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Entrevista al padre redentorista Fulgencio Guerrero Castillo

Por: Antonio Miguel Fontela Lamelas

Fuente: Palabra Nueva

“… hay en Él abundante redención.”

Salmo 130,7

Lema de la congregación del Santísimo Redentor.

Rodeada de casas humildes se encuentra la parroquia del Cristo Redentor, separada del cementerio de la localidad por una de las cuatro vías que comunican al pueblo con la capital. Ahí desarrollan su labor pastoral los religiosos de la Misión del Santísimo Redentor desde hace algunos años.

El párroco llega a la entrevista en bicicleta. Una reproducción en cerámica del ícono original de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro adorna la fachada de la casa. Nos sentamos en una sala modesta, fresca, bien iluminada, donde se destaca un cuadro al óleo de San Alfonso María de Ligorio, fundador de la misión redentorista.

Cuéntenos acerca de su presencia en Cuba:                                                                                  

“La más antigua presencia de los misioneros data de 1926, pero es en el 1931 cuando se pueden establecer definitivamente. Fue en Santiago de Cuba donde se erigió canónicamente la primera Casa. La segunda se estableció en La Habana en 1936 aproximadamente. En estas ciudades trabajaron los redentoristas españoles hasta 1959. A causa de los graves conflictos surgidos con la Revolución cubana, las dos comunidades fueron expulsadas de la isla en el año 1961.

“Cuarenta años más tarde, exactamente el 21 de mayo de 2001, vuelven los misioneros redentoristas a realizar su labor en la Isla. En esta segunda oportunidad vinieron inicialmente dos hermanos paraguayos a quienes les fue encomendada la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores de San Nicolás de Bari, situada en la localidad de Nueva Gerona, Isla de la Juventud”.

“Unos años más tarde, en el año 2005, primero fue asumida por nuestra orden la parroquia del Cristo Redentor en este municipio y posteriormente, en ese mismo año, la Parroquia de La Medalla Milagrosa, en Guanabacoa.

“Actualmente somos cuatro: el P. Wilson Duarte, superior de la misión redentorista en Cuba y párroco de la Medalla Milagrosa (colombiano); P. George Gustaves Noel, vicario de San Nicolás, Isla de la Juventud (haitiano); P. Máximo de los Santos Otaño, párroco de la anterior (dominicano) y este servidor.

“El trabajo de la comunidad de los redentoristas aquí en Regla es el acompañamiento de las comunidades, lo cual constituye una pastoral común a todas las parroquias, pero específicamente en Regla nos hemos dedicado más a los enfermos y también a los más necesitados. Hemos ayudado a estas personas con el apoyo espiritual individual, pero también comunitario mediante la celebración litúrgica y en los momentos difíciles lo hemos hecho con ropas y medicamentos.

“Estas actividades no solo las llevamos a cabo en la parroquia del Cristo Redentor, sino también en las capillas reglanas de Nuestra Señora de Guadalupe, perteneciente a las Hermanas del Amor de Dios y en la de San José, situada en el reparto Lídice. Además, visitamos a algunas familias para orar, aunque en estos momentos, debido a la pandemia de la Covid-19, están suspendidas las misas y las reuniones en las casas de oración. Pero en otro tiempo las hubo, cuando yo llegué a Regla en el 2018, hace 27 meses exactamente, había varias casas de oración cuyo trabajo se encontraba coordinado con el plan pastoral de la diócesis y tenían una considerable participación.

“Nuestra misión en Cuba es un poco difícil debido a las dificultades que hemos encontrado con respecto a la pastoral, la cual va dirigida también a los niños y jóvenes. En la catequesis, a pesar de que tenemos las mismas iniciativas de las demás parroquias, no obtenemos iguales resultados, tal vez sea debido a la situación social donde se encuentra enclavada nuestra parroquia, la cual provoca que no se persevere en estas actividades y los catecúmenos asisten dos o tres veces a clases y después no regresan.

