XXX Domingo del Tiempo Ordinario
Comentario dominical
24 de octubre de 2021
Ciclo B: Mc. 10, 46 – 52
Por: P. José Samuel Torres Tangua, C.Ss.R.
Este domingo celebra la Iglesia la Jornada Mundial de las Misiones, el DOMUND: Es un tiempo especial para tomar conciencia de nuestra vida misionera.
La vida cristina es netamente misionera. Todo discípulo de Jesús, desde el día de su bautismo, es un misionero. Esta característica esencial de cada cristiano contrasta con la realidad del mundo. La globalización, con sus aciertos y sus desafíos.
Este domingo suscita en cada cristiano varias características centrales de la vida misionera. En primer lugar, el sentido de plegaria. Orar por los cristianos que han sentido de Dios el llamado a la vida misionera y han dejado su tierra, y su familia con el deseo profundo de testificar a Dios en tierra extranjera. Esta oración se extiende en la súplica al Dios que llama continuamente, para que regale a su Iglesia nuevas vocaciones con este ardor misionero. En segundo lugar, es el día de la solidaridad misionera. Todos los cristianos somos llamados a dar ofrenda para favorecer las campañas de misión y para ayudar a las comunidades cristianas necesitadas de recursos. En tercer lugar, somos invitados a manifestar nuestra vocación misionera en el lugar donde vivimos y con las personas con las que a diario nos relacionamos. El lema que anima esta jornada es: cuenta lo que has visto y oído. El evangelio se debe difundir con el testimonio de fe. La Buena Noticia del Señor se bebe anunciar a tiempo y a destiempo. Hoy se necesitan misioneros que evangelicen los diferentes escenarios de la vida social.
Las lecturas de este domingo permiten afianzar este mensaje. En la primera lectura, el pueblo de Israel, viviendo en tierra extranjera recibe el consuelo de Dios. Él les promete que lo regresará a la tierra de donde fueron expulsados y que será un Padre para ellos. Jeremías es el profeta de la esperanza y la alegría. Hermosa figura que enciende la vida e invita a caminar con la confianza en Dios.
La carta a los Hebreos presenta a Jesús como sumo sacerdote con unas características: la proximidad de su misericordia y la solidaridad.
En el evangelio, Jesús manifiesta sensibilidad por el que sufre, en contrate con la indiferencia de los que lo acompañan. Al escuchar la “oración” profunda de Bartimeo, el Maestro se detiene, pregunta e invita. Vale la pena analizar cada una de estas actitudes, palabras y gestos del Señor en su relación con el ciego.
La ceguera del hombre que se encuentra al borde del camino representa a cada ser humano sumido en la tiniebla, en el engaño, en el error. Podemos afirmar que hay neblinas que oscurecen la vida y no permiten notar el grito sufriente de la persona que vive a nuestro lado. Señor, danos la gracia de ser sensibles al dolor de las personas que están al borde del camino.
La súplica confiada: “hijo de David, ten compasión de mí”. Es el llamado confiado ante las situaciones críticas de la vida. Hay situaciones dolorosas, que llegar como lloviznas pasajeras, impiden ver un futuro feliz y ahogan la esperanza. Es en esos momentos en los que la confianza en Dios nos permite lanzar una oración muy profunda: Señor, ten compasión de mí. Gracias, Señor, por ser nuestra aurora y darnos la fortaleza para acudir a ti, con la certeza de que siempre nos escuchas.
Jesús dice con contundencia: ¡llámenlo! Es la actitud de un Dios cercano, preocupado por el ser humano. Al mismo tiempo, es el ofrecimiento del Dios de la misericordia que multiplica sus dones a quienes le piden con fe.
El encuentro con Jesús permite el seguimiento dinámico y creativo. “Puedes irte, tu fe te ha salvado. Al punto recobró la vista y lo siguió por el camino”. El cambio geográfico del borde del camino al seguimiento, indica la decisión del discípulo.
Bartimeo señala la aventura novedosa de la fe que se convierte en repuesta misionera. El prototipo del misionero se establece en estas figuras que acabamos de reflexionar. Ante el dolor, la dificultad, la marginación, surge el camino de la fe. Ante la indiferencia y los obstáculos de la vida, se debe confiar más. Bartimeo gritaba con más fuerza. La fe alienta al discípulo misionero y le permite anunciar la Buena Noticia y siguiendo los pasos del Maestro. Feliz Domund para todos y contemos lo que hemos vito y oído como misionero.