Por: P. José Silvio Botero G., C.Ss.R.
La dimensión sexual de la persona humana fue por mucho tiempo un ‘tabú’, algo de lo que no se debía hablar… Incluso, desde el campo de la ética cristiana se consideró ‘pecado grave’ cualquier pensamiento, deseo o acto en materia sexual. Actualmente, estamos pasando del ‘tabú’ a la ‘liberación sexual’; pero todavía los padres de familia no se atreven a afrontar con claridad y discreción el tema de la sexualidad cuando los hijos pequeños preguntan al respecto. ¿Quién, entonces, va a informar a los niños sobre lo sexual: la escuela, los amigos, la televisión?.
Hay que partir desde el plan creador de Dios: “creó Dios al ser humano a imagen suya, varón y mujer los creó” (Génesis 1,24). La cultura tradicional nos había infundido una imagen machista de Dios: “creo en Dios Padre, todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra…’. El Papa Juan Pablo I. en su breve pontificado corrigió esta imagen: “Dios es Padre y Madre al mismo tiempo”.
Los estudiosos (biólogos psicólogos, filósofos, teólogos) han contribuido a esclarecer la concepción de la sexualidad humana; Varias teorías (desde la teoría genético-constitucional hasta la teoría de la diferenciación psico-sexual) han tratado de explicar este misterio humano de la sexualidad.
Es muy importante conocer el desarrollo evolutivo de la sexualidad, que debemos distinguir de la genitalidad. Enrique Bonete, en su libro Ética de la sexualidad (2.007) ofrece pautas para educar sobre la sexualidad: cómo hablar del sexo a un niño, cómo hablarle en la pubertad, cómo explicarle a un adolescente, cómo hablarle a un joven.
Bonete sugiere cuatro principios para hablar de sexo a los niños:
- El principio de la doctrina moral: inculcar el respeto profundo de la diferencia entre varón y mujer que refleja el amor y la fecundidad del Dios mismo.
- El principio de la oportunidad: se debe dar a los niños solo informaciones proporcionadas a cada fase del desarrollo individual.
- El principio de la decencia: la instrucción sexual debe ser siempre positiva y prudente, clara y delicada.
- El principio del respeto: este principio excluye toda forma impropia de involucrarlos. Por motivos de mayor libertad de expresión, resultan aconsejables las reuniones guiadas con personas expertas y dignas de confianza solo con las niñas o solo con los niños.
La educación sexual de los niños es una tarea delicada, a veces difícil, pero necesaria, máxime en estas circunstancias presentes. Ricardo Cuadrado T. en su libro Diccionario de valores afirma: “hoy estamos asistiendo a una verdadera idolatría del sexo. Se ha instalado en el corazón de nuestra sociedad el sexo a todas otras, a impulsos de la pornografía y de sus derivados. Hay cosificación degradante del sexo. La sociedad actual trivializa el sexo y a la vez lo convierte en religión”.
Ante el desarrollo de la ciencia y la inexperiencia de los padres de familia para tratar temas delicados como la sexualidad, conviene que los padres se asesoren de personas expertas, de las Escuelas de padres de familia, de los psicólogos o de educadores de su confianza.