V Domingo de Cuaresma
Comentario dominical
3 de abril de 2022
Ciclo C: Jn 8, 1-11
Por: P. Edward Julián Chacón Díaz, C.Ss.R.
Poco a poco, nos estamos acercando al final de la Cuaresma. Por otro lado, nos estamos acercando a la fiesta pascual. En otras palabras, nos estamos alejando gradualmente de la zona del sufrimiento a la zona de la gloria. Por lo tanto, todas las lecturas de este domingo nos dan esperanza y pintan un cuadro de un futuro muy brillante para nosotros.
En la lectura del profeta Isaías, nos presenta a Yahvé como Redentor y Santo, títulos que lo definen. Por lo mismo hará justicia, una justicia redentora. Se abre la memoria histórica, las grandes hazañas de Yahvé en Egipto y la liberación de la esclavitud, cómo pasaron por el Mar Rojo: todo lo hizo Yahvé. Abrió caminos en el mar y apagó el poderío del enemigo. El profeta nos dice ahora que todo eso se olvidará, cuando contemplemos lo que está Yahvé por hacer por su pueblo: un nuevo éxodo. A Israel en exilio se le pide fe en las maravillas que Dios está por realizar. Aquí es donde la historia y la voluntad de Dios se compaginan para dar una luz de esperanza al pueblo de Israel.
El apóstol Pablo, nos invita a dejarlo todo por el conocimiento de Cristo, por estar en Cristo. Todo lo aprendido como fariseo ahora no vale nada en comparación con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, se coloca en la misma condición del pagano que recién llega a la fe. Con Jesús, hay que comenzar de cero, lo mismo el judío que el gentil, lo privilegios pasados de nada valen ante la justicia de ÉL, no la de los fariseos, como en el caso de Pablo. Toda su ciencia bíblica y rabínica queda atrás, la considera basura con tal de ganar a Cristo.
El Evangelio del quinto domingo de Cuaresma continúa ofreciendo lecciones sobre la misericordia y el perdón de Dios. El domingo pasado escuchamos la Parábola del Hijo Pródigo del Evangelio de Lucas. Hoy no escuchamos una parábola, sino el relato del Evangelio de Juan de un encuentro entre Jesús, los escribas y fariseos, y una mujer sorprendida en adulterio.
Los fariseos declaran claramente que según la Ley de Moisés, los que fueran sorprendidos en el acto de adulterio debían ser apedreados hasta la muerte. Sin embargo, bajo la ocupación romana, el pueblo judío no tenía autoridad para ejecutar personas; esto se cita en la narración de la pasión de Juan.
Jesús no la condena, escribe en el suelo, se da tiempo para dar una respuesta sensata y rescata a la mujer de la muerte. Se puede interpretar su gesto de escribir en el suelo, que así como Moisés escribió en la piedra, Jesús escribe su ley en la tierra; una ley que cuenta con la debilidad del hombre, capaz de arrepentirse y enmendarse desde su fragilidad (cfr. Jr.17,13). También se puede interpretar este gesto como indiferencia de parte de Jesús, decepción, por el procedimiento, trata de ignorar lo que se ha hecho. Inclinado sobre el hombre, no ha venido a condenar sino a salvar. Dado que los fariseos insisten, Jesús se levanta, restableciendo el diálogo y proponiendo que quien esté libre de pecado, lance la primera piedra (v.7; Lev.24,1-16;Dt.13,10; 17,2-7).
Como esta mujer, Jesús siempre nos está dando nuevas oportunidades a pesar de nuestras debilidades. Él sabe cuán vulnerables somos al pecado. Él conoce las fuerzas con las que luchamos en nuestra vida y sociedad. Su misión es salvarnos de todos nuestros pecados y acusaciones. No es para condenarnos. Por eso Cristo dice: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10).
Finalmente, debemos sentirnos animados por estas palabras de Jesús: “No te condeno”. El perdón completo de Cristo es increíble. Cuando nos dice estas palabras, lo dice en serio. Quiere decir que se ha ocupado de nuestro pasado negativo. Así, Cristo siempre nos colmará de alegría, la cual pronto completará para nosotros a través de su muerte y resurrección.