XXIX Domingo del Tiempo Ordinario
Comentario dominical
17 de octubre de 2021
Ciclo B: Mc. 10, 35 – 45
Por: P. Wilson Efrén Duarte Granados, C.Ss.R.
Querida comunidad, queridos devotos del Señor de los Milagros: A todos nos gusta más ser servidos que servir y en esto nos parecemos a los dos personajes que nos presenta el evangelio.
Santiago y Juan en evidente contraste con lo que Jesús enseña y entendiendo el Reino en una clave terrena y política, presentan su candidatura a los primeros puestos de honor. Siempre estamos buscando reconocimiento y privilegios. ¿Por qué? Porque somos vanidosos y presumidos. Nos gusta que nos halaguen.
Aquellos discípulos al igual que muchos de nosotros, no llegamos a entender en totalidad que Él no ha venido a que lo sirvan, sino a servir. Esto mismo debemos estar dispuestos a hacer nosotros.
Se trata de ver la vida desde otra perspectiva, desde otra óptica. Si no es fácil reconocerlo, cuanto más difícil será asumirlo como un estilo de vida. Y es que, mientras el mundo entero señala al unísono en una dirección, Jesucristo señala al lado opuesto.
Los cristianos tenemos que entender la autoridad, en el ámbito en que la tengamos, como servicio y entrega por los demás.
Hemos llegado a creer sinceramente que esta es la única forma de vida que existe; una vida en la que los beneficios, la renta y la utilidad constituyen el mayor motor de nuestras acciones y propósitos, porque hemos depositado nuestra confianza en la acumulación de riquezas, objetivo que muchos no abandonamos hasta no sentir que hemos asegurado nuestro futuro, nuestra ancianidad.
Es el afán de tener más y más, porque así se puede lograr la fama y honores que buscaban los hijos de Zebedeo, o por pura vanidad, orgullo y soberbia, porque el que más tiene es el que más puede.
A veces descubrimos que tendemos a dominar y no a servir, que en el pequeño o gran territorio de nuestra autoridad nos comportamos como los que tiranizan y oprimen, en vez de seguir a Jesús, que está en medio de la gente como el que sirve.
El mundo, visto así, obviamente favorece a los más ricos y poderosos. Aquí no encaja la prédica de Jesús. Por eso si queremos seguirle, tendremos que cambiar, tendremos que convertirnos, es decir asumir sus enseñanzas y mandatos y vivir como nos manda, sirviendo a los demás, el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes, será esclavo de todos.
El mundo de hoy nos invita a negar el dolor y el sufrimiento. Lo que cuenta es el placer inmediato. A todos nos gusta más el domingo de resurrección que el Viernes Santo, pero ambos van unidos y no podemos separarlos.
El seguimiento de Cristo exige a veces renuncia y sacrificio. Como tiene que sacrificarse el estudiante para aprobar, el deportista para ganar, el campesino para recoger, papá y mamá para sacar adelante a sus hijos, su familia. Depende del ideal que se tenga.
Para un cristiano el ideal es colaborar con Cristo en la salvación del mundo. Por eso, en la vida de comunidad, de familia, muchas veces debemos estar dispuestos al trabajo por los demás sin pasar factura.
Así, a los pies de nuestra madre, nuestro Perpetuo Socorro pedimos la gracia de la perseverancia. ASÍ SEA.
“Estaba durmiendo y soñé que la vida era alegría. Me desperté y vi
que la vida era servicio. Me puse a servir y experimenté que el servicio era alegría” (R. Tagore).