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I Domingo de Adviento

Comentario dominical

28 de noviembre de 2021

Ciclo C: Lc. 21,25-28.34-36

Por: P. Leiner de Jesús Castaño García, C.Ss.R.

En la liturgia de la Iglesia hoy es “año nuevo”. Ciclo dominical C. Comenzamos el adviento o la espera del nacimiento de Jesús en esta Navidad 2021.

La Iglesia pone a nuestra consideración el Capítulo 21 del evangelio de San Lucas escrito en género literario apocalíptico. Dicho género usa con frecuencia símbolos “terribles” que asustan a un niño, y por qué no decirlo, a un adulto. Dicho género gusta de usar símbolos cósmicos como una conflagración del sol, las demás estrellas, la luna. Todo esto produce “miedo y ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo”. Pero, aunque parezca simplista, no debemos quedarnos en dichos signos sino en lo que representan. Algo así como una obra de teatro con todos los elementos escénicos posibles: luces, oscuridad, humo, impactos que simulan truenos y explosiones, los cuales terminan por centrar la atención en un personaje que entra en escena, puede ser un cantante, humorista o cualquier artista muy bien presentado por todos estos recursos dramáticos. Lo que interesa en el palco es el personaje, no los recursos que le sirvieron como presentación. En la apocalíptica interesa la intervención de Dios o en este caso la llegada del Hijo del Hombre. Dice Lucas que la humanidad deberá “mantenerse en pie ante el Hijo del hombre”, “levántense, alcen la cabeza: se acerca su liberación”.

El Adviento nos prepara al futuro, nos hace mirar hacia adelante. Los “coaches” o entrenadores ejecutivos, lo mismo que los motivadores personales nos piden fijarnos ante todo en el presente, aprendiendo del pasado y abriéndonos al futuro. Sin embargo los seres humanos tenemos la posibilidad de planear, proyectar y sobre todo poner las expectativas en manos de Dios.

El Adviento nos abre a un futuro definitivo, a la venida gloriosa del Hijo del Hombre: Jesucristo. Jesús vino hace más de dos mil años, viene en la Palabra de Dios, viene en la consagración de los dones que se convierten en las especies de Pan y Vino, su Cuerpo y Sangre, viene en el ministro que preside la liturgia, viene en la comunidad orante[1], también viene en el pobre, el excluido, el migrante, en los acontecimientos humanos cuando queremos salvaguardar la “Casa Común” y hacer de este planeta un lugar más humano, justo, fraterno, amoroso y en paz.

Es verdad que esperamos el nacimiento de Jesús, según la celebración litúrgica el 24 de diciembre por la noche, después de gozar familiar y comunitariamente la novena de Navidad. Es verdad que esperamos la venida gloriosa de Jesucristo en la consumación de su Reino, la recapitulación o consumación de las cosas y las personas en Él.

De manera inmediata el Adviento nos concentra en la Navidad que se avecina. El símbolo principal es el pesebre y en él los personajes: Jesús, María y José, lo que algunos llaman la trinidad del hogar de Nazareth. Hay otros personajes: los reyes magos, los pastores o campesinos de la época. Junto a ellos, elementos como la vegetación, la estrella de Belén, etc. En la época decembrina hay otros símbolos muy cercanos a nuestros afectos: la novena de navidad con sus oraciones, el regalo o “traído” que llaman en algunas partes del país, la tarjeta de Navidad, las comidas típicas, el árbol de Navidad y Papá Noel o Santa Claus, de origen nórdico, que evoca a San Nicolás.

El Adviento nos prepara para la celebración de la Navidad, tengamos en cuenta:

  1. La familia debe estar en primer lugar, luego nuestras amistades.
  2. Preparar bien cada día de la Novena para que no sea simplemente folklore y tradición religiosa sino momento de escucha de la Palabra de Dios y oración por parte de quienes esperan la venida de Jesucristo.
  3. Junto a los detalles de la Navidad es necesaria una buena confesión y comunión, especialmente en la “misa de gallo” o la celebración eucarística el 24 por la noche.
  4. Decorar la casa y sitio de trabajo con los elementos esenciales que hablen de Jesús, María y José, o sea la familia de Nazareth.
  5. La comida típica no debe faltar. La música de villancicos y canciones alegres de esta época, tampoco deben estar ausentes. El licor debe ser poco para no tergiversar el sentido navideño o de integración familiar.
  6. Los regalos son detalles hermosos. La sociedad de consumo tiene innumerables propuestas, es importante optar por aquellas cosas que se adaptan a nuestro presupuesto.
  7. La Navidad debe ser un acercamiento al pobre, al excluido, al ser humano de tercera edad, al preso, al enfermo. Obviamente los niños ocupan nuestra atención y mejor aún si nos acercamos con generosidad a los niños pobres.
  8. La Navidad es tiempo de reconciliación. Es la oportunidad para reparar amistades perdidas o que se han enfriado por las ocupaciones y preocupaciones del mundo moderno.
  9. El tiempo de Navidad va hasta mediados de enero, y celebra: el nacimiento de Jesús, la Sagrada Familia, la Epifanía y el bautismo del Señor con el cual se concluye la Navidad el 9 de enero del año 2022.
  10. Dejémonos llevar en este Adviento por los personajes antes nombrados: Jesús, María, José; pero también: Juan Bautista y el profeta Isaías a quienes escucharemos en este tiempo.
  11. El Adviento nos prepara para la Navidad, ésta es la celebración del nacimiento de Jesús que tiene mucho que ver con el 25 de marzo, fiesta de la Anunciación o Encarnación. Nueve meses de gestación, como todo ser humano. Este acontecimiento divide la historia. Desde este momento el ser humano adquiere una importancia enorme para la salvación. La encarnación y nacimiento de Jesús une lo humano y lo divino, al Creador y a las creaturas.
  12. No está por demás recordar en estas celebraciones la observancia de las normas de bioseguridad para que no se expanda el covid 19.

[1] Cfr. Concilio Vaticano II. Sacrosanctum Concilium No. 7.