III Domingo de Cuaresma
Comentario dominical
12 de marzo de 2023
Ciclo A: Jn 4, 5 – 42
Por: P. Luis Alberto Roballo Lozano , C.Ss.R.
TEXTO
Diálogo con la samaritana (Mt 9, 37-39; Lc 10, 2). 5Jesús llegó a un pueblo llamado Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. 6Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía.
Señor, dame esa agua. 7Llegó una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber». 8(Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer). 9La samaritana le dijo: « ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?». (Es que los judíos no se tratan con los samaritanos).
NB. Por razón de espacio, pedimos a los lectores seguir el texto del Evangelio de Juan 4, 5-42.
El texto de Juan concluye:
Nosotros mismos hemos oído. 39Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por el testimonio de la mujer, que decía: «Me ha adivinado todo lo que he hecho». 40Cuando llegaron los samaritanos, le rogaron que se quedara con ellos. Él se quedó allí dos días, 41y creyeron muchos más al oírlo. 42Y decían a la mujer: «No creemos ya por lo que tú nos has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y estamos convencidos de que estees de verdad el salvador del mundo».
COMENTARIO
Las palabras del canto En el pozo de Jacob, nos dan un acercamiento breve a este largo pasaje que capta la escena central del encuentro con Jesús junto al pozo y referido por la mujer samaritana:
En el pozo de Jacob,
algo hermoso sucedió,
cuando agua fui a buscar,
para así mi sed calmar,
estaba sentado un hombre
que me pidió agua de beber,
del agua que hay en mi alma,
pues de mi alma tenía sed.
Me dijo que me ofrecía,
agua viva de su ser,
manantiales de mi vida,
siempre se verán correr,
como ríos de agua viva,
que voy a la eternidad,
para así adorar al padre
en espíritu y verdad[1].
Quienes son asiduos usuarios de internet y frecuentan la plataforma -YouTube, pueden digitar en su buscador: “mujer samaritana, cantos y o letras”. La respuesta no se hace esperar con miles de resultados que abordan diversos enfoques y proponen mensajes en hermosos cantos, dramatizados y videos para niños, adultos, gente en búsquedas o con problemas, personas que se descubren y son tomadas como diferentes. En la lectura del evangelio descubren un mensaje que llega a sus vidas. Para los internautas el domingo y la semana no bastarán para recorrer, visualizar, escuchar y disfrutar las hermosas propuestas originadas en este texto evangélico.
Nuestro comentario se sitúa en un clima más tradicional. El mismo texto, redactado hacia finales del siglo I, recoge con emoción el testimonio del autor sagrado de una visita de Jesús que en su paso de Galilea a Judea y Jerusalén se encuentra con la mujer samaritana junto al pozo de Jacob. Enfrente el paisaje de Siquem y una comunidad de samaritanos que siempre ha suscitado una enorme simpatía por su pueblo. Igual sucede con la parábola de Lucas 10, 30-37 protagonizada por un viajero samaritano que cerca de Jericó auxilia a un hombre víctima de bandidos y que por siglos ha merecido el título de “buen samaritano”.
Entre judíos y samaritanos hubo notables tensiones. Su fe hunde sus raíces en el Pentateuco; el llamado “Pentateuco Samaritano” es famoso. Consideran a Moisés como el último de los profetas. El santuario principal de los samaritanos está situado en Siquem, el mismo Sicar de la samaritana, y es anterior a la Jerusalén de David y Salomón. Su historia, bastante definida desde el tiempo de los Jueces, presenta tensiones ya en la época del sacerdote Elí (cfr. 1 Sam 2,12). Sigue una vía cercana pero paralela a la de los judíos. Esa historia presenta enfrentamientos con sus vecinos judíos durante la monarquía, se verá afectada por las catástrofes judías y asume los retos de las reconstrucciones. Los samaritanos aceptan la centralización administrativa y religiosa de Jerusalén pero conservan su culto y sus instituciones propias, usan una lengua parecida, pero diversa del hebreo y más cercana al arameo, y viven una cultura y organización no tan rígida como la que promovían los fariseos y maestros jerosolimitanos. En los dos últimos siglos anteriores a Jesucristo se alternan períodos de tensiones y buen vecinazgo, de hermandad y de rivalidad, con episodios muy significativos como el ofrecimiento para colaborar en la edificación del segundo templo y delicados como la profanación del templo de Jerusalén en vísperas de celebrar la Pascua. Durante la destrucción de Jerusalén lograron pasar desapercibidos y preservar sus territorios e instituciones. Durante la historia reciente de restablecimiento de Israel como nación y en el actual conflicto entre palestinos e israelíes permanecen neutrales, aún cuando tienen situaciones gravísimas a metros de sus casas y territorios. Lo anterior nos permite apreciar muchos detalles en la conversación y gestos de nuestro texto.
