Eucaristía en sus relaciones con la vida y la familia. Los más destacados organismos hacen sus propuestas como servicio a la vida del mundo en los más variados campos como la paz, la alimentación, la salud, la educación, la ecología, el recalentamiento global de la Tierra, los transportes, los viajes espaciales e interplanetarios, el empleo de nuevas tecnologías. La expresión sigue teniendo vigencia. Tenemos en cuenta la ambigüedad que puede tener en el Evangelista Juan, de la Palabra “mundo” como fuerza contrapuesta a la salvación pero también se lo considera como el lugar donde el Verbo puso su tienda entre nosotros (cfr. Jn 1,10) y a donde se presenta como buen pastor para que sus ovejas tengan vida y la tengan en abundancia (cfr. Jn 10,10).
  1. Yo soy el pan de la vida. Esta afirmación recorre todo el discurso del capítulo sexto que analizamos. Ya hemos anticipado que toma el lugar del relato de la Institución de la  Eucaristía que los Sinópticos y San Pablo sitúan en la Cena de Pascua que sirve de pórtico a los relatos de la Pasión. Juan centra la Eucaristía en el corazón de la vida de las primeras comunidades que se reúnen para compartir el Evangelio y comer el pan.   Escuchemos a Juan Pablo II que nos lo explica: “La Eucaristía es verdadero banquete, en el cual Cristo se ofrece como alimento. Cuando Jesús anuncia por primera vez esta comida, los oyentes se quedan asombrados y confusos, obligando al Maestro a recalcar la verdad objetiva de sus palabras: « En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros » (Jn 6, 53). No se trata de un alimento metafórico: « Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida » (Jn 6, 55)”[7].

Reiteramos nuestra invitación a leer el breve pasaje en el conjunto del capítulo sexto de Juan y el amable lector comprenderá su alcance litúrgico y eclesial.


[1] Texto de La Sagrada Biblia de América, (2016) Luis Roballo, etc., San Pablo, Bogotá,

[2] Romano Melodio, Himnos, Tomo III, XXIV, 23

[3] Matthew Henry, Commentary, Tomado de Bible Works 10.

[4] ZERWICK, M., S.J.,-GROSVENOR M. A Grammatical Analysis of the Greek New Testament, GBP, Roma, 2010  y BibleWorks, version 10, Software for Biblical Exegesis and Research, Norfolk, VA

[5] PAPA FRANCISCO, Lumen fidei, 4, citado en La Sagrada Biblia de América, (2016) Luis Roballo, edición de estudio, p. 1450

[6] José Fernández Lago EUCARISTIA, Santiago de Compostela 2019, INSTITUTO TEOLÓGICO COMPOSTELANO, n. 14, p. 54, El pan que da Jesús es más importante que el maná.

[7] Juan Pablo II, Encíclica Ecclesia de Eucharistia, 17 de abril de 2003, n. 16