XXI Domingo del Tiempo Ordinario
Comentario dominical
22 de agosto de 2021
Ciclo B: Jn 6, 60 – 69
Por: P. Wilver Fabián Suárez Vargas, C.Ss.R.
Opciones y decisiones que se toman en comunidad.
En la primera lectura, describe el peregrinar de las doce tribus que arriban a la tierra prometida y Josué las reúne para establecer un pacto de fidelidad con el Señor. Es importante recordar que durante el camino por el desierto hubo dificultades y el pueblo se encuentra en un momento decisivo y debe elegir entre las siguientes opciones: escoger el Dios liberador que ha conducido a Israel, escoger los dioses antiguos o escoger los dioses de los pueblos vecinos. Ahora bien, esta opción no es individual, sino colectiva. Se puede afirmar, que la asamblea “es el lugar de la decisión donde confirma y se renueva la voluntad de seguimiento”.
El texto, es propio de la escuela teológico-catequética deuteronomista y describe una de las más claras experiencias de la fe bíblica. En Siquén, el Señor, que se manifestó en el Sinaí, es acogido como el Dios de todas las tribus por su intervención en la historia del pueblo hebreo. Él mantiene su promesa: tierra y libertad. El pueblo acepta su ley, crece la conciencia del pueblo de Dios; se compromete a obedecer, confiar, ser fiel y servir a Dios como acto de generosidad.
Por otra parte, en la segunda lectura, encontramos unas exhortaciones denominadas “reglas de preceptos domésticos” que describen al matrimonio como una realidad instituida por Dios, donde se refleja el origen, la comunión de vida y felicidad. Además, a lo largo de la historia de la salvación, el matrimonio pasó a ser una imagen o punto de referencia para hablar de las relaciones de Dios con su pueblo. El autor de la carta a los Efesios sigue la misma línea de pensamiento, pero con un cambio radical: ahora la relación es entre Cristo y la Iglesia. Esto explica la realidad cristológica del matrimonio que es un sacramento, porque visualiza ante los demás el sentido de comunión, vida y felicidad que existe entre Cristo y la Iglesia.
Opciones y decisiones personales
En el evangelio, se finaliza la lectura del capítulo sexto de San Juan Juan y en él se contemplan diferentes reacciones de los discípulos de Jesús ante el discurso del Pan de Vida. Según el evangelista, algunos discípulos abandonan a Jesús porque Él ha afirmado que es: el pan vivo bajado del cielo, el Hijo de Dios y ha mencionado que quien come y bebe su sangre tiene vida eterna.
Ahora bien, las afirmaciones anteriores fueron un motivo de escándalo para sus paisanos, porque no correspondían con lo que pensaban sobre el Mesías que había de venir. Ellos esperaban un Mesías poderoso que liberara al pueblo del yugo romano, un mesías que les proporcionara pan en abundancia y al mismo tiempo prebendas materiales. A su vez, se daban cuenta que el Reino que Jesús predicaba, no coincidía con el que ellos esperaban y deseaban.
Respecto a lo anterior, algunos discípulos afirmaban: “Este modo de hablar es duro”, también se preguntaban ¿quién puede hacerle caso? Este fue el motivo por el cual varios discípulos dieron un paso al costado y no continuaron el camino de Jesús. Cabe señalar, que el seguimiento de Jesús no es tarea fácil, implica renuncias, entrega, fidelidad, compromiso y configuración con su proyecto.
Por tanto, la decisión de quedarse o marcharse es una opción de vida que se ejerce con libertad personal. Sus palabras son pronunciadas con autoridad e interpela a los apóstoles: ¿También ustedes quieren marcharse? Aquí comprendemos, que el evangelio es una propuesta libre y no es una imposición. Es importante mencionar la pregunta de Pedro: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. En Pedro se ve reflejada la claridad del seguimiento, él tenía la posibilidad de volver a su vida de pescador, pero se había dado cuenta dónde estaba la verdadera vida.
Hagamos propias la pregunta de Jesús ¿También ustedes quieren marcharse? La liturgia de hoy nos invita a reflexionar sobre nuestras convicciones de seguimiento: Una fe sólida en Jesús o una confianza en apegos terrenos, mediáticos, superfluos. Ser discípulos y misioneros en la realidad actual no es fácil. En el tiempo presente, los medios de comunicación social, las presiones del consumismo, los recursos del poder económico, político y social, con publicidad desorbitada, han producido imágenes de ídolos en el poder, el arte, el deporte, la belleza estética, la ciencia, la tecnología entre otras.
El seguidor de Jesús no puede dejarse infatuar de la fama, el aplauso, el reconocimiento, porque muy seguramente dará un paso al costado. En la actualidad hay crisis de referentes, nuestro referente debe ser la persona de Jesús. Por tanto, de manera personal y conciencial formulémonos a nuestra propia historia de vida el interrogante de Pedro: ¿a quién vamos a acudir? Es importante subrayar que hoy como ayer el seguimiento sincero de Jesús produce rechazos y exige una auténtica confesión y compromiso. El mundo actual, como el de siempre, necesita decisiones valientes, libres y comprometidas frente a Jesús, al evangelio y al hombre que ha de recibirlo. El auténtico seguidor de Jesús se concentra en su misión y la asume a conciencia para cumplirla sin dilación ni reservas.