image_pdfimage_print

Por: P. José Silvio Botero G., C.Ss.R.

Se cuenta que después de la muerte de Jesús de Nazareth alguien envió una carta a Pilatos pidiéndole que le diera una descripción de la persona física de Cristo. A vuelta de correo llegó la respuesta dando detalles del color del rostro, de los cabellos, la forma de vestir, y anotaba que no lo vieron sonreír y sí muchas veces llorar. Considero este último detalle una gran mentira, quizá la más grande de la historia. 

Los hechos que narran los evangelios desmienten este último detalle: grandes multitudes lo seguían, muchos querían tocar al menos el borde de su manto, los niños se apretujaban junto a Él. Estos datos y muchos otros no revelan un Jesús amable, acogedor, tierno?. Ciertamente. Los niños, por ejemplo, tiene una intuición especial para detectar en quién se pueden confiar. Haga la prueba de sonreírle a un niño en la calle, en el bus, y verá cómo en breve tiempo le corresponderá con otra sonrisa. 

Son diversos los autores que han hecho la apología de la sonrisa. Martín Descalzo escribió: “el evangelio de la sonrisa  es fácil de dar y para algunos puede ser tu mejor catequesis, la mejor prueba de que Dios ha resucitado y que vive entre nosotros”. El poeta Rubén Darío decía que “generalmente los hombres risueños son sanos de corazón”.  Un autor anónimo anotaba: “Una sonrisa cuesta poco y  produce mucho. Una sonrisa  alivia el cansancio, renueva las fuerzas y es consuelo en la tristeza”. 

Sin duda que todavía recordamos al Papa Juan Pablo I, no obstante lo breve de su pontificado; elegido Papa, cuando se asomó al balcón de la basílica de S. Pedro, en Roma, apareció sonriente; esto hizo que la gente lo llamara ‘el Papa de la sonrisa’. Alguien llegó a decir que “la sonrisa es como una estampilla de Dios”. 

Un dato muy  singular es éste: la criminalística ha comprobado que los grandes criminales tuvieron una infancia desgraciada: cuando la mamá les daba el pecho lo hacía con gestos de desprecio, no les sonreía, no les cantaba, no les hablaba con cariño. Estos niños que no fueron amados desde la cuna, que no aprendieron a amar en el hogar, ya grandes toman venganza contra la sociedad. 

Madres y padres de familia: es tan fácil sonreírle a un niño y cuánto beneficio se les hace a ellos y a la humanidad.