Solemnidad Santa María Madre de Dios
Comentario dominical
1 de enero de 2023
Ciclo A: Lc 2, 16-21
Por: P. José Pablo Patiño Castillo, C.Ss.R.
Estrenar… un vestido, un nuevo aparato, es experiencia placentera. Nos gusta estrenar, lucir o usar algo nuevo. Hoy estrenamos un nuevo año, un nuevo espacio de tiempo que nos pondrá en relación con muchas cosas y, sobre todo, con mucha gente: la familia, los compañeros de trabajo, los vecinos, personas desconocidas que compartirán con nosotros vehículos, calles, espectáculos… Con ellos, o sin ellos, construiremos, o dejaremos de construir, nuestra felicidad y la del mundo
Por eso el año que hoy comenzamos tiene importancia. A los cristianos, la Iglesia nos invita a que lo inauguremos con María, la mujer que nos ofrece desde sus brazos a Jesús, el Hijo de Dios hecho uno de nosotros, al que hemos celebrado en la Navidad. Así la recordamos hoy, como la Madre de Jesús. La doctrina de la Iglesia recoge la enseñanza de san Ambrosio, doctor de los primeros tiempos cristianos, y nos dice que María “concibió doblemente a su Hijo: por la fe, en su alma, y por la maternidad, en su vientre”. Así los relatos evangélicos nos dicen que los pastores, lo mismo que los sabios del Oriente, encontraron a Jesús y lo reconocieron como Hijo de Dios, en la fe y en el amor de la Virgen María. Ella nos invita a nosotros a acogerlo también en la fe y en el amor. Es la hermosa tarea que se nos propone como cristianos durante este 2023: vivir en su amistad en la convivencia con nuestros prójimos.
El Papa Francisco al recordarnos la Jornada por la Paz, en este día, nos invita a sentirnos llamados a afrontar los retos de nuestro mundo con responsabilidad y compasión. A retomar la cuestión de garantizar la sanidad pública para todos; promover acciones de paz para poner fin a los conflictos y guerras que siguen generando víctimas y pobreza; cuidar de forma conjunta nuestra casa común y aplicar medidas claras y eficaces para hacer frente al cambio climático; luchar contra el virus de la desigualdad y garantizar la alimentación y un trabajo digno para todos, apoyando a quienes ni siquiera tienen un salario mínimo y atraviesan grandes dificultades.
El escándalo de los pueblos hambrientos nos duele. Hemos de desarrollar, con políticas adecuadas, la acogida y la integración, especialmente de los migrantes y de los que viven como descartados en nuestras sociedades. Sólo invirtiendo en estas situaciones, con un deseo altruista inspirado por el amor infinito y misericordioso de Dios, podremos construir un mundo nuevo y ayudar a edificar el Reino de Dios, que es un Reino de amor, de justicia y de paz”.
En el año que empieza seamos hombres y mujeres constructores de puentes. “Cada uno construya siempre puentes de diálogo con los demás, no muros de rencor. El cristiano debe buscar siempre el camino para escuchar, el camino de la reconciliación, con humildad y mansedumbre, porque es lo que nos ha enseñado el Hijo de Dios”. (Papa Francisco)