XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Comentario bíblico
5 de septiembre de 2021
Ciclo B: Mc. 7, 31 – 37
Por: P. Edward Julián Chacón Díaz, C.Ss.R.
Los milagros de Jesús en los relatos evangélicos sinópticos son señales que sugieren que los tiempos mesiánicos ya han llegado en la persona de Jesús de Nazaret. Particularmente en el Evangelio de Marcos, desde Mc 1,21, Jesús se dedica a liberar a las personas de todo tipo de dolencias como señal de que los tiempos proclamados por los profetas ya han llegado. En la primera lectura de este domingo, Isaías profetiza acerca de esos tiempos. La visión del profeta, contempla la acción salvadora de Dios que integra el cosmos y al hombre; todo se transforma por la expresa voluntad de Dios. Es la preparación del regreso de los hijos de Dios, su pueblo, que contemplará en su historia la acción salvadora y gloriosa de Dios, vida y salvación para Israel, y que redundará en bien para toda la humanidad.
La segunda lectura, tomada del apóstol Santiago, condena el favoritismo y la acepción de personas como contrario a la fe. La idea era ya conocida en el Antiguo Testamento, en donde se condena la parcialidad de los jueces que, en lugar de aplicar la ley de igual forma en todos los casos y para todas las personas, se dejaban influenciar por la condición de las personas, para las cuales debían administrar la justicia (Cfr. Dt 1,17). Cuando un cristiano se deja guiar de favoritismos y parcialidades en el modo de tratar a las personas, actúa exactamente como un juez impío y sin conciencia. Pero aún hay una razón teológica más fuerte: la preferencia de Dios por los pobres (cfr. Sant 2,5). Por eso, cuando la Iglesia concede privilegios especiales a los ricos y a los poderosos, no sólo asume una actitud injusta, sino que traiciona su propia vocación y desvirtúa el proyecto de Dios.
En el evangelio, los gestos de Jesús, son para establecer un tipo de relación con el enfermo, no puede haber palabras. Le toca los oídos y la lengua con saliva, para comunicarle su deseo de sanarlo; la saliva para los judíos es un fluido corporal que lleva la identidad de la persona., Jesús comparte algo de su propia identidad con este hombre que tiene algún impedimento del habla. El lenguaje corporal de Jesús, incluyendo el suspiro, y el “Effetá” sugieren un acto de liberación. El pueblo de Israel había esperado que el mesías fuera un libertador, de tipo político. Pero aquí parece que Jesús quiere evitar el espectáculo público. La preocupación de Jesús es la verdadera transformación de los corazones de las personas que ocurre sin fuerza ni seducción. Él quiere que nuestra propia respuesta a él sea espontánea y profunda.
En consecuencia, la curación del sordo tartamudo que nos cuenta san Marcos no es un simple relato de un milagro más, está situado en el evangelio en una posición estratégica para transmitirnos un mensaje muy especial: ¿Sabemos escuchar a Jesús? La sordera y la ceguera de los enfermos son, en realidad, la incapacidad de los discípulos (de nosotros), para aceptar y entender a Jesús y su mensaje. Este milagro es una invitación a dejarnos tocar por el Señor, para que Él actúe y se manifieste en nuestras vidas, abriendo los oídos sordos del corazón y soltando nuestras lenguas para que podamos anunciar con nuestra vida aquello que creemos. Es decir, pasar de un cristianismo de nombre a una actitud de vida, dando a conocer y manifestando aquello que creemos.