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Por: P. Raymond Corriveau, C.Ss.R.

El siguiente texto quiere recoger algunas reflexiones del Padre Raymond Corriveau (1936 – 2012), sacerdote redentorista canadiense quien escribió un breve análisis de la Pasión de Cristo en la espiritualidad de san Alfonso.

El amor a Cristo crucificado y a Cristo en la eucaristía era central para san Alfonso, tanto en su propia vida como en sus escritos. Él hizo de la pasión el tema recurrente de su espiritualidad. Andaba consumido hasta lo más profundo de su ser por el amor de Dios revelado en la pasión de Jesús. Siendo aún un joven laico, inspirado por su propia experiencia interior, pintó la imagen de Cristo en la cruz. La pasión llegó a ser tema central de su predicación, y en su dirección de almas en el confesionario enseñaba a la gente a meditar en la pasión.

El amor de Dios por nosotros manifestado en la pasión era un fuerte foco de su predicación misionera. En una carta, de camino hacia una misión, escribe: “Le ruego que hable con frecuencia del amor que Jesucristo nos ha manifestado en su pasión y en la institución de la eucaristía; y del amor que nosotros debemos tener por nuestro amado Redentor, trayendo con frecuencia a la mente estos dos grandes misterios de amor. En nuestras misiones, y especialmente en los tres días finales, debemos hablar solamente de la pasión del Redentor para dejar las almas atadas a Jesucristo”. La plantación de la cruz al final de la misión debía ser para el pueblo un continuo recuerdo de la pasión, manteniéndolo conscientemente en el camino de la conversión.

Alfonso compuso himnos sobre la pasión para ser cantados en las misiones e hizo también una extensa composición musical, Dueto entre el alma y Jesucristo en su Pasión (1760). Habla de la pasión en todos sus libros y compuso un buen número de obras expresamente dedicadas a ella. Entre sus principales escritos sobre la pasión tenemos: El amor de las almas (1751); Meditaciones sobre la pasión de Jesucristo para cada día de la semana (1754); Consideraciones y afectos sobre la pasión de Jesucristo, explicado con sencillez como los evangelios la describen (1761); El Viacrucis (1761); Quince meditaciones sobre la pasión de Jesucristo (1766); y Reflexiones sobre la pasión de Jesucristo (1773).

La pasión, según san Alfonso, es particularmente adecuada para evocar la estructura dialógica de amor y respuesta, que es tan característica en él: devolver amor por amor. Si la pasión de Jesucristo revela primero el amor de Dios por nosotros, entonces reclama a su vez la respuesta humana de amor. El Crucificado es el principal libro que el cristiano debe leer. “La ciencia de los santos no se aprende estudiando libros, sino en la oración. El Crucificado es al mismo tiempo el maestro que enseña y el libro leído. Ve a Dios y conoce la grandeza de su bondad el que llega a sentirlo y gustarlo a través del amor”.

Finalmente, en la teología de Alfonso hay una interconexión inseparable entre la teología de la cruz y la eucaristía. “La pasión y la eucaristía se implican mutuamente. La eucaristía es el memorial de la pasión, de ella deriva su total eficacia; y es en la vida del cristiano la manera más concreta para unirse al Señor crucificado. La pasión es la más visual e irrepetible auto-entrega de Jesucristo. La eucaristía  es la continua realidad sacramental de esta auto-entrega. La pasión manifiesta la universalidad de la salvación y la eucaristía expresa su realización personal” (Mons. Noel Londoño).