XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Comentario dominical
14 de noviembre de 2021
Ciclo B: Mc. 13, 24 – 32
Por: P. Luis Carlos Jaime Murillo, C.Ss.R. (Superior Provincial)
A lo largo del presente año hemos venido meditando el evangelio según san Marcos en el que nos presenta una faceta muy particular de Jesús: es el misionero itinerante, que va por los caminos de Israel anunciando la misericordia de Dios Padre. El evangelista tiene una preocupación especial y es mostrar que en el corazón de Dios hay espacio para los seres humanos que quieran vivir una experiencia particular con Él.
La liturgia de este domingo nos presenta dos episodios en la vida de Jesús y que se encuentran en un capítulo muy especial del evangelista Marcos: el capítulo 13. Este capítulo ha traído bastantes problemas para el creyente y para los especialistas en la Biblia. El primer problema con el que nos enfrentamos es con el estilo apocalíptico en el que está escrito el texto. Es importante anotar que el estilo apocalíptico no quiere sembrar miedo y terror en los lectores; por el contrario, en cada texto aparecen palabras de esperanza que alientan a los lectores para seguir luchando a pesar de las dificultades de la vida.
En segundo lugar, hay que hacer notar que el texto no está hablando de un final catastrófico del mundo y de la humanidad, sino de la caducidad de las cosas materiales y de la primacía de Dios quien es el Único eterno.
El tercer aspecto que nos presenta el autor es el tema de la segunda venida de Jesús. Se trata de una segunda venida no para castigar y condenar, sino para reunir y congregar en torno a Él a quienes hayan perseverado hasta el final. Por consiguiente, de ninguna manera se habla de un fin ni inminente, ni remoto de la humanidad y por lo tanto no podemos llenarnos de temor por el anuncio trágico de algunos predicadores sobre este fin inminente. Toda acción destructora es mala y Dios es el Sumo bien, por consiguiente, no puede realizar un acto destructor. La invitación que hace el autor sagrado es a que cada creyente esté preparado para cuando el Hijo del Hombre “envíe a los ángeles a reunir de los cuatro vientos a sus elegidos desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo”. (Mc 13,27)
La segunda aparte del relato que la liturgia nos presenta invita a los creyentes a estar vigilantes y atentos a aquello que hoy denominamos los “signos de los tiempos” y en ellos entender qué quiere Dios de nosotros. Así como los campesinos ven la evolución de la cosecha y saben cuándo pueden sembrar para obtener frutos abundantes, de la misma manera debemos entender que Dios actúa en la historia y quiere que cada uno aporte lo mejor de sí para que la vida y la historia sean más humanas.
Teniendo en cuenta que Dios sólo quiere el bien de la humanidad, debemos quitar de nuestro imaginario una destrucción de la creación por parte de su Creador. Pero es necesario tener muy presente que la creación, o la casa común” como lo dice el Papa Francisco, está siendo amenazada por el ser humano, con su afán de poseer, producir y ganar. Afortunadamente hay un interés grande por parte de algunas organizaciones que se preocupan por lo que se ha llamado el cambio climático que está haciendo estragos en muchas partes de la tierra y claman para que se tomen medidas justas que favorezcan a todos y no solamente a quienes tienen dinero y poder.
El calentamiento global nos hace pensar que si no se actúa de manera inmediata, tendremos que afrontar más hambre, dolor, desplazamientos forzados y por consiguiente, aumento de la pobreza. Ese sí es un final catastrófico y con consecuencias catastróficas para lo seres humanos, especialmente los más pobres.
En el capítulo primero del libro del Génesis se nos dice que todo lo que hizo Dios, lo hizo bueno y lo puso para el servicio del ser humano, por consiguiente, no le es lícito destruir lo que ha sido puesto en sus manos para transformarlo.
El fin del mundo como un evento provocado por Dios es algo que no aparece en los textos de la Sagrada Escritura. El interés de los autores sagrados y de manera especial del evangelista Marcos es crear conciencia en los creyentes que hay que estar atentos para entender la voluntad de Dios que se manifiesta en los acontecimientos diarios y no dejarse engañar por quienes vaticinan desgracias.
Hoy más que nunca, como creyentes estamos llamados a ser portadores de palabras de aliento para aquellos que están agobiados y confundidos en su fe. Nuestro Dios es creador y todo lo ha hecho con amor y Él no destruye sus criaturas.
Como habitantes de la “Casa común” debemos evitar que ella sea destruida por quienes buscan de manera egoísta su provecho personal. Dios hizo el mundo para todos.