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IV Domingo de Cuaresma

Pistas homiléticas

14 de marzo de 2021

Por: P. Jesús María Ortiz Orozco, C.Ss.R.

Ciclo B: Jn 3, 14 – 21

Celebramos hoy el Cuarto Domingo de Cuaresma y nuestra Iglesia en la Liturgia de la Palabra nos presenta en un primer momento y de modo sucinto la experiencia difícil que vivió el pueblo de Israel, este acontecimiento marcó su historia debido al desplazamiento obligado o forzado a un nuevo lugar llamado Babilonia. Sin embargo, al final de la primera lectura se evidencia la esperanza de regresar a su tierra: “Así habla Ciro, rey de Persia: El Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado que le edifique una Casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre ustedes pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él y suba!”.

En este año los Misioneros Redentoristas en su Proyecto apostólico han elegido el tema de los migrantes. La Organización Mundial para los migrantes (OIM) define este término así: “Designa a toda persona que se traslada fuera de su lugar de residencia habitual, ya sea dentro de un país o a través de una frontera internacional, de manera temporal o permanente, y por diversas razones”.

La pastoral con las personas que han sido desplazadas (migrantes) implica un compromiso cristiano, en el que se manifieste no sólo una palabra de esperanza como lo dice hoy el rey Ciro, sino también acciones concretas para ayudar a las familias que sufren este flagelo de la migración.

Con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (29 de septiembre de 2019), el papa Francisco lamentó que el mundo sea cada vez más “cruel con los excluidos” e hizo un llamado a recuperar la humanidad y evitar la discriminación:

  • “No podemos ser indiferentes a la tragedia de las viejas y nuevas formas de pobreza, al sombrío aislamiento, el desprecio y la discriminación que experimentan aquellos que no pertenecen a ‘nuestro grupo’”.
  • “No podemos permanecer insensibles, nuestros corazones están abatidos, ante la miseria de tantas personas inocentes. No debemos dejar de llorar. No debemos dejar de responder”.
  • “Esto significa ser vecino de todos aquellos que son maltratados y abandonados en las calles de nuestro mundo, aliviando sus heridas y llevándolos al refugio más cercano, donde se puedan satisfacer sus necesidades”

Ser devoto del Señor de los Milagros nos motiva a ser solidarios con los que sufren, por eso comprometamos a poner en práctica este mensaje, de modo que seamos coherentes con la fe que profesamos y así ayudemos a los migrantes al estilo Jesucristo, quien fue elevado en la cruz por amor a nosotros, porque “tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”. (Crf. Evangelio de hoy).