Solemnidad Jesucristo, Rey del Universo
Comentario dominical
20 de noviembre de 2022
Ciclo C: Lc. 23,35-43
Por: P. Alberto Franco G., C.Ss.R.
Una celebración con interpretación contradictoria
La solemnidad de Jesucristo Rey del Universo es muy importante para todos los cristianos, especialmente para los católicos. Pero la realidad histórica y concreta de reyes y reinas genera dificultades para comprender su verdadero significado cristiano. Conscientes de esta realidad, los autores del Nuevo Testamento –NT, evitaron hablar de Jesús Cristo como rey, solo dos autores, y después del año 90, le dan ese título.
Con el paso de los siglos, el título de rey para Jesucristo ha desfigurado la imagen que presentan los evangelios del Jesús histórico, porque para el inconsciente humano están primero las imágenes y comprensiones que tenemos dentro de reyes, reinas, reinar y de los reinos. También, por la forma como sectores de la iglesia han utilizado a Cristo rey para justificar el poder temporal y la actitud “principesca” de papas, obispos, pastores, sacerdotes, cristianos de a pie, y líderes religiosos. Con el título de Jesucristo rey del universo, ministros ordenados y líderes de las iglesias se han presentado como “vicarios” o “representantes” de Cristo en la tierra, y con ello, justifican sus actuaciones como reyes y señores que exigen respeto “real”.
Esta comprensión de reyes y reinas está en contradicción con el mensaje del Evangelio, con el ejemplo de Jesús de Nazaret. Pensemos en la manera cómo vivió Jesús. Luego, en lo que conocemos de vida de reyes y reinas, de la servidumbre y esclavitud que hay detrás de sus fortunas, de sus derrochas, del abusos de dineros públicos, de la sangre derramada para conseguir reinos, y para sostenerlo. Por último, en las costumbres y maneras de vivir contradictorias que tenemos los cristianos.
El uso de la palabra rey en el Nuevo Testamento
Cuando los cristianos hablamos de temas relacionados con la fe, debemos ir a la Biblia, y consultarla, en el siguiente orden básico: primero, los evangelios, segundo, los demás escritos del Nuevo Testamento –NT, y tercero, el resto de la Biblia. Todos deberían leer por su cuenta, en orden y despacio, al menos uno de los cuatro evangelios. Es frecuente que cristianos, líderes religiosos, sacerdotes, pastores u obispos aborden temas religiosos con pocas referencias bíblicas o con citas sacadas del contexto, para hacerle decir a la Biblia lo que ellos quieren. Pero, actuar cristianamente no es citar la Biblia o nombrar a Jesucristo repetidamente, sino asumir una actitud de respeto hacia la obra de Dios, que son todas las personas y la creación. Con frecuencia, las palabras religiosas alejan más de Dios de lo que acercan a las personas alejadas. Pero la humanidad atrae y luego genera diálogos profundos sobre la fe.
Es importante que nuestras afirmaciones, como cristianos, tengan un buen fundamento, no quedarse en la superficialidad, en afirmaciones generales, en lo que dicen las redes, sin contrastar las fuentes, o en quedarnos con la visión de nuestro líder o predicador favorito. En este caso vamos a analizar las palabras rey y reinado, partiendo del griego bíblico.
La palabra griega basileus[1]: rey, soberano, está 115 veces en el NT. 72 se refieren a los soberanos seculares, 38 a Jesús (generalmente de forma despectiva), 3 a Dios, y 2 a Cristo. Jesús utiliza la palabra rey en parábolas y comparaciones, una (1) vez se refiere a Dios, y nunca para hablar de sí mismo.
En general, cuando el NT nombra a Jesús rey, lo hace para burlarse de Él, para descalificarlo, para humillarlo o para justificar su muerte. Jesús nunca se identificó como rey, tampoco los evangelios y las primeras comunidades cristianas. El título de rey, aplicado a Jesús, tiene poco fundamento bíblico. Pero Jesucristo rey puede tener un sentido positivo, porque puede ser reconocerlo cómo el único Rey y Señor, ante quien nos arrodillamos, de quien depende la salvación, y hacia quien orientamos la vida. Por esto, el año litúrgico termina con la proclamación de Jesucristo como Rey Universal.
El reino – reinado de Dios
Para comprender el sentido correcto de la solemnidad de Jesucristo rey del universo, de acuerdo con lo que Él anunció y lo que vivieron sus seguidores y las primeras comunidades cristianas, es necesario reconocer que el tema central de predicación y el motivo de su vida, sus palabras y pensamientos, es el reino de Dios. Y es necesario conocer el significado del reino de Dios para sus oyentes, y poder comprender lo que significa para nosotros hoy.
