Domingo de Resurrección
Comentario dominical
4 de abril de 2021
Por: P. Edward Julián Chacón Díaz, C.Ss.R.
Ciclo B: Jn 20, 1-9
Un niño estaba sentado en el jardín como si estuviera esperando a alguien. Un vecino que pasaba cerca le preguntó: – ¿qué haces ahí? Él respondió: – acabo de plantar mi semilla en la tierra, y estoy esperando a que crezca ahora para poder recuperarla. El vecino sonriéndole le dice: – debe morir la semilla para que nazca la planta, eso demora unos días. El niño lleno de miedo, desenterró la semilla y se fue para su casa.
La muerte en muchos genera miedo. En este contexto, la Resurrección del Señor abre para nosotros horizontes de esperanza y nos impulsa para vencer la cultura del descarte. La Pascua es la superación de las esclavitudes internas y sociales, cuya raíz está en el pecado, que Él ya ha vencido con su muerte y su resurrección. La resurrección de Cristo no es sólo una realidad del pasado. Cristo vive liberándonos de todas las opresiones y de todos los miedos para transformarnos en una nueva humanidad y plenamente libres como Él, en la felicidad de nuestra propia resurrección. Al mismo tiempo, su presencia en el corazón del mundo y de la historia es una garantía de que nuestras sociedades de muerte serán, al final, definitivamente libres y fraternales, “cielos nuevos y tierra nueva”.
Este primer domingo de Pascua, San Juan narra cómo la resurrección de Jesús sorprendió a algunos de sus seguidores. María Magdalena va sola al sepulcro. Es absurdo, ninguna mujer sola va a un lugar peligroso de noche, no en esa sociedad. Juan dice que es de noche porque esta simboliza la oscuridad de la falta de fe; de hecho, no es de noche. Aunque la a tradición más antigua dice que fue un grupo de mujeres quienes fueron al sepulcro.
María corre presurosa a contarle a los discípulos la triste noticia que se han llevado al Señor. Pedro y Juan corren presurosos, y llegando al sepulcro, lo encuentran, asimismo vacío. El discípulo amado, que según para algunos teólogos representa al “auténtico seguidor de Cristo” creyó. Pero, no basta con que Cristo haya resucitado, que Cristo haya vencido a la muerte. Eso sólo, de nada o casi de nada nos serviría, si no creemos en nuestra propia resurrección, y que con Cristo hemos vencido a la muerte. Mi sepulcro es el pecado. Creer en mi resurrección, es salir del pecado.
Por lo tanto, podemos formularnos dos interrogantes. La primera es: ¿Resucité con Cristo en esta Pascua? La segunda pregunta es: ¿Qué he dejado en “mi tumba” esta Semana Santa? Si resucitamos con Cristo, debemos estar igualmente dispuestos a separarnos de nuestros apegos, a emprender un camino de conversión y hacer un propósito de enmienda de nuestras acciones contradictorias.
La Pascua no sólo es el comienzo de la nueva vida del Cristo glorificado, es igualmente, el inicio de la nueva vida de todos los verdaderos cristianos. Hoy celebramos el triunfo de la vida sobre la muerte, de la luz sobre las tinieblas y de la paz sobre el caos. Celebramos la esperanza, la paciencia y el cumplimiento de la Promesa de Dios a su pueblo. También celebramos hoy lo que hace que la religión cristiana sea única entre otras religiones del mundo. Así lo dice San Pablo: “Porque han muerto con Cristo; y su vida está con Cristo escondida en Dios” (Col 3, 1-4).