Solemnidad de la Ascensión del Señor
Comentario bíblico
29 de mayo de 2022
Ciclo C: Lc., 24, 46-53
Por: P. Jesús María Ortiz Orozco, C.Ss.R.
Después de cuarenta días de la Vigilia pascual, la Iglesia católica celebra la Ascensión de Jesucristo. Esta fiesta litúrgica tiene en cuenta la cronología que presenta el libro de los Hechos de los apóstoles (1,3).
El día cuarenta se cumplió el jueves pasado, 26 de mayo. Sin embargo, por razones pastorales y litúrgicas la celebración se ha trasladado para este domingo 29 de mayo.
El pasaje del evangelio que nos corresponde comentar es Lc 24,46-53. Con respecto a su estructura literaria, el padre Fidel Oñoro (2007) afirma:
El evangelio de hoy recoge las últimas palabras de Jesús a sus discípulos y el evento excepcional de su exaltación al cielo. Todo está cargado de mucha solemnidad: se trata de palabras y de gestos que deben permanecer en la memoria de los discípulos. Para explorar mejor el pasaje, distingamos cuatro partes:
- La entrega del kerigma misionero (24,46-48).
- La promesa del Padre (24,49).
- La exaltación de Jesús al cielo, con las manos extendidas bendiciendo (24,50-51).
- Y el bellísimo epílogo festivo del Evangelio (24,52-53).
Con base en esta clasificación y en el tema de la Ascensión del Señor, se comentará sólo la tercera parte: “Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo” (Lc 24,50-51).
En la lectura intertextual del Antiguo Testamento se alude al 2 Re 2,11, donde se narra la despedida del profeta Elías y su ascensión al cielo: “Iban hablando -el profeta y su discípulo- mientras caminaban, cuando de pronto un carro de fuego los separó uno del otro. Elías subió al cielo en el torbellino”. Esta última frase, en la traducción griega de los LXX, dice: “Elías fue ascendido (anelemfze) en un torbellino al cielo”.
El en Nuevo Testamento, los evangelistas Mateo y Juan no presentan a Jesús subiendo al cielo de manera explícita. Juan finaliza con un encuentro de Jesús resucitado en Jerusalén y una primera conclusión del evangelista (Jn 20,19-30), acompañada de otro encuentro junto al lago de Galilea y una segunda conclusión del evangelio (Jn 21,1-25). Sin embargo, cuando Jesús habla con María Magdalena le dice: “No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios” (20,17). Mateo termina con la aparición de Jesús en Galilea y la misión universal que reciben los apóstoles (28,18-20). Marcos, en su texto añadido, sí habla de este acontecimiento: “El Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios” (16,19).
Lucas en su segundo libro Hch 1,9 habla también de la Ascensión: “Dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube lo ocultó a sus ojos”. Añade el detalle de la nube. Esta forma parte de las teofanías (Ex 13,22 y Lc 9,34-35).
La despedida de Jesús, según Lc 24,50-51, estuvo acompañada con su bendición, incluso el verbo bendecir (eulogeo) se repite. Santiago García (2012), opina:
Así se resalta que la bendición es el centro del relato. La separación ocurre mientras Jesús realiza el gesto de bendecir («mientras los bendecía»), indicando que esta separación de Jesús es una prolongación de su bendición. Lc no transmite las palabras que solían acompañar este gesto en los relatos bíblicos del AT (véase Lv 9,22 y Si 50,22) (p. 690).
Sugerencias para practicar este pasaje bíblico
- La Ascensión del Señor no significa que Jesucristo se alejó de nosotros. Por tanto, sintamos su presencia: “Yo estaré con ustedes hasta el final de los tiempos” (Mt 28,20). Él es el Emmanuel, el Dios con nosotros (Mt 1,23).
- Lucas escribe dos veces este acontecimiento, para enseñar que la nueva presencia de Jesús se manifiesta en la bendición de sus discípulos, que continúan su obra misionera con gozo y sin quedarse mirando el cielo. Por eso, celebrar esta solemnidad es un motivo de alegría (Cfr. Lc 24,52) y compromiso con el anuncio del Evangelio.
- Lucas, al igual que Pablo, quiere que los cristianos tomen conciencia que se ha inaugurado una nueva etapa en la historia de la salvación. Ahora, es la Iglesia el nuevo cuerpo de Cristo. Somos nosotros, los encargados de continuar las acciones de Jesús de Nazaret, conscientes que él sigue siendo la cabeza de su Iglesia.
Referencias bibliográficas
OÑORO, Fidel (2007). Pistas para la Lectio Divina. Lc 24, 46-53. Centro Bíblico Pastoral para la América Latina del CELAM. http://www.homiletica.org/fidelonoro/fidelonoro0019.pdf
GARCÍA, Santiago (2012). Comentarios a la nueva de Biblia de Jerusalén. Evangelio de Lucas. Desclée De Brouwer, S.A.