1-3: Breve pasaje propio de Juan sobre el itinerario de Jesús. Va de Judea a Galilea pasando por Samaria donde se encuentra con una mujer del lugar, junto al pozo de Jacob. Al igual que este pasaje, tenemos algunos sumarios históricos en 2, 12; 2, 23-25; 4, 1-3; 4, 43-45. El estilo es muy conciso y establece una transición nada fácil de interpretar.
El diálogo de Jesús con la samaritana y luego con los discípulos hace una presentación de títulos importantes en su revelación como:
- El Dador de agua que sacia la sed y nos convierte en manantial (v. 13-15). Este título surge de este diálogo y recoge una historia que comienza en Jacob que sueña con una escalera que sube al cielo pero también que excava en la profundidad de la tierra el pozo y lo deja como manantial para su pueblo. La mujer que se acerca al pozo y dialoga con Jesús, no solo con su ánfora sino con su vida, descubre a Cristo como manantial que sacia su vida y la convierte, a su vez, en manantial.
- El Profeta definitivo (v. 19). Sabemos que los samaritanos toman a Moisés como legislador y el último profeta. La samaritana descubre y reconoce en Jesús todo lo que un buen hijo de Abraham y seguidor de Moisés puede desear en un profeta y en el profeta definitivo. Y los samaritanos lo confirman y declaran que ellos mismos lo han visto y oído (v. 42).
- El Mesías (vv. 25-26). A pesar de las diferencias con los judíos, los samaritanos compartían con ellos la visión histórica de su pueblo y la esperanza concretada en la figura del Mesías como presencia y cumplimiento de las promesas. Con la expresión “Yo Soy” puesta en boca de Jesús y característica de Juan se deja constancia de una revelación de Cristo Mesías.
- El Salvador del mundo (v. 42). Este título es característico del Cuarto Evangelio y está unido al título de Mesías, como aplicación y consecuencia en quienes reciben su mensaje por la fe. La salvación por la fe recorre todo el Evangelio de Juan. Los samaritanos se alegran y quieren prolongar esa presencia del “Salvador del mundo” (SOTÉR TOU KOSMOU) hasta que se completen tres días, el día que ya vivieron y dos más (v. 40), para que esa salvación no sea solo para quienes están junto al monte Siquem ni para para los habitantes de Jerusalén, sino para el mundo entero.
El amable lector de este brevísimo comentario ha comprendido que el texto es de una riqueza que abarca todos los aspectos de la persona y misión de Cristo. En su aparente fluir como el agua, el diálogo entre Jesús y la samaritana nos presenta una revelación progresiva de Jesús.
Pero también nos presenta algunas enseñanzas básicas para nuestra vida de cristianos
La primera es que con Jesús llega la verdadera adoración que es en espíritu y en verdad (v. 23). Esta enseñanza surge de las diferencias centradas por los judíos en el monte Sión y por los samaritanos en el monte Siquem y en el pozo patriarcal de Jacob. La declaración “llega la hora” típica de Juan une esta adoración a su Pascua que une el paso a su Padre y el amor hasta el extremo a sus apóstoles. Entonces ha llegado la hora (cfr. Jn 13,1). Recordamos una frase de San Cipriano: «El Señor ya había predicho que se acercaba la hora en que los verdaderos adoradores adorarían al Padre en espíritu y en verdad. Y cumplió lo que antes había prometido, de manera que nosotros, que por su santificación hemos recibido el espíritu y la verdad, también por su enseñanza podamos adorar en verdad y en espíritu»[2].
La segunda enseñanza es sobre el verdadero alimento que es hacer la voluntad del Padre (v. 34). Los apóstoles expresan su preocupación que Jesús no hubiera comido durante las horas de aquel día que ya estaba a media tarde. Ellos habían pasado buena parte del día ocupados en ir a buscar comida en la ciudad (v. 8). La respuesta de Jesús sintetiza las bienaventuranzas, las parábolas del reino, la propia dedicación de Jesús a su misión y el seguimiento de los apóstoles como discípulos. Todo el Evangelio se acumula en esa expresión, “hacer la voluntad del Padre”. Recordamos una antigua sentencia: «El alimento que conviene al Hijo es hacer la voluntad paterna, haciendo suyo el querer del Padre, de manera que la voluntad de Dios esté en la voluntad del Hijo y que la voluntad del Hijo sea completamente igual a la voluntad del Padre y que no haya dos voluntades sino una sola. Por esa razón, el Hijo dice: “Yo y el Padre somos uno” (Jn 10, 30); e incluso quien mira a Jesús ha visto al Hijo y ha visto también al que lo ha enviado (Jn 12, 45)»[3].