“A quienes me ha costado mucho trabajo catequizar es a los santeros, aunque te aclaro que los aprecio muchísimo pues han mostrado una conducta encomiable en todo momento, pero en cuanto a la pastoral se hace trabajoso el avance con estas personas. Asisten a la iglesia solamente para el bautismo y a pedir el descanso eterno para sus familiares en las misas de difuntos, pero no hay una participación integral ni consecuente en las actividades de la Iglesia católica.

“Confieso que la misión redentorista acá en Cuba, desde el punto de vista económico, provoca un gasto considerable, cuesta mucho tener a un misionero extranjero en estas misiones aquí. Estas comunidades se sostienen gracias a las ayudas que recibimos de otras unidades redentoristas de otros países que apoyan a esta misión. Los padres que estamos acá apoyando la misión, somos como prestados, por decirlo de algún modo, a la misión cubana, pues cambiamos de residencia periódicamente, y por eso pienso que es una labor muy bella e interesante porque al mismo tiempo que cumples con la actividad misionera, conoces otras culturas, otras idiosincrasias.

“La congregación es internacional, está presente en más de 80 países. Mi patria, Colombia, lleva ya algún tiempo apoyando la misión redentorista en Cuba. Después del 2022 habrá una nueva reforma y Cuba pasará a ser apoyada por la unidad redentorista de Costa Rica. Y nosotros pasaremos a otras comunidades redentoristas en Venezuela y Ecuador”.

“El fenómeno que mayor impresión me causó fue el tornado del 27 de enero del 2018, donde la casa se convirtió en un centro de apoyo y almacén de ayudas. Nos vimos apoyados por los hermanos protestantes, a mí me marcó para bien. Otros parámetros atmosféricos que me afectan son el cambio de clima, la humedad, especialmente el calor, soy más de clima frío. También me ha costado adaptarme al horario.

“Con respecto a las lluvias… bueno, debo confesarte que hubo una tormenta, por el mes de noviembre del pasado año, que me sorprendió en plena carretera entre Arango y Minas, en bicicleta, sin lugar donde guarecerme, y me hizo pensar que estaba en una isla en medio del mar, que podía suceder cualquier cosa, y ahí me di cuenta de mi pequeñez como persona. Fue una experiencia también inolvidable.

“Al llegar la pandemia se impuso el encerramiento inicial, todos sentimos miedo, pensamos que en cualquier lugar estaba el virus, hasta que con los días empezamos a salir, tomando todas las precauciones sanitarias recomendadas por los especialistas. Nos fuimos adaptando a la nueva situación, y comencé con mis desplazamientos habituales entre el Cristo Redentor y la Milagrosa sin tanto temor como al principio. Todo se fue normalizando, hasta se reanudaron las celebraciones eucarísticas en diciembre, pero después se suspendieron por la nueva oleada.

“Mis planes futuros no dependen de mis deseos. Yo estoy acá a las órdenes del provincial de Colombia. Mi proyecto inmediato es estar disponible para los enfermos. Más adelante, lo más probable es que me cambien de país y en ese sentido solo espero la voluntad de Dios. En este momento los redentoristas estamos organizando nuestras casas, y deseamos seguir fortaleciendo el carisma como nos pide san Alfonso ‘la ayuda a los más necesitados’ y en dependencia de cómo vaya evolucionando el país, retomar las casas de oración y el acompañamiento espiritual. Esos son mis planes.

“Quisiera agradecerles a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y a la revista Palabra Nueva por esta oportunidad de dar a conocer la Misión del Santísimo Redentor en Regla, y muy especialmente a Dios, quien me ha permitido vivir esta experiencia en Cuba, porque me ha puesto donde Él considera que debo estar. He visto que los cubanos son muy buenas personas, pujantes, de chispa, echadas hacia adelante y eso es lo que me llevaré en mi experiencia como misionero de un país con escasos recursos. Gracias.

Gracias a usted, padre, por su tiempo.