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II Domingo de Adviento

Comentario dominical

5 de diciembre de 2021

Ciclo C: Lc. 3, 1- 6

Por: P. Edward Julián Chacón Díaz, C.Ss.R.

A principios del año 27 d.C., una muchedumbre se dio cita junto al río Jordán para oír a un nuevo profeta, el lugar donde predicaba era célebre por haber sido el escenario de la

conquista de la Tierra prometida por parte del pueblo de Israel. Pero las multitudes no

iban a conmemorar ese hecho. Iban a ver a un hombre competente quien les garantizaba

la oportunidad de repetir en sus vidas aquella epopeya extraordinaria: Juan, el bautista.

Los profetas tradicionales ayudaban a sus contemporáneos a superar el muro del tiempo y mirar el futuro, pero él ayuda a superar el muro, aún más grueso, de las apariencias contrarias y permite descubrir al Mesías oculto tras el aspecto de un hombre como los demás. El Bautista inauguraba así la nueva profecía cristiana, que no consiste en anunciar una salvación futura («en los últimos tiempos»), sino en revelar la presencia escondida de Cristo en el mundo.

Juan había adaptado una metodología capaz de transformar un hecho histórico en un acontecimiento actual; un suceso del pasado en una realidad presente, revivida con un sentido nuevo. La manera como Juan predicaba se fundamentaba en cuatro criterios esbozados por Moisés: a) les hacía ver los errores de su vida pasada; b) los invitaba a arrepentirse y cambiar de vida; c) les advertía de un castigo divino que caería sobre quienes no se convirtieran; d) les anunciaba la llegada de alguien, detrás de él, que vendría para hacer cumplir la Palabra de Dios .[1]

Para la comunidad de San Lucas tanto el evangelio como en los Hechos de los apóstoles se identifica tres épocas de la historia de la salvación: el tiempo antes de Cristo, el tiempo de Cristo y el tiempo de la Iglesia y el Espíritu Santo. En la lectura del Evangelio de hoy, como en otros pasajes, Juan el Bautista se presenta como la figura que une el tiempo antes de Cristo y prepara el camino para el propio ministerio de Cristo.

Juan sintetiza la voz de los profetas en el camino de la esperanza: preparen el camino del Señor. Era Yahvé, quien decía que el desierto se convertiría en camino de libertad y de esperanza. Esa voz es la del Bautista, que desde el desierto, prepara los caminos de Dios, que ahora son los del Mesías. La conversión, supone abrir los ojos, el corazón, y la voluntad, para acoger la novedad del evangelio que trae Jesucristo.  

La predicación de Juan sobre la venida del Señor es un tema clave de la temporada de Adviento. Como el mensaje de Juan preparó el camino para Jesús, nosotros también estamos llamados a prepararnos para la venida de Jesús. Respondemos al mensaje de Juan con el arrepentimiento y la conversión de nuestra vida.

Entonces, ¿qué tiene que decirnos todo esto a nosotros? Que también debemos mantener juntos esos dos aspectos del ministerio profético: compromiso por la justicia social por una parte, y anuncio del Evangelio por otra. No podemos partir por la mitad esta tarea, ni un sentido ni en otro. Un anuncio de Cristo, sin el acompañamiento del esfuerzo por la promoción humana, resultaría desencarnado y poco creíble; un compromiso por la justicia, privado del anuncio de fe y del contacto regenerador con la palabra de Dios, se agotaría pronto, o acabaría en estéril contestación.


[1] Alberto De Mingo Kaminouchi, La Biblia de principio a fin, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2019, p. 64