Finalmente El que siembra y el que siega están unidos en el mismo trabajo (v. 37). El Papa Francisco ha puesto a toda la Iglesia en un clima de Sinodalidad. Las aplicaciones son muy variadas y creativas. Con frecuencia se centran en la sencilla etimología de “caminar juntos”, imaginando una especie de paseo o excursión. El pensamiento del Papa Francisco está muy cerca de nuestro pasaje evangélico: “El Espíritu Santo es don, no actúa quitando sino dando, moviendo, innovando. El Espíritu Santo no es una fuerza del pasado sino que Pentecostés sigue aconteciendo en nuestro tiempo. ¡El “Gran Desconocido”, que no tiene imagen, es siempre contemporáneo y no deja de acompañarnos y consolarnos! Él crea la diversidad de los carismas[4]. La Iglesia es un camino que vamos haciendo y también es un campo de labor donde no vale la pena insistir en que seamos los preparadores del terreno, los sembradores o los cosechadores porque el que siembra y el que siega están unidos en el mismo trabajo.
En la mujer samaritana que dialoga con Jesús, descubrimos la complejidad asombrosa que presenta la figura de la mujer, una muchacha que con su cántaro va a buscar agua, que analiza quién y con qué intenciones se acerca,
alguien que reconoce que sus deseos desbordan la realidad de su vida. Aquel hombre que le ha pedido un sorbo de agua le ha revelado lo que es ella misma (cfr. Jn 4, 29), cuáles son las experiencias y las luchas de su pueblo (v. 20) y casi sin quererlo y todavía con su cántaro en los brazos, lo deja abandonado y avisa a su pueblo que salga a ver, a escuchar y a encontrar a Jesús.
Toda la Biblia está llena de mujeres, desde Eva que junto a Adán es la madre de los vivientes (Gn 1, 27) hasta la esposa que con el Espíritu (Ap 22, 17), ofrecen el agua de la vida, acompañan el final de la ciudad terrena y dan la bienvenida a la Ciudad Santa, la de arriba[5]. Historias de mujeres, nombres de mujeres, esposas buenas y malas, símbolos, metáforas, cantos, alabanzas y maldiciones, colaboradoras, madres, abuelas y muchachas, mujeres inofensivas y mujeres armadas de gran poder de seducción, que empuñan la espada, que levantan la voz para orientar a su pueblo y administrar justicia, mujeres reducidas a las pocas líneas de una caricatura, extranjeras, aventureras y mujeres que no han salido de su pueblo en décadas, mujeres muy reales y mujeres muy ambiguas parecen reunirse aquel día en la figura de la mujer samaritana[6]. El Evangelio de Juan presenta a María como mujer nueva junto a Jesús: “La Palabra se hizo carne” (1,14), en Caná cuando falta el vino, “Hagan lo que Él les diga” (2, 5) y en el Calvario, “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (19,26).
La mujer samaritana vive aquel día una revelación que le transforma la vida. Sin importar su historia pasada, desea no volver al pozo a llevar agua con su cántaro, lo deja como algo que le impide correr y descubre que en ella ha brotado una fuente al contacto con quien le ha dicho: “el agua que yo le daré será para ti manantial que salta hasta la vida eterna” (4,14)[7].
Luis Alberto Roballo Lozano, C.Ss.R.
Seminario San Alfonso, Suba-Bogotá, 7 de marzo de 2023, memoria de las santas africanas Perpetua y Felicidad.
[1] https://www.tusacordes.com/tab/musica_religiosa-la_samaritana, https://www.tusacordes.com/tab/musica_religiosa-la_samaritana-acordes-32834, https://www.youtube.com/watch?v=_9iy-GRd5iQ
[2] San Cipriano, Tratado sobre la oración del Señor, 1-3
[3] Orígenes, Comentario al Evangelio de Juan, III, 228
[4] Papa Francisco, Sinodalidad y comunión videomensaje a la Asamblea plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina (24-27 de mayo de 2022).
[5] La Biblia y las mujeres, colección de exégesis, cultura e historia (www.bibleandwoman.org), Ed. Verbo Divino, Estella, 2013.
[6] Nuria Calduch-Benages y Christl M. Meier (eds), La Biblia y las mujeres, Vol. 3, Los Escritos y otros libros sapienciales, Verbo Divino Estella, 2012, ver pp. 13 a 19)
[7] Maximilian Zerwick, S.J. & Mary Grosvenor (2010). A Grammatical Analysis of the Greek New Testament. Gregorian & Biblical Press (GBP), Roma. Y BibleWorks 10, Software for Biblical Exegesis and Research, Norfolk, Virginia.