XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Comentario bíblico
14 de noviembre de 2021
Ciclo B: Mc. 13, 24 – 32
Por: P. Luis Alberto Roballo Lozano, C.Ss.R.
La llegada del hijo del hombre (Mt 24, 29-31; Lc 21, 25-27).24«En aquellos días, después de esta angustia, el sol se oscurecerá, la luna no alumbrará, 25las estrellas caerán del cielo y las columnas de los cielos se tambalearán. 26Entonces se verá venir al hijo del hombre entre nubes con gran poder y majestad. 27Mandará a sus ángeles a reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, desde uno a otro extremo del cielo y de la tierra».
Exhortación a la vigilancia (Mt 24, 32-36; Lc 21, 29-33).28«Aprendan del ejemplo de la higuera. Cuando sus ramas se ponen tiernas y echan hojas, saben que el verano se acerca. 29Así también ustedes, cuando vean todo esto, sepan que él ya está cerca, a las puertas. 30Les aseguro que no pasará esta generación antes de que suceda todo esto. 31El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 32Respecto de aquel día y aquella hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el hijo, sino solo el Padre».
El Evangelio de Marcos, antes de narrar la Pasión y el Triunfo de Jesús (capítulos 14 a 16) presenta en el capítulo 13 el Discurso Escatológico en que se entretejen dos temas, la destrucción del templo y de la ciudad de Jerusalén y el final del mundo con la llegadfa del Hijo del hombre. El tono del discurso es preocupante pero no es desesperado. En todo momento se siente la presencia de Dios que lleva la historia a su maduración y plenitud. El mismo texto nos presenta la enseñanza llena de esperanza de la maduración de la higuera. Este árbol no produce flores sino que sus tallos y hojas se llenan de savia y van despuntando y ofreciendo discreta y generosamente su carga de frutos.
El texto que nos ocupa presenta tres partes, la llegada del Hijo del hombre en medio de signos grandiosos, la parábola de la higuera que invita a darse cuenta de que el tiempo final está llegando y, finalmente, la reserva sobre el momento en que sucederá este acontecimiento, que solo el Padre lo conoce.[1]
La llegada del Hijo del hombre (vv. 24-27) es descrita de manera breve pero suficientemente completa. La escenografía es muy similar a la utilizada en los textos apocalípticos de Isaías 13, 10, Ezequiel 32, 7 y Daniel 7, 13, en los Profetas. De Daniel se toma el título de Hijo del hombre que será característico de Marcos. Sobre este título, tenemos un comentario de Teodoreto de Ciro: «Imposible una afirmación más clara. El profeta anunció esta verdad de una manera evangélica y casi apostólica más que en forma de profecía y de enigma (cf. Mt 24, 30; 1Tes 4, 16-17). Daniel nos anuncia claramente la segunda venida del Salvador, llamándolo Hijo del hombre, por la naturaleza humana que tomó y, según su promesa, para mostrar su poder».[2] El mismo lenguaje es empleado de manera más amplia en las visiones del Apocalipsis, sustituyendo la expresión “Hijo del hombre” por la figura del “Cordero”. Las visiones del Apocalipsis de Juan son vastamente conocidas por su amplitud y complejidad y sometidas a las interpretaciones más diversas. La presencia y la acción del Cordero es una revelación de Jesucristo que exige una lectura “profética”, frente a frecuentes lecturas “catastróficas”.[3] Al igual que en el Apocalipsis, en este breve pasaje de Marcos, la venida de Cristo pide una lectura y una interpretación profética de la llegada del Hijo del hombre que se resume en dos palabras: poder y majestad. Los fenómenos cósmicos, la corte celestial y el juicio de la humanidad son comunes en las descripciones de los profetas y del Apocalipsis.
La segunda parte se presenta con la parábola de la higuera próxima a dar fruto. La descripción es de una fuerza encantadora. Los tallos de esta planta adquieren una elasticidad notable, las hojas se vuelven más luminosas y ligeramente esponjadas, no hay propiamente una floración y van surgiendo los frutos en un generoso fenómeno natural que el texto de Marcos invita a observar cuidadosamente como un signo de los tiempos y por cierto del final y la culminación de los tiempos. La frecuente parábola de la higuera como señal de una respuesta a Dios, generosa, bloqueada o reprobable, es recurrente en los Evangelios Sinópticos. La higuera estéril (Lc 13, 6-9; Mc 11, 14) y la higuera maldita que se seca (Mt 21, 18-22; Mc 11, 20-24). En todos los casos nos recuerda el compromiso de dar frutos a la acción de Dios y llenar nuestro tiempo y nuestro espacio con una vida útil, sabiendo que pronto llega el verano como tiempo de la cosecha para Dios.[4]
La tercera parte ( vv. 30-32) hace mención a la inminencia del acontecimiento de la llegada del Hijo del hombre, asegurando que sucederá dentro de la generación humana con la reserva del momento, tan solo conocido por el Padre. Es preciosa la indicación de la generación humana pues el personaje que se anuncia representa a dicha generación. Es una indicación preciosa de la persistencia providencial del género humano que no ha sido creado para el caos sino para la salvación. Así lo recuerda el Papa Francisco: la tarea evangelizadora se mueve entre los límites del lenguaje y de las circunstancias. Procura siempre comunicar mejor la verdad del Evangelio en un contexto determinado, sin renunciar a la verdad, al bien y a la luz que pueda aportar cuando la perfección no es posible.[5]
La reserva del momento es hecha como secreto del Padre. Marcos usa la mención del llamado “secreto mesiánico” si bien, con frecuencia, es casi un incentivo a publicar las obras que el Señor está realizando. En el caso del “Gran Secreto del Padre” encontramos la preciosa indicación de la fructificación de la higuera y su relación con la historia de la humanidad. Aún así es una parábola y una profecía cuyo cumplimiento queda reservado al Padre[6],
Este texto evangélico es empleado en la Liturgia al final del año litúrgico como una invitación a hacer presente el misterio de Dios revelado en Cristo, la importancia de nuestra respuesta a la acción de Dios y la manera misteriosa como se mezclan los tiempos de Dios y el fluir de los acontecimientos humanos.
Buga, 9 de noviembre de 2021, 289º Aniversario de la Fundación de los Redentoristas.
[1] Il Vangelo di Marco, en Lectio Divina per la vita quotidiana, vol 7, a cura di Giorgio Zevini e Pier Giordano Cabra, Queriniana, Brescia, 2012, pp. 368, ss.
[2] Teodoreto de Ciro, (ca. 393-457 y perteneciente a la Escuela de Antioquía, en la época en que se discutió y se definieron las líneas fundamentales de la Cristología) Cfr. Comentario a Daniel, 7, 13-14, en La Sagrada Biblia de América, o.c. pag. 861
[3] Giancarlo BIGUZZI, In cerca di punti condivisibili per l’ interpretazione dell’Apocalisse, en Biblical Exegesis in Progress, a cura de J.N. Aletti y J. L Ska, eds. Pontificio Istituto Bíblico, Roma, 2009, pp- 511ss-
[4] [4] Matthew Henry. Commentary. Tomado de BibleWorks 10.
[5] Papa Francisco Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, n. 45
[6] Maximilian Zerwick, S.J. & Mary Grosvenor (2010). A Grammatical Analysis of the Greek New Testament. Gregorian & Biblical Press (GBP), Roma. Y BibleWorks 10, Software for Biblical Exegesis and Research, Norfolk, Virginia.