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Solemnidad de la Santísima Trinidad

Comentario bíblico

30 de mayo de 2021

Ciclo B: Mt. 28, 16 – 20

Por: P. Jesús María Ortiz Orozco, C.Ss.R.

Introducción

Según la liturgia de nuestra Iglesia, el domingo después de Pentecostés se celebra la solemnidad de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Catecismo Católico en el número 234 afirma: El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la “jerarquía de las verdades de fe” (DCG 43). “Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une consigo” (DCG 47).

Comentario bíblico

El pasaje del evangelio para esta solemnidad es el siguiente:

Se observa que el texto tiene dos partes, la primera la expone el narrador, indicando los personajes con sus respetivos verbos: once discípulos (marchar, ver, postrarse, dudar) y Jesús (acercarse, hablar); el escenario geográfico: Galilea y el monte.

La segunda parte hace referencia al discurso directo pronunciado por Jesús. Se destacan tres aspectos: a) El poder que ha recibido; b) El envío misionero; c) La promesa de su presencia hasta el fin del mundo.

Al elegir este pasaje bíblico en la solemnidad de la Santísima Trinidad, nuestra atención se centra en la frase: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, porque el evangelista Mateo hace ver que esta celebración tiene fundamento bíblico; no es una invención de la Iglesia.

Aplicación pastoral

La referencia a la Santísima Trinidad por medio de la frase: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, forma parte de nuestra espiritualidad, va acompañada en la mayoría de las ocasiones con el signo de la cruz, y la tenemos en cuenta al iniciar y al terminar el día, el viaje, la eucaristía… En este sentido encomendamos a su providencia la obra que realizamos, buscando así su agrado y su bendición. Es un modo de reconocer la promesa que Jesús hace de estar presente hasta el final. José Luis Sicre (2019) opina:

Lo típico en el AT es que Dios prometa su presencia y ayuda a quien encomienda una misión. A Isaac: “No temas, que estoy contigo” (Gn 26,24). A Moisés: “Yo estoy contigo” (Éx 3,12). A Josué: “No temas ni te acobardes, que contigo está el Señor, tu Dios, en todas tus empresas”. A Jeremías: “Yo estoy contigo para librarte” (Jr 1,8; cf. 1,19; 15,20). A Israel: “yo estoy contigo para salvarte” (Jr 30,11; cf. 46,28). Al pueblo desterrado en Babilonia: “no temas, que contigo estoy yo” (Is 43,5) (p. 384).

Pidámosle a la Santísima Trinidad la gracia de poner en práctica su mensaje, de modo que al celebrar su fiesta podamos cumplir la misión que nos encomienda en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, contando con su presencia hasta el fin del mundo.

Referencia bibliográfica

Sicre, José Luis (2019). El evangelio de Mateo. Un drama con un final feliz. Verbo Divino.