La palabra griega basileia[2]: reino, reinado, aparece 162 veces en el NT, la mayoría de ellas haciendo parte de la expresión basileia tou Theu: reino de Dios –RD.“Para la mayoría de los investigadores, el origen y contenido central sintetiza la proclamación de Jesús, en tu totalidad, están determinados por el RD”[3], que es un amor radical, “ilimitado e infinito de Dios, principalmente hacia los menospreciados y marginados de Israel, hacia los pobres, las mujeres, los pecadores, los samaritanos, etc.”[4]. Para Jesús el reino de Dios es “un acontecimiento” que irrumpe en la historia humana y la transforma por eso la persecución y su asesinato. Hoy el reino de Dios lleva a la transformación de la realidad de muerte y destrucción en el mundo, y de la actitud de la mayoría de cristianos.
La síntesis del reino de Dios realizada por J.A. Pagola, muestra la reacción de los líderes religiosos y políticos frente a la presencia, la vida y la predicación de Jesús. “El reino de Dios no era para Jesús algo vago y etéreo. La irrupción de Dios está pidiendo un cambio profundo. Si anuncia el reino de Dios es para despertar la esperanza y llamar a todos a cambiar de manera de pensar y de actuar. Hay que entrar en el reino de Dios, dejarse transformar por su dinámica y empezar a construir la vida tal como la quiere Dios”[5]. }
Lo que dice la palabra de Dios sobre el Rey.
La palabra de Dios escuchada, ayuda a comprender el significado de rey y reinado en la Biblia.
En el segundo libro de Samuel, cuenta que “todas las tribus de Israel”, representadas por sus ancianos, “se presentaron ante David en Hebrón”. Allí el rey hizo una alianza con ellos y ellos lo ungieron como rey”. El pasaje afirma que hay un acuerdo, que no es una imposición, que la elección de David como rey no fue la consecuencia de la guerra, ni del poder. Es producto de una alianza entre el rey y los pueblos sobre los cuales ejercerá su reinado. En la alianza, las partes están en capacidad de pactar, hay respeto y reconocimiento mutuo. No hay sometimiento.
La elección de David marca una diferencia radical con los reyes vecinos de Israel, y con los reyes y reinos que conocemos, creados por medio de guerras, poderes e imposiciones, sin que los habitantes del reino tengan derecho a elegir, a pactar y menos aún a ser consultados; son producto de la sangre e injusticias, que causa de otras injusticias y otras sangres derramadas.
En el evangelio, Lucas cuenta que “el pueblo estaba mirando, y los jefes (magistrados) se burlaban” de Jesús. “También los soldados se burlaban de él”, se acercaban y lo humillaban ofreciéndole vinagre y diciéndole: “si eres el rey de los judíos, sálvate”. La cruz tenía una inscripción que decía: “Este es el rey de los judíos”. Y “uno de los malhechores crucificados lo insultaba”. Sólo un condenado reconoce que la condena de Jesús es injusta, y le pide que se acuerde de él “cuando llegues a tu reino”.
El evangelio afirma que Jesús fue “un rey de burlas”. Así afirma que no se le puede comparar con los reyes que el pueblo conoce, que su reino es muy diferente a los reinos impuestos por la fuerza, el poder, el dinero o la guerra. Dios quiere ser amado, quiere convencer, no imponer. Es paradójico que al momento de su muerte, un condenado a muerte le pida entrar en su reino, esto confirma que su mensaje era destinado y comprendido por los condenados, los pequeños, las mujeres, los pecadores, los marginados…, y que el poder político, económico y religioso no podía hacerlo.
Los cristianos de Colosa son invitados por san Pablo a “dar gracias al Padre porque los arrancó del poder de las tinieblas y los hizo entrar al reino de su Hijo querido”. Arrancarlos del poder de las tinieblas y hacerlos entrar en el reino de su Hijo, es otra manera de decir que han entrado y aceptado el reino de Dios proclamado por Jesús. El himno cristológico (versos 15 al 20) afirma que Jesús es “la imagen visible del Dios invisible”, que está por encima de todo lo creado” y lo glorifica con los más grandes y diversos títulos, pero no le da el título de rey.
Una conclusión
Ser cristiano es más que una declaración, que una confesión de la boca, que pertenecer a una iglesia o comunidad que así se llama. Es seguir a Jesús, anunciar y hacer realidad el reino de Dios, al que le apostó su vida, por el que fue asesinado los poderes religiosos, políticos, económicos y culturales, ayer y hoy. Es colocar a Jesús como rey, es decir, como centro de la vida personal, social y eclesial.
[1] BALZ, Horst – SCHNEIDER, Gerhard, Diccionario exegético del Nuevo Testamento, vol., I, Sígueme, Salamanca, 1996, pp. 614-621.
[2] Ibídem., 600-614.
[3] Ibídem., 603.
[4] Ibídem, 606.
[5] PAGOLA, José Antonio, Jesús. Aproximación histórica, PPC – Ed. Claretiana, Buenos Aires, 2010, p. 107.